La Habana, diciembre (SEMlac).- Percibir el piropo como acto natural de la cultura o la tradición cubana y no como violencia, o creer que las mujeres están más seguras en la calle en compañía de los hombres son percepciones compartidas por estudiantes universitarios de diferentes procedencias, según investigaciones recientes.
"Aún existen, entre la población universitaria, posturas muy conservadoras con respecto a determinados temas como los piropos y el acoso callejero, la manera en que visten las muchachas o cómo los hombres se enfadan ante la negativa de sus parejas a tener relaciones sexuales", asevera la socióloga Iyamira Hernández Pita, de la Universidad de La Habana (UH).
Hernández Pita participó de una investigación, aún en fase de procesamiento, que encuestó a jóvenes de diferentes facultades de la casa de altos estudios capitalina, pero también de las universidades de Ciencias Pedagógicas "Enrique José Varona" y de Ciencias Médicas "Victoria de Girón".
Estudiantes de ambos sexos coinciden en identificar las principales manifestaciones de violencia de género. También señalan a las mujeres o personas con orientaciones sexuales no heteronormativas como principales víctimas, de acuerdo con resultados preliminares de la indagación, presentados en el Coloquio "Violencia basada en género en poblaciones juveniles", el 8 de diciembre en La Habana.
"Más de la mitad de la muestra reconoce como prácticas más visibles ofender, humillar, amenazar, provocar lesiones físicas y el abuso sexual", precisó la socióloga durante la jornada convocada por la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes) y el Centro Oscar Arnulfo Romero (Oar), con apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).
Sin embargo, otras expresiones como los celos, las caricias agresivas, los empujones, pellizcos, golpear "jugando" o engañar recibieron menos consenso a la hora de clasificarlas como violentas, refirió la psicóloga Miriam Rodríguez Ojeda, de la Facultad de Comunicación, durante el panel "Sistematización del estudio exploratorio sobre violencia basada en género en poblaciones universitarias en Cuba".
La pesquisa también refiere que muchachas y muchachos reconocen la presencia de ciberviolencia y bullying o acoso escolar.
La familia y la escuela resultan los ámbitos más frecuentes de reproducción de estos actos, pero resulta contradictorio que las personas entrevistadas "no reconocen a la universidad como un sitio donde ocurren comúnmente", refirió Hernández Pita a SEMlac.
Para Jany Barcenas Alfonso, psicóloga y profesora de la UH, quizás habría que intencionar estudios más específicos en otros escenarios de socialización universitaria. "Los pocos casos de violencia que hemos atendido en la Facultad de Psicología no se dan en las aulas, sino en las residencias estudiantiles", precisó.
Con ella coincidió Ammy Curbelo Milá, estudiante de Diseño y dirigente estudiantil. Entre sus compañeras se han comentado casos de violencias en las becas y otros espacios de convivencia no docente.
Otra indagación actualmente en curso ha constatado desigualdades de poder que generan maltrato en el sistema escolar y el uso de la violencia como método educativo, aportó Raida Semanat Trutié, socióloga del Centro de Estudios sobre la Juventud (Cesj), quien adelantó algunos resultados de la investigación "Percepción social de la violencia desde adolescentes y jóvenes cubanos".
Los niños y las niñas suelen ser crueles con los compañeros que son diferentes y muchas parejas jóvenes repiten lo vivido en su entorno familiar, que a menudo reproduce relaciones violentas en ambas direcciones, detalló Semanat.
Migraciones y violencias a debate
Asociadas a los procesos migratorios que ocurren hoy en Cuba ocurren también múltiples violencias, reconocieron Barcenas y la también psicóloga Consuelo Martín Fernández, del Centro de Estudios Demográficos (Cedem), de la UH.
Investigaciones de ambas expertas sitúan la violencia de género como una de las causas del retorno a Cuba de personas que salieron del país, dinámica que detallan en el artículo "Violencias de género en las migraciones internacionales: ¿causas para retornar a Cuba?".
"Se identifican casos de mujeres para quienes la violencia de género ha sido el motivo fundamental para su regreso al país, luego de una experiencia migratoria de marcado carácter negativo. Una de ellas dice: 'En mi caso, regresar a Cuba fue lo mejor, si me quedaba allá quizás estuviera muerta'", refiere ese texto.
Estadísticas globales aseveran que son mujeres el 80 por ciento de las víctimas de tráfico de personas, un fenómeno que se expresa de maneras a veces indirectas o sutiles.
La violencia económica, la imposibilidad de trabajar en los países de destino por no haber legalizado su estatus migratorio, la subordinación a parejas con más posibilidades y acceso laboral y la imposibilidad de llevarse a los hijos al cabo de un tiempo --algo que estaba entre sus planes en el momento de migrar-- complejizan no pocas veces la situación de estas mujeres.
Durante los procesos migratorios muchas mujeres, sobre todo jóvenes, son sometidas a una combinación de varios tipos de violencia, muchas veces invisibilizadas o asumidas por su condición de migrantes, una situación que reclama la articulación de políticas, señalaron ambas expertas en el coloquio.
Entre alertas y avances
Según el estudio realizado en las universidades, entre la población universitaria se visibiliza poco al Estado como agente activo en la prevención y atención de este fenómeno, con excepción de quienes estudian Derecho.
"Es evidente que la formación profesional que reciben en esta carrera cambia la percepción en relación con el rol del Estado frente a la violencia de género", argumentó Arlín Pérez Duharte, abogada penalista y profesora de la Facultad de Derecho de la UH.
Entre otros hallazgos preocupantes, destaca que una amplia mayoría aprecia poca efectividad en "los mecanismos y rutas establecidos en la universidad o el país, además de no contar con información suficiente para denunciar o acompañar a víctimas de violencia", precisó Yailín Rosales Sánchez, especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
Sin embargo, entre las actitudes favorables para el cambio se detecta la deconstrucción de mitos como que la violencia en la pareja es un problema íntimo o que las mujeres "decentes" no deben vestirse provocativamente, apuntó Isachy Peña Pino, también psicóloga de la UH.
Para María Isabel Domínguez García, socióloga del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (Cips), estudios como estos indagan sobre el problema en escenarios más específicos y "contextualizan la información que tenemos de otras investigaciones, con jóvenes de otros espacios".
"Muchas de estas cuestiones no muestran grandes diferencias entre los estudiantes universitarios y otros segmentos de jóvenes y adolescentes", precisó.
A su juicio, aunque existe mayor sensibilidad y conocimiento en las juventudes que en las generaciones adultas, muchos mitos que dan lugar a la violencia se mantienen "por sus fuertes anclajes en la cultura patriarcal".
En sus estudios, Domínguez García ha constatado una elevada proporción de muchachas y muchachos que conocen a mujeres jóvenes víctimas de violencia física y/o sexual, lo que "indica la alta exposición que tiene ese grupo a las violencias basadas en género".
Por ello estimó necesario profundizar en las razones por las cuales estudiantes universitarios estén calificando a sus facultades como lugares seguros y libres de violencia.