La Habana, septiembre (SEMlac). Además de las inundaciones costeras, los recurrentes ciclones tropicales y el ascenso del nivel del mar, otros efectos del cambio climático como las altas temperaturas, la escasez de agua y el incremento de enfermedades trasmitidas por vectores afectan particularmente a las poblaciones infantiles.
Sin embargo, lejos de ser víctimas pasivas, niñas, niños y adolescentes pueden y deben ser reconocidos como agentes de cambio, asevera el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Pero, ¿cómo lograr que se involucren en la protección de sus escuelas y sus comunidades?, ¿qué herramientas pueden contribuir a que los más pequeños de casa sean protagonistas de la prevención y la resiliencia frente al cambio climático?
Las interrogantes se las formularon de conjunto especialistas de la unidad académica en Cuba de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), adscrita a la Universidad de La Habana, y el equipo de Unicef en la nación caribeña.
"Uno de los primeros resultados es un directorio de experiencias de educación ambiental para promover la participación de las infancias y adolescencias en acciones de mitigación y resiliencia ante el cambio climático", explicó la comunicadora Sofía Lamas Barja, en junio de 2024, durante un curso organizado por el Instituto Internacional de Periodismo José Martí (Iipjm) en Pinar del Río, a unos 200 kilómetros de la capital cubana.
"Mi acción por el planeta: directorio de experiencias de educación ambiental para niños, niñas y adolescentes en Cuba" es resultado de un trabajo meticuloso que identificó 128 iniciativas, programas, instituciones y proyectos "que promueven el cuidado medioambiental, la sostenibilidad y la preparación ante desastres", explicó Lamas, investigadora de Flacso, durante el III Curso de posgrado regional de periodismo, género y dinámicas demográficas:
Comunicando la intersección: población y sostenibilidad ambiental.
De ellas, siete nacieron y se desarrollan en la provincia más occidental de Cuba, una de las más afectadas por ciclones o huracanes, y van desde la educación energética sostenible para adolescentes, hasta la producción de materiales audiovisuales sobre problemáticas ambientales presentes en las comunidades.
Para Lamas, el mayor valor del directorio es su apuesta por la articulación. En su opinión, muchas veces esos proyectos empiezan a funcionar aisladamente, pese a que pueden coincidir en los mismos territorios, con objetivos y líneas similares, e incluso con las mismas personas. "Pero empiezan desde cero y en paralelo".
"Contar con un compendio de gran parte de los proyectos medioambientales que hay ahora mismo en el país, visibilizar donde están, cuáles son sus principales objetivos e información de contacto, es un paso grandísimo hacia la articulación", valoró con SEMlac.
Edades de riesgo
La alianza de Flacso con Unicef no es ociosa, si se toma en cuenta que unos 559 millones de niños y niñas se exponen con frecuencia a fuertes olas de calor, cifra que aumentará hasta los 2.020 millones en todo el mundo en 2050, según el informe "El cambio climático está transformando la infancia", publicado por esa organización internacional en 2023.
El texto argumenta que las enfermedades mortales infantiles se propagan más por la degradación medioambiental y el cambio climático. Por ello, niñas y niños tienen más probabilidades de sufrir los efectos de la contaminación atmosférica y se deshidratan más rápido cuando ocurren olas de calor, entre otras consecuencias.
Cuba no escapa a los efectos del cambio climático, agravados por su condición de archipiélago ubicado en el corredor de los ciclones tropicales del Océano Atlántico.
Según la Primera Contribución Nacionalmente Determinada ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, desde la pasada década de los cincuenta, la temperatura promedio en la nación caribeña ha aumentado ya 0,9 grados centígrados y, con el avance del calentamiento global, podría llegar a aumentar en 4,5 grados. Mientras, desde 1990 la disponibilidad de agua ha disminuido en más del 20 por ciento.
Especialistas advierten que el país se enfrenta a una pérdida creciente de su superficie emergida, lo que puede afectar a 574 asentamientos humanos y 263 fuentes de abasto de agua por la intrusión salina, según el artículo "Impactos del cambio climático y medidas de adaptación en Cuba", publicado en la revista Anales de la Academia de Ciencias.
En consecuencia, se incrementa el riesgo de enfermedades producidas por vectores y plagas; la intensidad y frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos y se pueden reducir considerablemente los rendimientos agrícolas, detalla el doctor Eduardo Planos, del Instituto de Meteorología, autor principal del texto.
Lo efectos también son indirectos, asegura Unicef. "Las catástrofes agravadas por el cambio climático provocan la interrupción de la educación de 40 millones de niños cada año, una cifra que sigue aumentando", agrega el citado informe de 2023.
"Los daños a los ecosistemas, de los que dependen muchas comunidades para su sustento, ponen en peligro directo a los más jóvenes y vulnerables", aseguró este 5 de septiembre el representante permanente de la isla ante las Naciones Unidas, Ernesto Soberón, durante un encuentro de la Junta Ejecutiva del Unicef divulgado por la agencia Prensa Latina.
"Los fenómenos meteorológicos extremos se están volviendo más frecuentes y severos en América Latina y el Caribe, ya sean huracanes, olas de calor, inundaciones, sequías e incendios forestales; y no se trata solo de problemas ambientales, sino profundamente humanos, ya que afectan la capacidad de desarrollo", agregó el diplomático cubano.
"Debemos reafirmar nuestro compromiso de colocar a los niños en el centro de nuestra respuesta climática", instó Soberón y llamó a invertir en educación climática y aprovechar los espacios brindados por Unicef y otros organismos de Naciones Unidas en ese sentido.
Estudiar la vulnerabilidad
En respuesta a esos desafíos, Flacso también desarrolla de conjunto con Unicef el "Estudio de impacto del cambio climático en la infancia en los asentamientos costeros La Coloma y Júcaro", en el sur de las provincias de Pinar del Río y Ciego de Ávila, a poco más de 400 kilómetros de La Habana.
La investigación es parte del proyecto Mi Costa, financiado por el Fondo Verde del Clima y el gobierno cubano, que pretende la rehabilitación del ecosistema y la creación de capacidades para la adaptación al cambio climático en poblados amenazados por el aumento del nivel del mar y las probabilidades de ocurrencia de eventos hidrometeorológicos extremos.
El trabajo se desarrolla con la aplicación de entrevistas y grupos de discusión en alianza con gestores locales de organismos como la Defensa Civil, los institutos nacionales de Recursos Hidráulicos y de Meteorología y el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma).
La psicóloga Dariadna Barrios, también profesora de Flacso y autora principal de la investigación, aún en curso, espera que contribuya a fortalecer la creación de capacidades del proyecto Mi Costa, en el caso de las edades infantiles y adolescentes, declaró a la prensa local durante uno de los recorridos de trabajo por la provincia de Ciego de Ávila.
Es esencial conocer, específicamente, el nivel de exposición y la sensibilidad de niñas, niños y adolescentes ante los cambios del clima", insistió Barrios.