Minerva Marín “salió del surco” para ser líder jornalera

10 de Junio de 2016
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Cimacnoticias | Ciudad de México.- 10/06/2016-. Una trabajadora agrícola de Ensenada, Baja California (BC), oyó sobre el paro laboral que en 2015 iniciaron las y jornaleros de San Quintín. Se impresionó de la protesta y del interés nacional que estaba causando. Se sintió contagiada y en menos de lo que pensó se convirtió en la secretaria de Igualdad de Género del primer sindicato nacional de las y los jornaleros.

Ella es Minerva Marín Ordaz, una de las dos mujeres que integran las secretarías del Sindicato Nacional Independiente Democrático de Jornaleros Agrícolas, que obtuvo su registro en noviembre de 2015 luego de emprender marchas multitudinarias nunca antes vistas en esa región agrícola, paros laborales en los principales centros de trabajo, y reuniones en San Quintín con funcionarias y funcionarios federales que nunca habían pisado la zona.

El pasado fin de semana Minerva Marín estuvo en esta ciudad para participar como integrante de la Coordinadora Nacional de Defensoras de Derechos Humanos Laborales, una iniciativa de la organización civil Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ProDESC).

Junto con trabajadoras del hogar, de la maquila y migrantes –todas defensoras de sus garantías laborales–, ella emprendió un proceso de capacitación y aprendizaje. Su primer gran reto es como secretaria de Igualdad de Género de su gremio, porque –acota– no tuvo estudios y, como dice, “va saliendo del surco”, que es el pedazo de tierra que las jornaleras trabajan (a veces de cuclillas) para la pizca de productos del campo.

Como la mayoría de las personas en San Quintín, una región agrícola de Ensenada, BC, Marín Ordaz ha sido jornalera y migrante toda su vida. Nació en el estado de Oaxaca, pero emigró a Veracruz donde desde los 12 años de edad trabajó en la siembra de calabaza, tomate y arroz.

A los 18 años atravesó al menos seis entidades y llegó a Ensenada, al norte del país, donde siguió ayudando a su madre y a su padre a trabajar en el campo a cortar espinaca, pepinos, pelar zanahoria y empacar.

De acuerdo con datos que recopiló ProDESC, de los 5.5 millones de personas que se ocupan en actividades agrícolas en México, 11 por ciento son mujeres cuya edad promedio es de 39 años.

Ahora Minerva –a sus 42 años de edad– tiene tres hijos y es soltera. Todavía es jornalera y se dedica al empaquetado de verduras. Se contrata por día o por temporada.

Como ella, 80 por ciento de las jornaleras carecen de seguridad social y no pueden acudir a un médico en caso de accidentes; 35 por ciento han sido víctimas de violaciones a sus Derechos Humanos laborales durante la jornada de trabajo, y 40 por ciento reciben un salario menor que el de sus compañeros varones, según la Encuesta Nacional de Jornaleros 2009 (la más reciente) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Para Minerva Marín, ser trabajadora agrícola significa laborar bajo la lluvia o el sol, estar agachada 10 o 12 horas, levantarse desde las 3 o 4 de la mañana para preparar el “lonche” (comida) que ella y sus familias llevan a los campos, y regresar hasta las 7 u 8 de la noche a la casa con una paga mísera de 150 pesos.

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las labores agrícolas son de las más riesgosas a nivel internacional por el contacto constante con químicos y fertilizantes.
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Minerva Marín Ordaz, en entrevista con Cimacnoticias | CIMACFoto: César Martínez López

El hartazgo ante estas pésimas condiciones llevó a que la Alianza de Organizaciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social en San Quintín iniciara movilizaciones en 2015, lo que motivó a Minerva a seguir el camino de la defensa de los derechos laborales, relata.

“Creo que a todo mundo nos impactó cómo unos simples jornaleros levantaron la voz de que ya estaban cansados de mucha injusticia y de que nadie volteara a verlos exigiendo los derechos que nadie nos reconoce (…). Salieron del surco a levantar la voz para denunciar los abusos de muchos años atrás porque ha habido mucha discriminación de todo tipo para las personas que trabajamos hasta más de 12 horas por un sueldo miserable”, señala.

Marín Ordaz cuenta que aunque ahora sólo haya dos mujeres en la dirección del sindicato –único en su tipo en México–, las jornaleras se integraron desde el principio a la misma lucha por los derechos laborales, porque también somos “mujeres cansadas de todo el abuso que hemos vivido”, expresa.

Ella considera que junto a su compañera María Elena Flores –secretaria de Relaciones Exteriores del gremio– enfrenta un reto muy grande para seguir en la lucha, ya que debe hacerse cargo de su familia y tiene que seguir trabajando, pues prácticamente vive “al día”.

“El reto yo misma me lo pregunto porque soy una mujer sola con tres hijos. Es muy difícil porque voy al día y con un sueldo miserable. Quisiera aprender más o trabajar más, y ese es el reto porque no hay apoyo y no hay posibilidades para trabajar al 100 por ciento como debe ser, pero estoy haciendo el mejor esfuerzo de aprender y captar lo que se pueda”, reflexiona.

Con sus movilizaciones, el movimiento jornalero obtuvo un aumento salarial de 30 pesos al pasar su pago de 120 a 150 pesos, pero esto derivó en que las empresas agrícolas aumentaran la carga laboral, hubiera despidos masivos, y también agresiones y persecución policiaca contra las y los trabajadores.

A pesar de este panorama, Minerva Marín se dice convencida de que las mujeres “deben estar a raya para exigir nuestros derechos, no tanto por nosotras pero sí por nuestros hijos, que no vamos a dejarles una buena herencia, pero sí una mejor vida, una vida digna”, recalca.

La líder jornalera se lamenta de que a más de un año de distancia del paro laboral que inició el 24 de marzo de 2015 en San Quintín, el hartazgo sigue, ya que el gobierno federal ha incumplido todos los compromisos que firmó en minutas y acuerdos, entre ellos la construcción de guarderías para las madres trabajadoras y el aumento del salario a 300 pesos.

Como representante gremial, Minerva se propone difundir en el país que ya hay un sindicato para la defensa de las y los jornaleros, y que es nacional, por lo que debe integrar a las y los trabajadores agrícolas que padecen las mismas condiciones de explotación en todo México. Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa

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