La necesidad de educar desde edades tempranas en la igualdad de derechos de todas las personas, en el amor y la no discriminación son acciones imprescindibles para desarraigar estereotipos que continúan presentes en la sociedad cubana y que dañan a las mujeres lesbianas.
Estas ideas preconcebidas tienen impacto en su vida cotidiana, pues limitan su realización profesional y sus relaciones personales, consideró Milca Acosta, integrante de la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
¿Qué desafíos específicos enfrentan las mujeres lesbianas en términos de inequidades de género respecto a otras mujeres y hombres de la sociedad?
Creo que en una sociedad machista y patriarcal, enfrentamos muchas brechas. En el ámbito laboral, sobre todo, donde la discriminación afecta considerablemente el nivel de oportunidades de trabajo, pues te clasifican por tu orientación sexual. Los directivos son capaces de escoger a una mujer heterosexual por encima de una mujer lesbiana.
Me atrevería a decir que muchas mujeres lesbianas tienen una capacidad intelectual y profesional que no se explota totalmente por la misma razón. No son elegidas porque representan una supuesta amenaza para el empleo, el lugar donde se quieran desarrollar.
En nuestro país no he visto una mujer declarada lesbiana que sea presentadora de televisión. Estoy segura que hay muchas capaces de ser locutoras y transmitir el mensaje, pero no son escogidas. También pienso que, en el ámbito cultural, no se les brindan los espacios suficientes para que desarrollen su arte.
Creo que tenemos una brecha de equidad con respecto al aparato gubernamental. Somos muchos tipos de familias conviviendo y no existe una mujer lesbiana que nos represente en el Parlamento. No estoy hablando a nivel de barrio o municipio, hablo a nivel de país; no existe.
¿Qué rol juegan los estereotipos de género en la perpetuación de las brechas de género para las mujeres lesbianas y en la violencia hacia ellas?
Existen muchísimos estereotipos, pero hay tres que son los más comunes en nuestra sociedad. Uno que se generaliza es que a la mujer lesbiana le gustan todas las mujeres y siempre trata de convertir a las heterosexuales en bisexuales o lesbianas.
Entonces sucede que crecemos juntas en un barrio dos niñas y cuando una tiene definida su orientación sexual como lesbiana, la familia de la heterosexual, los amigos, los vecinos, el novio, le dicen que se separe de la otra, que mancha su imagen, que las personas van a hablar. Es decir, nosotros mismos hemos ido creando el estereotipo de que la mujer lesbiana es un peligro para la mujer heterosexual, y no es así.
Otro estereotipo es que las mujeres lesbianas tenemos esta orientación porque nunca hemos estado con un hombre, y eso es totalmente falso. Pienso, además, que es una falta de respeto hacia nosotras como personas, porque cuestiona e invalida nuestra capacidad de elección. Es un estereotipo muy machista y se basa en el pensamiento de que el deseo de las mujeres tiene que ser siempre satisfecho por un hombre.
Es muy común pensar que las mujeres lesbianas son masculinas, fuertes y eso es discriminación por la apariencia física. Tengo una amiga profesora de inglés en la educación primaria. Ella viste ropa masculina, tiene corte de cabello masculino y los padres de los niños se quejaron con la dirección de la escuela porque consideraban que la imagen dada a sus hijos no era un buen ejemplo.
Cuando hicieron un diagnóstico, la comprobación en el aula arrojó que los alumnos de esa maestra tenían un nivel de conocimiento superior en su asignatura en comparación con las demás materias que recibían de otros profesores. Es decir, a esta profesora la evaluaron por su apariencia física, sin embargo, los niños recibían mejores clases.
Esto lo sufrimos mucho hoy día y tiene que ver con las brechas, porque a una muchacha lesbiana que busca oportunidades de trabajo en un determinado lugar, le dicen que no; simplemente, porque se viste así, porque lo ven mal y piensan que afectará la imagen de la empresa, porque las personas se van a sentir acomplejadas; todo eso lo he escuchado y creo que es un estereotipo muy arraigado que sufrimos.
¿Cómo se pueden desafiar y cambiar estas representaciones negativas? ¿Qué lugar ocupa en ello el activismo?
El activismo debemos tenerlo presente en todos nuestros roles en la vida: el barrio, el trabajo y nuestra vida social. Tenemos que ir limpiando la imagen de la mujer lesbiana de esos estereotipos que nos consideran peligrosas, mujeres incultas, descerebradas, violentas.
En nuestro actuar diario, en nuestro comportamiento, en las reglas de convivencia, en las reglas cívicas y de educación, nosotras tenemos que dar el ejemplo, porque somos un foco para el mundo. Llegamos con nuestra pareja a Coppelia y todo el mundo nos está mirando, llegamos a un cine y sufrimos lo mismo, montamos en un carro y todos se quedan perplejos.
Comenzamos un trabajo y aún sin tener relaciones laborales, la nueva ya es apodada de “la lesbiana”, y encima de la nueva están los jefes, los administrativos, todos tratando de detectar un error para señalarlo.
Por eso pienso que, desde la convivencia en nuestro hogar, tenemos que ser ejemplo y quitar ese concepto de que somos peligrosas. Donde vivimos hay muchísimos tipos de familias, personas con diferente mentalidad, personalidad y carácter. Nosotras tenemos que ser el ejemplo, ser útiles en la comunidad, mantener un nivel de educación y de convivencia familiar acorde con las reglas.
Muchas familias disfuncionales de parejas heterosexuales, en el día a día, se maltratan y todos los vecinos sufren eso en carne propia. Como mujeres lesbianas debemos tener un tono de armonía en nuestros hogares y así damos ejemplo de que sí, dos mujeres pueden ser reconocidas, valoradas y aceptadas como el resto de los tipos de familias que existen.
Pienso que también en las escuelas podemos hacer un trabajo, en coordinación con el Ministerio de Educación, para dar charlas educativas a los estudiantes, exponiendo nuestra verdad, nuestros derechos, explicando que somos seres humanos con mucho que aportar a la sociedad, como el resto de las personas que tienen una orientación sexual diferente. (Imagen Ilustrativa/depositphotos)