En un reporte sobre la producción de drogas en Afganistán, el organismo destacó que pese al empeño de las autoridades, el cultivo de amapola, fuente del opio, va en aumento, permitiendo que miles de familias rurales, generalmente empobrecidas, vivan de ello.
Según el informe de la UNODC, el cultivo de opio ha aumentado un 63 por ciento en el último año, con un total de 201 mil hectáreas de cultivo, principalmente en norte del país asiático, donde ha aumentado al menos un 400 por ciento.
“De hecho, se estima que el año pasado, el sector proporcionaba empleo a cerca de 354 mil trabajadores locales e inmigrantes y los salarios que percibieron llegaban a duplicar los de otras actividades agrícolas”, precisó el organismo de las Naciones Unidas.
Pero mantener este mercado, agregó, conlleva un alto costo dado que, al atraer inestabilidad y violencia, desalienta la inversión pública y privada. “Esto conduce a un círculo vicioso en el que la inseguridad, a su vez, incentiva la producción de drogas”.
El documento estableció un vínculo directo entre la falta de control gubernamental, la inseguridad y la creciente producción de opiáceos.
“En un país como Afganistán, donde las autoridades carecen del poder suficiente para mantener el orden, el cultivo de esta droga solo facilita la labor de los insurgentes y los opositores. De hecho, se estima que en 2017 estos grupos percibieron entre 116 y 184 millones de dólares por medio de ‘impuestos’ que gravan la producción”, explicó.
La ONUDC consideró que el problema de los estupefacientes requiere, por lo tanto, una estrategia integral con soluciones a todos los niveles, según un reporte del Centro de Noticias de la ONU.
“Para hacer frente al cultivo de opio, se necesitan instituciones sólidas, capaces de ofrecer alternativas de subsistencia a sus ciudadanos y hacer frente al comercio ilegal”, subrayó el organismo, que considera que el problema del opio no atañe solo a Afganistán.
Los grupos afganos reciben generalmente los beneficios de la producción, mientras que su venta y distribución se producen en países de Europa y Asia, generando cantidades muy superiores, abundó y recordó que en 2015, el tráfico de opio y heroína generó cerca de 28 mil millones de dólares, más que el Producto Interno Bruto (PIB) de Afganistán.
“Por lo tanto, la responsabilidad de frenar la producción de opio en el país también depende de que la comunidad internacional combata el tráfico de estos estupefacientes”, concluyó el reporte.
El gobierno afgano tiene una política abierta declarada contra la erradicación de cultivos de amapola, aunque la cosecha se ha extendido en muchas regiones, incluso en controladas por el gobierno, por lo que muchos funcionarios son acusados de hacerse de la “vista gorda”.
De acuerdo con el Ministerio contra Narcóticos de Afganistán, sólo 355 hectáreas de amapola fueron erradicadas por las autoridades en el último año, un descenso de más del 90 por ciento en relación con 2015, cuando se destruyeron casi cuatro mil hectáreas.