Las muchas maneras de vivir la fe

06 de Enero de 2025
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Las muchas maneras de vivir la fe. Foto: Ilustrativa/ SEMlac Cuba.
Las muchas maneras de vivir la fe. Foto: Ilustrativa/ SEMlac Cuba.

La Habana, enero (Especial de SEMlac).- Personas de fe y especialistas reconocen que la familia, la comunidad y el escenario público son ámbitos que atraviesan la experiencia religiosa de manera individual y colectiva en Cuba.

"Las religiones en las familias se viven según sus prácticas, las hay que imponen su manera de interpretar la fe como única y, de esta manera, se transmite de una generación a otra", refiere la activista Argelia Fellove Hernández, coordinadora del proyecto Afrodiverso y practicante de la religión afrocubana Osha Ifá, por más de 30 años.

En efecto, la práctica religiosa suele desarrollarse impulsada por costumbres familiares, aunque, en no pocos casos, ese llamado llega de manera individual.

"Cuando empecé en la iglesia mi mamá no entendía, pues yo no vengo de una familia con tradición religiosa. Pero he sido llamada a vivir la fe como un estilo de vida, por convicción propia, en coherencia con quien soy. Creer o no creer no puede imponerse", cuenta a SEMlac la joven cristiana Ana Luisa Bravo Rodríguez.

Especialista del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo (CCRD) ubicado en el municipio de Cárdenas, a 148 kilómetros de La Habana, Bravo Rodríguez ha encontrado en la práctica de la religión valores como la solidaridad y la empatía. Se trata "de que te duelan los problemas de las personas", afirma.

Religión y familia suelen constituir un binomio esencial no solo en la reproducción de valores y prácticas en lo individual y familiar; también suele ser clave en el bregar de la vida cotidiana y sus múltiples dificultades.

"En muchas familias cristianas, por ejemplo, la religión sirve como motor impulsor para resolver lo cotidiano, sea a través de peticiones o la ayuda entre sus integrantes. Creo esto mismo suceda en familias multirreligiosas, cada fe pondrá su granito de arena en ese 'sobrevivir cotidiano'", explica Luis Carlos Marreno Chasbar, pastor y profesor de Instituto Superior Ecuménico de Ciencias de las Religiones (Isecre).

Marrero reconoce que, cuando estas "experiencias de fe se hacen públicas, se comparten entre vecinos y alcanzan a la comunidad", lo religioso gana fuerza social. Más si ofrecen alivio y esperanza ante la incertidumbre.

"Lo que sí está claro es que la religión ya salió de ese ámbito privado que era la familia y está en el espacio público, ejerciendo y proponiendo desde sus códigos varios tipos de sociedades cubanas", insiste Marrero Chasbar.

Diversidad y desigualdades, fuera y dentro de los templos
"Este es un país con una pluralidad religiosa inmensa", dijo la historiadora Yohana Hernández Suárez, el pasado 3 de octubre en el espacio de debate Último Jueves de la Revista Temas, dedicado a lo religioso en el espacio público.

La investigadora titular del Instituto de Historia, y profesora adjunta de la Universidad de La Habana, remarcó la diversidad y el sincretismo como una constante del campo religioso cubano, una afirmación presente en múltiples artículos académicos y análisis históricos.

"El cuadro religioso cubano resulta diverso, heterogéneo y hasta contradictorio. Su complejidad está dada, más que por la cantidad de distintas formas, por el origen diferente de cada una de las manifestaciones religiosas existentes", resume Jorge Ramírez Calzadilla en el artículo Las relaciones iglesia-estado y religión-sociedad en Cuba.

El investigador del Departamento de Estudios Sociorreligiosos, del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (Cips), ofrece un recuento sobre el devenir de las instituciones religiosas en la nación caribeña desde la colonia hasta los años 90 del siglo XX y destaca el impacto de la cultura española, la africana y la norteamericana en la conformación del campo religioso nacional.

Con una mayor presencia del catolicismo, las religiones de origen africano, el protestantismo y el espiritismo, el especialista también menciona influencias de otras procedencias culturales, europeas y caribeñas, como el judaísmo y el vudú haitiano, por ejemplo. Sin embargo, a pesar de esa diversidad, la influencia o presencia pública no es equitativa.

"La incidencia puede ser mayor en dependencia del número de fieles, del poder económico y del apoyo que tengan del exterior", reconoció Hernández Suárez en el espacio de debate que, con frecuencia mensual, organiza la Revista Temas.

Estas variables influyen en cómo se vive la fe, también a nivel comunitario y social.
 

Mariana Camejo, periodista, musulmana y feminista, opina que no todas las religiones han contado, ni cuentan, con las mismas posibilidades. Por ejemplo, "existen desde hace mucho tiempo grupos religiosos que aún no tienen ni siquiera una sede", explica Camejo.

