La Habana, agosto (SEMlac).- Emprender y empoderarse son dos acciones que para la cubana Sara Ida Hernández van de la mano y en una misma dirección, un camino de crecimientos y aprendizajes que van conformando un proyecto de vida.
Remediana hasta la médula, siente que haber nacido en el municipio de Remedios en la provincia de Villa Clara, a unos 300 kilómetros de La Habana, marca su personalidad. A sus 57 años esta abogada de profesión se define como una mujer cubana de hoy, que supera estigmas y obstáculos y está siempre dispuesta a lograr nuevas metas.
Impulsora del proyecto "Yo puedo emprender", Hernández comentó a SEMlac que llegó al mundo del emprendimiento en el año 2020, mientras estaba extinguiendo una sanción penal. Entonces, entendió que era importante darles herramientas a las mujeres que cumplían sanciones penales para su reinserción social.
"Se lo propusimos a la jefatura de la prisión de mujeres de La Habana como parte del programa de capacitación en oficios, que además está coordinado con los programas de adiestramiento de la Casa de Orientación a las Mujeres y la Familia del municipio de la Lisa y así salió un proyecto", recordó.
Su primer nombre fue "Mujeres emprendedoras", el cual se transformó luego en "Yo puedo emprender", pues una vez que Hernández salió en libertad, la Federación de Mujeres Cubanas acogió la idea y desde abril de 2022 se sumó de manera experimental a los programas de adiestramiento de las Casas de Orientación a las Mujeres y la Familia de los municipios de Plaza de la Revolución y San Miguel del Padrón, en La Habana.
"Ya hoy estamos hablando de un proyecto fuerte que tiene seis módulos, cinco talleres anexos y varios eventos conexos", explicó Hernández, quien señala que actualmente tiene un carácter más inclusivo, pues a las Casas se acercan personas que quieren aprender a emprender, que tienen una idea de negocio, pero no saben cómo desarrollarla.
"En el proyecto han encontrado los cauces", afirmó, y significó lo que ha representado en su vida esta "criatura", que le hizo sentir por primera vez el valor de hacer por otra gente, de acompañar.
"Cuando las talleristas que han participado en el proyecto me muestran sus emprendimientos, sus resultados; me dicen: 'ya sé hacer una ficha de costo, ya puedo ir a una feria a llevar mis productos', eso es tan gratificante, es tan bueno", confesó a SEMlac.
Hernández pertenece a la Red de Mujeres Emprendedoras de Cuba y a otros espacios donde se aborda el emprendimiento, no solamente pensando en las mujeres. Ello, unido a su experiencia en "Yo puedo emprender", le ha permitido constatar que emprender en Cuba hoy es algo complejo, no solamente por las dificultades que genera "el real bloqueo económico", sino porque "es algo de lo que nunca se habló después de 1959 (año del triunfo de la Revolución cubana) y las personas no conocen las claves más elementales".
"Yo siempre digo que emprender tiene que ser un proyecto de vida. Cuando emprendes también dejas atrás muchas cosas que rivalizan con el hecho de tener un nuevo proyecto", valoró y agregó que para hacerlo hay que tener decisión. "La persona que emprende es una persona resuelta y si eres capaz de emprender, entonces eres capaz de inspirar".
En su opinión, no todas las personas pueden emprender, porque se necesita tomar riesgos, enfrentar fracasos y superarlos, y entender que no se trata de un camino que lleva solamente a una bonanza económica; "es un compromiso con su entorno, con su comunidad, con su familia, que muchas veces no entiende lo que es emprender".
De colaboración y brechas
Hernández considera que los emprendimientos en Cuba, más que competir, han caminado hacia la colaboración, lo cual es un aspecto positivo. "Las emprendedoras y los emprendedores cubanos nos vamos conociendo y nos gusta colaborar porque no es una competencia dirigida a la pérdida, es una competencia dirigida a que todos y todas logren lo que se han propuesto", dijo.
Mencionó que en su experiencia personal ha contado con la cooperación de personas que en algún momento pensó eran inaccesibles y agregó que pierden los emprendedores que se alejan de ese principio de ayuda mutua.
"Sororidad tiene que ser, más que una palabra, hechos", subrayó.
A su juicio, no basta con decir "yo ayudo a otras mujeres", porque la palabra ayuda siempre significa poca participación de las otras. Entonces, la sororidad es hacer que la gente participe, que avance como persona, como mujer, como madre. Y la sororidad, como el término empoderamiento, como el término emprendimiento, como la propia resiliencia, es una palabra que tiene un significado muy hondo y, por tanto, más que explicarla hay que practicarla, apuntó.
En materia de emprendimiento consideró que persisten brechas de género marcadas por el escaso número de mujeres que lideran proyectos de esta naturaleza.
"La cifra de mujeres líderes en el sistema empresarial privado todavía es insuficiente", remarcó, y señaló la persistencia de la discriminación hacia las mujeres en el empleo, lo mismo en el acceso, que en la permanencia y los requisitos de empleabilidad.
