Mujeres expuestas a covid-19, hacinamiento, desempleo, más trabajo no remunerado y violencia

02 de Noviembre de 2020
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México, noviembre (SEMlac).- El mundo vive un rápido proceso de urbanización, donde las ciudades albergan al 55 por ciento de la población mundial y se prevé que esa cifra aumente hasta 68 por ciento en 2050, según los datos que la ONU hizo públicas por el Día Mundial de las Ciudades.

Con estos números en mente, las Naciones Unidas indican que es urgente una respuesta eficaz de las ciudades a la emergencia del coronavirus, al igual que la elaboración de un plan para futuros brotes de enfermedades infecciosas en esos centros urbanos.

Con un porcentaje estimado del 90 por ciento de todos los casos registrados de covid-19, las zonas urbanas se han convertido en el epicentro de la pandemia y se han desbordado los servicios de salud públicos.

Además, en las zonas urbanas, las medidas de confinamiento derivadas de la covid-19 han tenido repercusiones econo?micas que van más allá? de sus propios límites. Las economías urbanas representan, aproximadamente, 80 por ciento del PIB mundial.

La ONU estima que las horas trabajadas en todos los países y todas las regiones han caído 14 por ciento en el segundo trimestre de 2020 con respecto al último trimestre de 2019, lo que equivale a una pérdida de 400 millones de puestos de trabajo a tiempo completo. El sector informal, que supone un 90 por ciento y un 67 por ciento del empleo en los países de ingreso bajo y mediano, respectivamente, ha sido uno de los ma?s perjudicados en todo el mundo.

En el primer mes de la crisis, quienes trabajaban en la economía informal perdieron, de media, hasta un 60 por ciento de sus ingresos. En África y Ame?rica Latina, la cifra fue de casi el 80 por ciento. El efecto ha sido devastador entre las mujeres, que esta?n sobrerrepresentadas en el sector informal y en otros muy castigados, como los del turismo y los servicios.

Además, para poder cumplir con seguridad las directrices de distanciamiento físico e higiene relacionadas con el coronavirus, todo el mundo deberi?a tener acceso a una vivienda adecuada. Sin embargo, la crisis de la vivienda urbana que se observa en todo el mundo obliga a unos 1.000 millones de personas, o un 24 por ciento de la población urbana mundial, a residir en barrios marginales y asentamientos informales, lo que empeora los efectos de la pandemia.

Con unos ingresos limitados o inexistentes durante los periodos de confinamiento, las personas en pobreza de las zonas urbanas de todos los países corren el riesgo de que los desalojen, mientras que el hacinamiento en las viviendas de baja calidad incrementa el riesgo de transmisión ra?pida.

Muchas mujeres también han estado más expuestas a la violencia y el abuso como consecuencia del problema de la vivienda. Los casos de violencia de género se han incrementado desde que comenzó la pandemia y han alcanzado niveles alarmantes en todas las regiones. Las restricciones a la movilidad y el aumento del desempleo y la pobreza han mermado todavía más la capacidad de las mujeres para escapar de situaciones de abuso.

Los hogares abarrotados, el abuso de sustancias, el acceso limitado a los servicios y la reducción del apoyo de los compañeros están agravando estas condiciones.
Antes de la pandemia, se estimaba que una de cada tres mujeres sufriría violencia durante su vida. Muchas de estas están ahora atrapadas en sus hogares con sus abusadores. De acuerdo con datos de la ONU, se registran aumentos de casos de violencia en más del 25 por ciento en países con sistemas de notificación establecidos. En algunas naciones, los casos notificados se han duplicado.

Por otra parte, la crisis global de covid-19 ha hecho claramente visible el hecho de que las economías formales del mundo y el mantenimiento de nuestra vida diaria se basan en el trabajo invisible y no remunerado de mujeres y niñas.

Con los niños y niñas fuera de la escuela, la intensificación de las necesidades de atención de las personas mayores y los miembros de la familia enfermos, y los servicios de salud abrumados, las demandas de trabajo de cuidado en un mundo covid-19 se han intensificado exponencialmente.

Antes de que la covid-19 se convirtiera en una pandemia universal, las mujeres realizaban tres veces más trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los hombres. En América Latina se estima que el valor del trabajo no remunerado representa entre el 15,2 por ciento.

Además, los cierres de escuelas han ejercido presión y demanda adicionales sobre las mujeres y las niñas: según la UNESCO, 1.520 millones de estudiantes (87 por ciento) y más de 60 millones de maestros están ahora en casa a medida que se expanden los cierres de escuelas.

Por otra parte, la prestación de servicios de salud sexual y reproductiva, incluida la atención de la salud materna y los servicios relacionados con la violencia de género, se ha visto afectada también en las ciudades. La desviación de la atención y los recursos críticos fuera de estas disposiciones puede resultar en una mortalidad y morbilidad materna exacerbadas, mayores tasas de embarazos adolescentes, VIH y enfermedades de transmisión sexual. En América Latina y el Caribe se estima que otros 18 millones de mujeres perderán el acceso regular a los anticonceptivos moderno debido a la pandemia.

Día Mundial de las Ciudades
El 31 de octubre se conmemora el Día Mundial de las Ciudades y este año el tema es "Valorar nuestras comunidades y ciudades".

Un comunicado de ONU Hábitat señala que a medida que los gobiernos nacionales y locales adoptan diversas respuestas al covid-19, el papel y el valor de las comunidades en los entornos urbanos se ha puesto de relieve, lo que nos obliga a reconsiderar la importancia de las acciones locales para la recuperación y la resiliencia urbana.

"La pandemia ha puesto de relieve la debilidad central de muchos sistemas urbanos, como las economías que dependen demasiado de los mercados mundiales y nacionales, sin un reconocimiento suficiente de la contribución y la importancia de los actores y redes locales, sociales y económicas".

Las comunidades son innovadoras, creativas, resilientes y proactivas en términos de encontrar soluciones, especialmente durante las crisis. "La forma en que las ciudades logren movilizar a sus comunidades, en términos de grupos de identidad, ubicación y estado económico, para abordar desafíos como la covid-19, el clima y la desigualdad, contribuirá a su éxito".

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