Según su criterio, la representatividad de lo religioso en los medios y la hegemonía de algunas religiones también expresa desigualdades.

"La Iglesia Católica puede transmitir por televisión una misa, pero no todas las personas somo católicas ¿No? Hay otras ceremonias y ritos que son importantes para otros grupos religiosos que no tienen ningún tipo de representatividad", reflexiona.
 

La joven comunicadora apuesta por incluir lo religioso en la agenda de los medios, con sistematicidad y más allá de coyunturas sociales y políticas, de una manera en la que se muestre la pluralidad de sus voces, propuestas y desafíos actuales.

Pero, ¿qué pasa con la diversidad al interior de los templos e instituciones religiosas? Contradictoriamente, los valores de inclusión y respeto que se buscan y profesan puertas afuera no siempre se practican para todas las personas en los espacios religiosos.

Las personas LGBTIQ (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, intersexuales y queers) saben lo difícil que es vivir su fe en comunidad y desde la aceptación.

"Yo provenía de una iglesia donde todo lo que está fuera de lo normativo es pecado. Viví momentos duros, de separación y exclusión; me dijeron que no podía cantar más porque estaba viviendo una vida errada. Hay iglesias que también son racistas", cuenta Yasmani Duconger Mayet a SEMlac.

Duconger Mayet actualmente es ministro de alabanza y liturgista en la Iglesia Ebenezer de Marianao, una comunidad con amplia tradición de servicio y aceptación de la diversidad, y en la cual ha encontrado la plenitud de vivir su fe cristiana, sin esconder su orientación sexual homosexual.

"Es algo maravilloso, no tengo palabras para expresar esa sensación de libertad plena, la sensación de saber que no voy a ser cuestionado por mi orientación sexual y que cualquier otra persona tampoco será cuestionada por la manera en la que se viste o asume su identidad. Para mí lo esencial es estar en un espacio en el que se puede ser auténtico, vivir sin máscaras", celebra el joven cristiano.

El poder de la presencia, ¿para transformar?
Especialistas y practicantes identifican un florecimiento de la religiosidad nacional, nada nuevo si se sistematizan análisis que datan de los años 90 del pasado siglo. Eso sí, las crisis económicas sistemáticas que ha vivido el país se presentan como una variable esencial para comprender el reavivamiento religioso en las diferentes etapas y sus complejidades.

"En cada cuadra o kilómetro cuadrado hay una casa religiosa, espiritista o cultos cristianos. Socialmente resulta invasivo de alguna manera, ya que rompen los derechos humanos de las personas no practicantes. Por ejemplo, algunos te tocan a la puerta de tu casa y te imponen su palabra", opina Argelia Fellove Hernández.

Esa presencia creciente sobresale no solo en los espacios comunitarios, también son más frecuentes los eventos públicos, más visibles las publicaciones, aumentan los emprendimientos vinculados a las tradiciones religiosas y culturales africanas, a la vez que ganan alcance los mensajes en las redes sociales de algunos actores religiosos.

"Es un fenómeno social, con características, estructuras muy bien montadas, con discursos y objetivos precisos, con posicionamientos en lugares decisivos en la sociedad y que están ejerciendo roles positivos o negativos en la Cuba actual", reflexiona Luis Carlos Marrero Chasbar.

A partir de 2018, durante los debates por el referendo constitucional, se activó la alerta sobre los fundamentalismos religiosos y políticos de algunas iglesias y líderes cristianos. Sus propuestas actuales trascienden el ámbito religioso y plantean cambios socioeconómicos y serios retrocesos en materia de derechos para las mujeres y los colectivos LGBTIQ, principalmente.

Sin embargo, las personas entrevistadas para este reportaje y grupos religiosos comprometidos con el bienestar colectivo, remarcan los aportes de la fe y de las distintas religiones en Cuba, como parte esencial de la nación.

"Creo que el rol de las instituciones cristianas de hoy debe ser el bien para la comunidad, ayudar a las demás personas, ser faro y bastón, para que puedan acercarse a una vida más plena", propone Yasmani Duconger Mayet.

Con él coincide Mariana Camejo, quien destaca esa tradición histórica de los grupos religiosos de apoyar ante desastres naturales, de ofrecer consuelo y esperanza a las comunidades y, no en pocos casos, de apostar por una fe emancipatoria.

"A las y los religiosos hay que dejarlos hacer, pero al mismo tiempo hay que lograr regular lo religioso, porque de lo contrario tenemos el camino abierto para que el fundamentalismo siga creciendo y, en medio de esta crisis económica, va a tener mayores posibilidades de ganar adeptos pues ofrece la seguridad que ahora mismo el sistema socioeconómico no garantiza", concluye Camejo.

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