Precisamente sobre estos dos planos de la profesión interpretativa, el estrictamente artístico y el que hace referencia directa a la mercadotecnia en la construcción de la imagen pública, ha querido reflexionar largo y tendido la tradicionalmente discreta intérprete durante su participación en una serie de charlas-coloquio que tienen lugar estos días en Cannes.
Además de hacer referencia a su propia experiencia personal, a la intérprete no le ha temblado el pulso a la hora de criticar a ciertos actores de éxito -eso sí, sin revelar identidades- por haber desarrollado unos niveles de "narcisismo" que, en su opinión, solo consiguen distraer al público de los temas que abordan sus películas o de la naturaleza de unos personajes que acaban eclipsados por el carisma del intérprete en cuestión.
"Suelo quedarme anonadada cada vez que tengo que presentarme en una rueda de prensa con ciertos actores respetados y muy conocidos. Se supone que nos sentamos ahí y esperamos que las preguntas que nos dirijan estén ligadas a temas que nos apasionan, en lugar de a esta o aquella anécdota personal sobre el rodaje de la película", explicó en el citado evento antes de reprender directamente a aquellos artistas más preocupados en satisfacer su ego que en ofrecer su visión sobre el mensaje que se deriva de su trabajo.
"Sinceramente, siempre he pensado que el narcisismo siempre tiene un límite, que hay un momento en el que ya no puedes alardear más, y aún así hay veces que me quedo pensando: 'Dios santo, ¿cuánto tiempo más puede seguir hablando sobre sí mismo?'. Creo que deberíamos tener un propósito de verdad cada vez que hablamos en una entrevista", aseguró tajante la hija de los reputados actores Bruce Dern y Diane Ladd.
Aunque su trayectoria personal y sobre todo sentimental también ha dado lugar a un intenso escrutinio sobre su figura -sonados fueron sus romances con Jeff Goldblum y Billy Bob Thornton, antes de que este último se casara con Angelina Jolie-, lo cierto es que Laura Dern ha estado demasiado ocupada construyendo a lo largo de estos años un excelso currículum profesional, como para molestarse en perder tiempo dando explicaciones sobre su ámbito más íntimo.
"Martin Scorsese me dijo una vez algo muy bonito y especial cuando tenía 23 años, y fueron esas palabras las que me terminaron de convencer de que mi sitio estaba en la interpretación", relataba en una entrevista a Los Angeles Times sobre la relación tan estrecha que le une a determinadas leyendas del cine gracias a sus padres.
"Le conocí cuando dirigió a mi madre en 'Alice ya no vive aquí' y me reclutó para hacer de extra en la película cuando solo tenía 6 años. Pero no fue hasta los 23 cuando me dijo: 'Te he estado siguiendo y creo que estás construyendo un bagaje artístico cada vez más interesante, como lo hacen los directores. Y creo que eso mismo debería hacer el resto de actores'. En ese momento pensé: 'Dios me ha hablado'", explicaba sobre los orígenes de su vocación.