En 2014 la publicación de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (LGNNA) estableció los 18 años como la mínima edad para contraer matrimonio en las entidades federativas, una medida enfocada a terminar el matrimonio infantil y sus consecuencias; sin embargo, esto no ha tenido un efecto real en la disminución de los embarazos de niñas, aseveran las autoras del estudio “Fecundidad en niñas y adolescentes de 10 a 14 años de edad (1990-2016)”, Eliona Meneses y Mitzi Ramírez.
Las expertas recopilaron en esta investigación datos de las Estadísticas Vitales de Nacimiento del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y muestran que el aumento de las uniones libres de niñas entre 10 y 14 años de edad que presentan un embarazo es prácticamente complementario al decremento en los matrimonios legales: en 2010 un 7 por ciento de las niñas que tuvieron un hijo manifestaron estar casadas esta cifra decreció a dos por ciento para 2016.
Pero las uniones libres aumentaron: en 2010, 58 por ciento de las niñas con un hijo dijeron estar en “unión libre” para 2016, aumentó a 61 por cierto. “El impedimento legal no es un obstáculo para que en la práctica sigan ocurriendo uniones infantiles”, concluyen las investigadoras.
Con estos datos Meneses y Ramírez señalan que es inseparable la relación entre el matrimonio infantil y el embarazo a edades tempranas, además, dejan ver que son situaciones forzadas porque ocurren con hombres mayores a ellas, quienes pueden ejercer violencia económica, psicológica y particularmente sexual contra ellas.
Precisan que de las 11 mil niñas de 14 años de edad o menos que presentaron un embarazo en 2016 –de acuerdo con el Inegi- un 40 por ciento manifestó que su “pareja” tenía entre 15 a 19 años de edad; otro 23 por ciento refirió que entre 20 a 24 años de edad y 5 por ciento entre 25 a 29 años de edad.
Las autoras de esta investigación publicada este 2018 por Conapo, destacan que cada año es mayor el porcentaje de los datos no especificados del padre, posiblemente como resultado de las condiciones irregulares en las que suceden estos nacimientos ya que la mayoría se trata de abusos sexuales perpetrados por familiares.
Además, lejos de reducirse los embarazos infantiles en México este estudio alerta que van al alza, el análisis de los datos que realizan las expertas abarca el registro de nacimientos de niñas de 10 a 14 años de edad desde 1990 al 2016 (último registro de datos). En el primer año se estima ocurrieron 8 mil 341 embarazos de niñas, la cifra se mantuvo en los próximos años hasta 2010 que incrementó.
Ese año el Inegi cuenta 9 mil 659 embarazos de niñas, para 2016 se culminó con 11 mil 808 casos.
Las expertas indican que el mayor porcentaje de niñas embarazadas se da en los 14 años de edad, por lo que es necesario que se genere política pública enfocada en este sector.
Revelan que los estados con el mayor número de embarazos infantiles en 2016 según el Inegi fueron el Estado de México, Chiapas, Veracruz, Guerrero y Puebla.
Las investigadoras advierten que las consecuencias para las niñas que cruzan un embarazo son la mortalidad y morbilidad materna infantil debido a su inmadurez fisiológica para tener un hijo, por otra parte, las niñas se ven forzadas a menudo a abandonar la escuela para hacerse cargo de las responsabilidades maternas y del hogar.
Finalmente proponen que las entidades federativas se aseguren que las leyes sobre la prohibición del matrimonio infantil se lleven a la práctica, además que los entidades que aún no han eliminado de sus leyes las excepciones para contraer matrimonio antes de la mayoría de edad lo hagan (Baja California, Guanajuato, Nuevo León, Querétaro y Sonora).