La Habana, julio (SEMlac).- Vidas que se van transformando en el tiempo, mientras tejen con fibra vegetal, son las que se muestran en el documental Mujeres de guano (2023), del realizador Claudio Peláez Sordo, un audiovisual promovido por el Centro Félix Varela, con el apoyo de la embajada en Cuba del Reino de los Países Bajos.
En la obra se cuentan las historias de un grupo de tejedoras del Yarual, una pequeña y poco accesible comunidad del municipio de Bolivia, en la provincia de Ciego de Ávila, a unos 425 kilómetros de la capital cubana.
Ellas hablan a cámara de jornadas y normas productivas que pueden ser agotadoras para algunas, las de mayor edad; pero estimulantes para otras, capaces de lograr que la fibra cobre vida en variados diseños y no solo en los bolsos que tejen a diario para la empresa de producciones locales que los comercializa.
"Sus testimonios sostienen la pertinencia de la lucha, del acompañamiento, de la formación continua y del empoderamiento de las mujeres cubanas", enuncia la nota que presenta el documental.
Llevan ya varios años de rutina productiva, de hacer una jaba y media al día y trabajo a destajo, pero los cambios se han ido gestando de a poco, a la par del acompañamiento del Centro Félix Varela (CFV) y su proyecto "Fortalecimiento de trasformaciones ambientales para la adaptabilidad al cambio climático desde comunidades cubanas".
La iniciativa tiene como objetivo fundamental contribuir al bienestar socioeconómico de las mujeres tejedoras del guano cana, a partir del desarrollo de una nueva forma de gestión económica con enfoque de equidad.
Producir jabas de guano es la principal fuente de empleo que ellas encuentran en el Yarual y lo que les garantiza el sustento propio y de la familia. Pero el salario es muy bajo y no alcanza, más si se tiene hijos, relatan en la pantalla y lo repiten al final de la exhibición.
Muchas no tienen un título de estudios, pues tuvieron que abandonarlos en el camino; han aprendido la tradición del guano de niñas o después.
Con el proyecto, al menos han mejorado mucho sus condiciones de trabajo y entre ellas han creado un espacio de apoyo solidario que las sostiene y ampara.
"Es un proyecto centrado en la transformación, nace con esa idea y la de visibilizar a grupos y comunidades en situación de vulnerabilidad, para lo cual hemos contado con el apoyo de varios financistas de la cooperación internacional", explica Mirlena Rojas Piedrahita, directora del CFV.
Por una parte, la iniciativa permitió proveer de recursos necesarios y mejorar las condiciones de trabajo, con la adquisición de un dispensador de agua, nuevas luminarias, ventiladores y un televisor que les ayuda a tener jornadas menos tediosas de actividad manual.
A la par, el proyecto se enfocó en capacitar a las tejedoras, para ofrecerles conocimientos y herramientas que les permitieran conocer sus derechos y las normas legales que los sustentan, ampliar los horizontes de sus posibilidades productivas, identificar y actuar ante la violencia de género, elevar su autoestima, deconstruir estereotipos y tomar las riendas y decisiones de sus vidas.
"Nos sentimos ya mujeres empoderadas y con más deseos de seguir trabajando, porque vemos el cambio", asegura Reina Cruz, la administradora.
Para Ana Manzano, quien coordina el proyecto desde el gobierno de la localidad, ha habido un antes y un después para las tejedoras del Yarual.
"Cuando llegamos a esta comunidad, ellas eran mujeres invisibles, con pésimas condiciones de trabajo y de vida, a veces deprimidas. El cambio se nota, ya no son las de ayer. Han participado en la posibilidad de tener un taller digno para trabajar y se sienten capaces. Se nota que han tenido un crecimiento personal", comenta.
En esta nueva etapa, luchan ahora por establecer allí una nueva forma de gestión económica, que les permita diversificar sus producciones y elevar las utilidades y beneficios para ellas y la comunidad. Sueñan con ampliar también la comercialización e incluso llegar a exportar sus creaciones.
Además, extienden sus energías a la comunidad, a partir del compromiso social, en especial con el desarrollo de talleres con niños y niñas en las etapas de vacaciones.
A criterio de Ania Mirabal, del CFV, han sido muy importantes las estrategias que se han desarrollado allí, como la práctica de un diagnóstico participativo y también de una mirada integral al territorio.
El proyecto contempla, igualmente, el manejo sostenible del cultivo y uso del guano, mediante un sistema de siembra que permite la regeneración natural de las plantas y una explotación acorde para su mantenimiento.
Además de esa imprescindible materia prima, cuentan con un valor agregado vital que transmiten de unas a otras en la enseñanza del tejido con guano, todo un conocimiento intangible que mantiene viva esa tradición cultural y aviva el optimismo allí, donde el cambio ha sido trabajoso pero no imposible y donde lo mejor, concuerdan muchas, está por venir.