Tzicatlacoyan, Pue., 26 Ago (Notimex).- En una casa abierta, en la localidad de San Antonio Juárez, en este municipio, mujeres indígenas reciben talleres de capacitación y elaboran jabones, además de que reciben atención pscológica, con la finalidad de empoderarlas.
En esta comunidad, se localiza el Laboratorio de Jabones del Centro Casa Origen Puebla, un espacio donde mujeres artesanas crecen de manera integral en su desarrollo humano y productivo.
En la localidad, ubicada a una hora de la capital del estado, nos recibe Teodora Huerta Luna, coordinadora de ese centro de la Fundación Origen A.C., quien nos presenta a las 18 mujeres, entre 20 y 55 años de edad, quienes antes se dedicaban a la elaboración de artesanías a base de palma, pero hoy elaboran jabones artesanales.
Los centros son espacios de desarrollo integral comunitario, constituidos con el objetivo de elevar la autoestima y calidad de vida de las mujeres y sus familias; colaborar en la construcción de nuevas relaciones familiares y comunitarias que promuevan una cultura de no violencia; generar economías locales con mujeres y familias productivas y construir de la mano de las familias comunidades más fuertes, más justas, participativas y autosuficientes.
En entrevista con Notimex, Huerta Luna refirió que la fundación trabaja desde hace más de un año en dos municipios de Puebla: Tzicatlacoyan y Tecali de Herrera, donde semana a semana mujeres de la región recibían capacitación para la elaboración del jabón, un proceso que ahora ya dominan.
“El objetivo de la fundación es que ellas puedan ser independientes, que busquen y gestionen tanto sus espacios en el mercado, como la obtención de más recursos. La meta de este grupo es llegar a consolidarse como una cooperativa”, explicó.
El común denominador de las 18 mujeres es que ellas forman parte de una generación de artesanos de palma de Tzicatlacoyan, donde se realizan diversos productos como las cruces de palma que se venden cada Domingo de Ramos, o sombreros, sopladores u otro tipo de artículos.
Sin embargo, ellas decidieron aprender sobre la elaboración del jabón, porque les resulta más remunerable, ya que por dos días que dedican para hacer un sombrero solo obtienen 50 pesos, porque a su decir, las artesanías de palma son mal pagados en el mercado, no son valorados, ni son reconocidos.
Para la elaboración de los jabones artesanales cuentan con el apoyo de Hipólito Molina Calderón, facilitador de Desarrollo Productivo de la fundación en Puebla, quien explicó que actualmente los jabones solo se elaboran en la presentación de 100 gramos, neutro o con esencias de lavanda, limón y romero y neutro.
El laboratorio está instalado a un costado de la presidencia auxiliar de San Antonio Juárez, una población de difícil acceso donde la mayoría de los hombres se dedican al oficio de la albañilería porque el campo es árido y no se dan los cultivos.
“La autoridad municipal otorgó el espacio, la fundación apoyó con el equipamiento del laboratorio, con el acompañamiento de todo el proceso de la parte organizativa y de gestión. Esperamos que pronto podamos constituirse este grupo como una cooperativa con todo un proceso de modelo de negocios”, expresó.
Las 18 mujeres están perfectamente organizadas y cada una sabe cuál es su función en esta cadena productiva, la cual comienza en la elección de la esencia o de la planta de la que se hará el jabón. Mientras unas trituran el romero o la lavanda, otros más hacen las mediciones de los químicos y aceites.
Emplean aceite de olivo, de coco, sosa, agua destilada, azúcar y esencias como romero, lavanda y limón. Se mezclan todos los ingredientes y se preparan los bases donde se vierte la mezcla. Las bases son cajones de madera en forma rectangular que almacena poco más de dos kilos de jabón.
Una vez que se seca el líquido y endurece la pasta, se desmolda la barra y se hacen los cortes. Cada pieza de jabón se coloca en charolas para que permanezcan 40 días en almacén y sequen por completo antes de envolverlos, colocarles su etiqueta y venderlos.
Cada jabón tiene un costo promedio de 40 a 50 pesos, y a la fecha han logrado vender sus productos a través de las ferias en la Ciudad de México, en Tecali de Herrera, y en el mercado de la comunidad porque debido a la calidad del producto la misma población le ha hecho publicidad de boca en boca.
“Además de elaborar el jabón de manera artesanal, ven este espacio como un sitio en el que se pueden reunir como grupo para dialogar entre mujeres, despejarse de la rutina, para despejfrse, convivir y compartir sus problemáticas, tristezas y alegrías, porque es un tiempo que se dedican a ellas y eso lo valoran mucho”, dijo.
Todo este desarrollo productivo de las artesanas no hubiera sido posible sin el apoyo emocional a cargo de Margarita Cruz Nava, facilitadora de Desarrollo Humano en el Centro Puebla de la fundación.
Explicó que su función es trabajar con los diferentes grupos de mujeres que tienen en Puebla; y en el caso de San Antonio Juárez, realiza sesiones una vez a la semana. Por lo regular la plática, que puede ser de 1 a 2 horas, la lleva a cabo previo a la elaboración de los jabones.
“Las actividades van desde la relajación, el diálogo, la escucha, compartir entre ellas sus puntos de vista que van desde sus propias experiencias, de su vivir, de su familia, y entre ellas van encontrando las respuestas, las soluciones y se aconsejan”, dijo.
Los temas se abordan a través de dinámicas que fomenta el diálogo entre todas las participantes, para que también todas aprendan a escuchar, a generar la confianza entre mujeres, para que entre todas se apoyen. Los temas que se abordan van desde la autoestima, al auto cuidado, el buen vivir, y la crianza de los hijos, entre otros.
“Estas sesiones son para el Desarrollo Humano, y ellas mismas nos han dicho que les ha ayudado a estar bien emocionalmente y establecer buenas relaciones con su familia y con su comunidad, porque hay mujeres que tienen diferentes cargos comunitarios”, citó tras indicar que como parte de una sociedad, la persona primero debe estar bien consigo mismo, con su familia y con su comunidad.
Lo que se busca es desarrollar la autoestima, la seguridad y la confianza de las mujeres en sí mismas y en sus capacidades; impulsamos el desarrollo de actividades productivas, capacitación para el autoempleo y trabajo digno para que las mujeres generen ingresos que les permitan mejorar sus condiciones de vida.
En ese sentido, coincide Teresa Muños Ramírez, una mujer de 37 años de edad, ama de casa y dedicada a atender a sus cuatro hijos y esposo.
En entrevista aseguró que le gusta aprender y conocer nuevas cosas, por ello es que decidió involucrar en este proyecto, porque al igual que el resto de las artesanas, los productos de palma no les generaba ingresos que les permitiera mejorar la economía de sus familias.
“Participar en este proyecto ha cambiado la manera de como expresarme, comunicarme mejor con las personas y ver que el lugar de las mujeres no solo está lavando trastes o haciendo las labores de la casa, sino que se puede salir adelante en esta comunidad donde no hay más recursos”, acotó.
También reconoció que en este proceso no fue fácil dar el primer paso, pues al principio sufrió el rechazo de su esposo, quien le decía que solo acudía a perder el tiempo, que no había resultados, que dónde estaba lo que ella ganaba por acudir al Centro Casa Origen Puebla.
Ahora, recibe el apoyo de su familia, y también las dinámicas han cambiado, pues pide el apoyo de su esposo e hijos para que pueda seguir acudiendo a las reuniones, y sí la apoyan. Es más, los hijos se interesan por conocer qué se hace en el laboratorio.
Talleres buscan empoderar a mujeres indígenas en Puebla
26
de Agosto
de
2018
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