La realizadora Magda González Grau, directora de la película ¿Por quién lloran mis amigas? (2017), dijo que Fresa y Chocolate (Tomás Gutiérrez Alea "Titón", 1993), significó un hito en el tratamiento de las masculinidades, con la aparición por vez primera en la cinematografía nacional de un protagónico homosexual asumido.
"Por eso considero importante abordar estos temas en nuestro cine", remarcó luego de hacer un recorrido y reflexionar acerca de varias obras que, en diferentes momentos, han tocado esos temas.
"Un Diego o una Irene pueden hacer más sobre las conciencias que cualquier edicto, porque llegan a los corazones y las mentes a través del arte", dijo en referencia a dos personajes homosexuales de los filmes mencionados.
Si bien reconoció que en el cine cubano hay filmes memorables que tienen a mujeres como protagonistas absolutas, todos han sido realizados por directores hombres, acotó. En tanto, la mayoría de los filmes de la nación caribeña de 1959 a la fecha tiene como protagonistas a personajes masculinos heterosexuales, precisó.
La directora cubana de cine y televisión llamó la atención también acerca de la necesidad de velar por la representación y el tratamiento de la masculinidad y la femineidad en las obras audiovisuales que se hacen y exhiben en un contexto no exento de machismo, violencias, prejuicios y discriminación por razones de género, identidad y diversidad sexual.
"Nos toca a las realizadoras mujeres, también discriminadas, jugar el rol de asumir en nuestras obras una masculinidad y una femineidad diferentes a las de etapas anteriores", sostuvo.
González Grau reflexionó, además, sobre la presencia de las mujeres en las diferentes especialidades cinematográficas.
"El cine, desde sus inicios, fue un predio masculino", recordó. "Solo algunas especialidades como la edición, que precisa de habilidades manuales parecidas al corte y la costura, estuvieron abiertas al sexo femenino".
Las mujeres han ido accediendo a diversos espacios de ese universo a partir de un desarrollo tecnológico que, al aligerar el peso y tamaño de equipos y herramientas de trabajo, se ha convertido en un elemento liberador.
Sin embargo, en las historias del cine cubano suele haber más héroes que heroínas, se ha abordado más la homosexualidad masculina que la femenina y ha sido muy difícil el acceso de las realizadoras al largometraje de ficción, aspectos que González Grau cuestionó en busca de reflexión.
Con su primer largometraje de ficción ¿Por qué lloran mis amigas?, la cineasta se convirtió en la última mujer a cargo de una obra de ese tipo en el país, donde solo suman nueve películas realizadas por mujeres desde que, en 1974, Sara Gómez dirigiera De cierta manera.
No obstante, reconoció, de entonces a la fecha se han sumado más cubanas a la realización audiovisual y en los últimos 10 años se ha duplicado el número de largometrajes de ficción dirigidos por ellas.
Para la filóloga Teresa de Jesús Fernández, activista por los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersex y queer (LGBTIQ), se impone seguir trabajando en el escenario educativo para hacer evolucionar el pensamiento y las actitudes retrógradas que promueven los fundamentalismos de diverso signo, emergentes y activos en la sociedad.
Celebró, además, la obra de González Grau, cuya película muestra a una mujer lesbiana que escapa de los estereotipos y se enamora de la inteligencia, la valentía y los valores de otra mujer.
"Es una forma distinta de abordar la vida de las mujeres lesbianas y no verlas solo a través del amor físico tan asentado en el imaginario popular, sobre todo para el disfrute o goce del hombre", comentó la también coordinadora de la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales del Cenesex. [email protected]