Panamá clausuró el comercio no esencial a mediados de marzo pasado, al inicio de la pandemia que golpea con fuerza al país y lo ubica ahora como el de más casos confirmados en Centroamérica, con 78.446 y 1.722 muertes.
Entre mediados de mayo y junio se reactivaron algunas actividades como los servicios técnicos y la industria, y esta semana se anunció que desde el lunes próximo podrán abrir las salas de belleza y barberías, al 50 % de su capacidad, y las ventas minoristas pero solo para despachar a las puertas del local lo que el cliente compró por internet.
"No hay aún reapertura (plena) de los sectores donde trabajan las mujeres como son servicios, hostelería o comercio. Así, seguimos estando en desventaja", le dijo a Efe Isabel Guzmán, representante del Comité de Mujeres de Confederación Convergencia Sindical.
NI CONTRATO NI REINTEGRO AL TRABAJO
"La empresa todavía no ha liquidado a nadie, solo nos mantienen los contratos suspendidos. Pero hay que estar preparado psicológicamente para cuando te llamen y te boten", relató a Efe Sofía, quien laboraba en un gran almacén en Ciudad de Panamá hasta marzo.
Sofía se marchó de vacaciones, cuando regresó la pandemia ya había llegado y la empresa donde trabaja, junto con otros 800 compañeros, cerró y suspendió sus contratos, una figura que existe en la ley panameña y que el Gobierno afirma busca preservar el puesto y evitar despidos.
Según las cifras del Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral (Mitradel), se han registrado 277.231 contratos suspendidos desde inicios de la pandemia, el 57 % correspondientes a hombres y el 43 % a mujeres.
La apertura de actividades en mayo y junio consiguió reactivar 37.034 contratos, de los que el 35 % corresponden a mujeres, unos número que confirman una "desproporcionalidad" por géneros en el reintegro y retorno a los puestos de trabajo, dijo a Efe la directora nacional del Ministerio de Trabajo, Zaritma Simon Rodríguez.
"Existe una preferencia hacia los hombres a la hora de contratar y reactivar los puestos de trabajo", confirmó Simon Rodríguez.
La situación se repite en otros países y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dicho que la pandemia está afectando en mayor proporción a las mujeres, ya que trabajan en la informalidad y sectores sociales, los más golpeados por la crisis.
UN CÓCTEL: TELETRABAJO, LOS NIÑOS Y LA CASA
"Las mujeres están, las que pueden, laborando desde sus casas. Esto representa una carga física y emocional porque tenemos que estar atentas al hogar, niños, adultos mayores, personas con discapacidad generando una carga emocional", señaló la líder sindical.
Una carga corroborada por el Ministerio de Trabajo: "al tener recargo de trabajo aparecen las cargas emocionales: más cansancio psicológico y físico que tiene como consecuencia una menor rendición laboral", dijo a Efe la directora de Género y Trabajo, Yelitza González.
Socialmente, las mujeres han sido delegadas al cuidado de hogar y los niños, así como a trabajos relacionados con la limpieza y la atención de mayores, pero además, en Panamá también tienen una fuerte presencia en el área de enfermería, un sector desbordado y golpeado por la pandemia, dijo González.
Así, la COVID-19 ha agudizado los roles sociales impuestos aumentando desproporcionalmente la carga de las mujeres, creando momentos de estrés y ansiedad.
"No queremos que esto llegue al punto de que la mujer tenga que decidir si cuidar a sus hijos o trabajar", explicó González.