La capa helada era “aproximadamente la mitad de lo que suele tener en invierno”, refirieron los científicos al dar cuenta de su estudio en un artículo publicado en la revista especializada Geophysical Research Letters, el cual señalan como responsable al calentamiento global.
“Para ser francos, todos nos quedamos impactados. No es así como se supone debe funcionar” --afirmó la oceanógrafa Phillys Stabeno, de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) y autora principal de la investigación.
A finales de abril de 2018, el hielo del Mar de Bering cubría 61 mil 704 kilómetros cuadrados (km2), es decir alrededor del 10 por ciento de la extensión que tenía en el mismo mes de 2013, de 679 mil 606 km2. Sin embargo, para sorpresa de los científicos, 2019 simplemente estaría rompiendo ese récord.
Stabeno indicó que “los ciclos de años fríos con hielo marino extenso serían sucedidos por años cálidos con menos hielo marino”, haciendo referencia a los modelos climáticos que han pronosticado que los vientos cálidos que “comen” hielo en invierno serían comunes en la década de 2030. Pero “no esperábamos ver estas condiciones de hielo bajo durante al menos 10 a 15 años”.
Los científicos ahora se preguntan si se repetirá otro ciclo de frío o si el Mar de Bering ha pasado un punto de inflexión, pues las cosas se complican con el derretimiento continuo del Mar de Chukchi, al norte del estrecho de Bering, que separa Alaska de Rusia. El hielo en el mar de Bering se forma cuando los vientos fríos sobre las aguas de Chukchi vienen desde el norte:
“Para tener los gélidos vientos del norte que congelan el Bering, tiene que haber hielo en Chukchi”, explicó Stabeno, pero precisó que “ahora el Chukchi no se congela sino hasta diciembre. Eso significa que hay menos tiempo para que el Bering se congele”.
Aun así, los investigadores no pueden predecir que el hielo marino de Bering será historia, pues han visto demasiada variabilidad durante sus 30 años de trabajo. Las condiciones asociadas con inviernos más cálidos perturbarían no solo el ecosistema marino sino también las condiciones de las que han dependido generaciones de habitantes de Alaska, ya que el hielo marino amortigua las olas, lo que hace que la pesca sea más segura.
Los cazadores necesitan hielo para encontrar focas y ballenas. Además, las aguas abiertas permiten que las olas golpeen la costa, lo que erosiona playas y amenaza pueblos, advirtió Stabeno al enfatizar que en toda esta problemática se ve el impacto del cambio climático.