"Cuba tiene un Programa para el Adelanto de las Mujeres, una estrategia contra la violencia, un Código del Trabajo, un Código de las Familias y una norma contra el acoso laboral, pero, como he dicho en otras ocasiones, la realidad supera las normas y la voluntad política. Hay que trabajar en cada espacio donde eso sucede y hay que enfrentarlo con todas las fuerzas posibles para que no se multiplique y para que el número de mujeres que se decidan a liderar proyectos empresariales crezca", enfatizó.
De igual modo, consideró que los prejuicios laborales aumentan hacia las personas negras, una variable que se añade a las discriminaciones hacia el género femenino.
"Las personas negras tenemos un serio problema, que también viene de tantos años de decirnos: 'tú no puedes, tú no lo vas a lograr'. Entonces, si somos mujeres negras, incluso siendo profesionales, personas capaces, siempre somos víctimas del síndrome de la impostora", de la duda de si seremos capaces, opinó.
A esto se une que todavía existen empresarios y empresarias que vergonzosamente prefieren a una muchacha con queratina y pelo lacio en su emprendimiento, aunque no tenga todas las competencias, añadió Hernández.
Frente a este fenómeno consideró que las articulaciones de mujeres negras deben trabajar en contribuir a que se pierda el miedo a liderar los proyectos, y mostrar buenos referentes que permitan construir la confianza necesaria.
Sortear estigmas y obstáculos
Sara Ida Hernández habló también a SEMlac acerca de las brechas que se abren para quienes cumplieron una sanción penal, pues no bastan las leyes ni la voluntad política del Estado para que las personas vuelvan normalmente a la sociedad.
"En el imaginario popular está sembrado que la persona que comete un delito, sea cual sea, ya es una persona que no tiene nuevas posibilidades. Entonces, debes todo el tiempo no solo enfrentar eso, sino también demostrar de lo que eres capaz, saltar por encima de los reiterados No", comentó.
Añadió que, en su caso, siempre intenta sortear esos estigmas y obstáculos, pues se considera una persona muy dispuesta a lograr nuevas metas. "Si bajo los brazos, no habría aprendido nada de las lecciones que la vida me dio", afirmó.
Reconoció que las mujeres después de una situación como esa son marcadas con un signo negativo y se torna difícil abrirse paso a nuevas oportunidades; sin embargo, al igual que ella escogió seguir siempre adelante y mirar al horizonte, la mayoría emplea esa capacidad femenina de lograr lo inimaginable para otros.
"Las mujeres cubanas tenemos por delante muchísimas cosas que lograr, a veces no lo vemos, a veces pensamos que todo tiene que venir y no, eso es algo que está allí y nosotras también podemos ir a su encuentro", reflexionó.
Al respecto agregó que las mujeres necesitan mucho empoderarse. "Empoderarse significa en primer lugar ser suficiente, pero no es la suficiencia desde la arrogancia, desde el desconocer a los otros y a las otras; empoderarse significa por sobre todas las cosas ser capaz de llevar tu vida de una manera independiente, de una manera decorosa, pero influir en otras vidas".
En tal sentido, remarcó que es también un compromiso con el empoderamiento del otro, y aseguró que no se trata de algo fácil, pues implica muchas rupturas y "dejar ir".
"No todo el mundo, ni mujer ni hombre, está listo para eso. En la medida en que vas rompiendo tabúes, en que vas rompiendo autoexclusiones, en que vas enfrentando negativas y en que eres capaz de decir: 'yo puedo, yo lo lograré, yo lo he logrado, yo lo he alcanzado', eres una persona empoderada", valoró.
Hernández cree en el poder del feminismo y la sororidad para el emprendimiento femenino; también en el valor del trabajo y en la capacidad de las mujeres para lograr cosas hermosas. No obstante, consideró imprescindible trabajar en la educación y la formación social para desaprender algunos hábitos y conductas que retrasan el desarrollo femenino.
"Ser feminista hoy en Cuba es un reto todo el tiempo. Primero porque muchas personas no lo entienden y ven el feminismo como una conducta blindada en contra de lo que significa la masculinidad, y no es así. Ser feminista es apostar por los derechos de las mujeres, por lo que es ser mujer y por lo que las mujeres significan para la vida y todo lo que una mujer puede aportar a su entorno, a su familia, a la gente", dijo.
Esta cubana sueña con un país en el que todo sea posible, "mientras que sea hermoso gratificante y constructivo".
"Yo sueño una Cuba construida por los cubanos y las cubanas. Una Cuba en la que no tengamos que esconder en lo que creemos ni lo que pensamos, en la que seamos capaces de asumir cada criterio, cada opinión, cada motivo, con la misma transparencia con la que se nos ha ido enseñando el ser cubanas y cubanos. La Cuba que Sara sueña es en la que todos seamos felices de poder mostrar al mundo, pero sobre todo a nosotros mismos, cuántas cosas somos capaces de lograr", concluyó.