Sergio Maldonado, hermano de la víctima, confirmó este viernes que reconoció a Santiago por los tatuajes en el cuerpo al que se le realizó una autopsia en Buenos Aires.
“A partir de ahora esto no quita que el responsable es Gendarmería, por lo cual nosotros seguimos investigando para que se sepa la verdad y tener justicia", dijo.
El hermano agregó “recién a partir de ahora empieza el peritaje y en unos días va a estar el resultado final con las muestras de ADN y la confirmación real” tanto de la identidad como de las causas de la muerte.
La tensión y la incertidumbre cubrieron a los argentinos desde que el martes pasado las autoridades revelaran el hallazgo de un cadáver en el río Chubut, ubicado en la Patagonia argentina.
Pasaron tres días hasta que esta tarde la familia confirmó la identidad del cuerpo, pero en ese lapso la mayoría de los medios se dedicó a informar íntegramente sobre el caso, ya que la sociedad estaba en vilo por la desaparición del joven.
Las especulaciones políticas se desataron de inmediato, ya que el hallazgo del cuerpo se realizó a sólo cinco días de las elecciones legislativas y la confirmación de que sí es Maldonado, cuando faltan menos de 48 horas para que se abran las urnas.
El joven de 28 años fue visto por última vez el 1 de agosto pasado, durante una represión del cuerpo de Gendarmería a una comunidad mapuche en la localidad Cushamen, ubicada en la ciudad de Esquel, a mil 877 kilómetros de Buenos Aires y fronteriza con Chile.
Las primeras semanas después de la desaparición, el gobierno ignoró el caso, defendió a los gendarmes y desvió la atención acusando a los mapuches de ser grupos “anarquistas” y “separatistas” financiados por organizaciones inglesas y “la guerrilla kurda”.
La prensa más influyente difundió las versiones oficiales que aseguraban que no había pruebas de que Maldonado hubiera estado en la protesta, además de que los gendarmes negaban participación alguna en su desaparición.
También dijeron que estaba escondido a propósito, que había sido visto en diferentes provincias del país, que estaba en Chile o secuestrado por los propios mapuches o que se había “sacrificado” y planeado su “pase a clandestinidad” para ayudar a un líder mapuche ex “flogger”.
El caso impactó de manera especial en un país que arrastra la desaparición de 30 mil personas durante la dictadura militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983.
Por eso, la pregunta “¿Dónde está Santiago Maldonado?” se viralizó en las redes, se repitió en marchas multitudinarias y se plasmó en paredes, puertas, ventanas, rejas, mochilas, negocios y que se preguntara por él en los altavoces del aeropuerto y el metro, en las redacciones y en las canchas de fútbol.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, fue la principal defensora de los gendarmes, ya que aseguró que todos eran inocentes y, además, maltrató a la familia del joven al acusar a padres y hermanos de no colaborar en la búsqueda.
Más de un mes después de la desaparición, en medio de la presión social e internacional y de especulaciones políticas sobre cuánto y cómo iba a afectar el caso las elecciones de octubre, el gobierno comenzó a aceptar la posibilidad de que Gendarmería hubiera desaparecido a Santiago.
El caso provocó una crisis política para el presidente Mauricio Macri, quien nunca se comunicó con la familia y evadió el tema todo lo posible, aunque la semana pasada el propio Bono, líder de U2, le preguntó por Maldonado en la reunión que sostuvieron en la Casa Rosada.