Mayra Espina Prieto: "Para estudiar a Cuba hay que pensar fuera de la caja"

14 de Octubre de 2024
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Mayra Espina Prieto: "Para estudiar a Cuba hay que pensar fuera de la caja".
Mayra Espina Prieto: "Para estudiar a Cuba hay que pensar fuera de la caja".

La Habana, octubre (SEMlac).- (depositphotos) Mayra Espina Prieto es una mujer curiosa. Lo confiesa a SEMlac y afirma que, si bien su profesión como socióloga la define como persona, fueron la curiosidad por la vida de los otros, sus avatares y cómo se forma el tejido social, las razones que la llevaron a optar por esa rama de las ciencias sociales.

Cubana, habanera, madre y abuela, la profesora, investigadora y doctora en ciencias, considera que la Sociología le ha brindado un método para interpretar los hechos con un componente científico; pero, además, le ha permitido hablar de las personas, de la convivencia y de las relaciones humanas.

Asuntos complejos y llenos de matices han ocupado a la experta, que no duda en afirmar que la situación de la mujer en Cuba, desde hace años, está atravesada por tendencias muy contradictorias: siempre se pueden mostrar algunos avances, pero no se ha logrado superar el patrón patriarcal y, en el contexto de la actual "policrisis" que vive el país, podría decirse que hay un retroceso y se ahondan las brechas de género.

"Hay una historia de que las mujeres son las que saben bregar mejor con la crisis; entonces ahí la vida te pone la trampa. A veces hasta las propias mujeres somos las que decimos: déjamelo a mí, porque yo sé lavar sin detergente, sé preparar comida con pocos ingredientes. Entonces, las crisis exacerban esos patrones de subordinación y de inferiorización", consideró.

Espina Prieto sostiene que el momento que vive Cuba hoy desborda los marcos de una crisis y se convierte en policrisis, cuyas expresiones en los ámbitos económico, migratorio, social y de los servicios, entre otros, hacen muy difícil la capacidad de reproducción y sobrevivencia.

En ese escenario, las mujeres experimentan el impacto con mayor fuerza, no solo debido al rol de cuidadoras que se les asigna socialmente, sino porque se evidencian con mayor fuerza algunas desigualdades, como las relacionadas con el empleo y los ingresos, por ejemplo.

"Creo que en la crisis que vivimos hoy seguramente hay un retroceso muy grande de los procesos de emancipación de la mujer, que tendrá consecuencias de largo alcance", reflexionó Espina y agregó que esto se evidencia en espacios como la relación de pareja, donde emergen la violencia, el poder del dinero y la subordinación a ese hombre proveedor o que puede dar riqueza.

A esto se suman muchos elementos culturales que refuerzan esos patrones, como los audiovisuales, la música, el empleo del tiempo libre; todo apunta a ese hombre de poder que puede generar medios de vida para una mujer que se le subordina, añadió.

Brechas en el centro de las crisis
La socióloga refirió que hay señales de que la mujer está llevando una carga grande del proceso crítico. En su criterio, se puede hablar de una feminización de la crisis, pero también las zonas rurales se han visto muy afectadas y expuestas al retroceso social, por la pérdida de acceso a servicios y las dificultades con el transporte, entre otros asuntos que desestructuran la vida de las comunidades alejadas, las condena y las margina.

Espina comentó que hay una concentración de desventajas sobre la población no blanca y, "aunque la raza es una construcción cultural sin ningún fundamento biológico ni genético, sí es un constructo de relaciones de poder, de patrones culturales que llega hasta hoy", argumentó.

Hay una lógica muy sencilla: en las crisis se pierden oportunidades, se pierde acceso al bienestar, apuntó la experta, quien significó que esto tiene un mayor impacto sobre los grupos que ya estaban en desventaja.

"Hay una caída general muy brusca de todos los grupos sociales, pero hay quien tiene una base para salir a flote, tiene ahorros y formas de colocarse de la mejor manera posible. Entonces, en las crisis perdemos las mujeres y cualquier grupo que tenga una historia de exclusión", dijo.

Espina Prieto considera que el debate sobre las desigualdades de género ha tenido mayor espacio que el tema de las relaciones raciales, este último con un tratamiento muy por debajo del que merecía para una mayor comprensión nacional y para movilizar solidaridades.

"Noto en la sociedad cubana una especie de negación del racismo y la discriminación", sostuvo la especialista, quien remarcó, sin embargo, la sobrerrepresentación de la población negra y mestiza en las situaciones más negativas, como las peores condiciones de hábitat, de empleo, ingresos y en la pobreza.

"Creo que no hay suficiente conciencia de ese grado de desventaja y que es una deuda histórica que hay que reparar", valoró la socióloga y agregó que, aunque el Programa de lucha contra el racismo y la discriminación racial, aprobado en 2019, es un gran paso de avance, todavía no es suficiente.

"Cuba tiene sus especificidades por el proyecto social de tanto peso que se ha implementado durante años y, claro que hay avances evidentes en la superación de viejas brechas de equidad, pero no ha sido suficiente por errores de políticas, por incomprensión de la problemática y su profundidad, además de la restricción de los recursos", detalló.

Explicó que, igualmente, el país tiene su propia dinámica de reproducción de las brechas y, mientras no se comprenda en toda su multidimensionalidad e interseccionalidad, no será posible superarlas.

En tal sentido, aludió a la necesidad de comprender el peso de los factores históricos y mencionó que, si bien es cierto que la huella de la esclavitud no se borra en un siglo ni en dos, o que no se borra el peso del patrón patriarcal en un siglo; es relevante entender que esto se convierte en causa de nuevas desigualdades.

"La desventaja fue un efecto de la antigua esclavización y de los patrones de subordinación de la mujer. Ahora, ese efecto es una causa de que sea más difícil aprovechar oportunidades para esos grupos sociales, los canales de movilidad social ascendente son mucho más estrechos para ellos. Esa mirada contemporánea ha faltado", consideró.

Espina Prieto --quien se siente feminista y ha tratado de contribuir, desde su vida profesional, a la comprensión de las desigualdades y el lugar de la mujer en la sociedad-- subraya que no es posible superar una crisis de manera espontánea, sino que se necesitan políticas para lograrlo.

"Los aspectos económicos de una crisis podrían superarse, podría recuperarse el Producto Interno Bruto, la producción; pero quienes salieron perjudicados no necesariamente mejoran con esa recuperación, ya sus vidas adquirieron una dinámica de retroceso tan fuerte que, para volver a recuperarlas, se necesitan políticas directamente orientadas a ello", precisó.

Mayor participación para mayor equidad
La socióloga valoró que, en el contexto cubano actual, el activismo y los espacios de micropolítica e involucrar a la ciudadanía son recursos que quedan y han sido históricamente desaprovechados. "Se ha desaprovechado mucho la capacidad de transformación y de intelección de las bases ciudadanas de cualquier proyecto", agregó la especialista.

"El activismo muchas veces considera que la voz oficial no está en posesión de un diagnóstico adecuado, ni es suficientemente empática con la vida cotidiana de la gente", expresó Espina Prieto.

De ahí la importancia que concede a los vínculos entre las políticas y el activismo, aprender de estos últimos y sus experiencias de cambio, pues muchas veces las políticas gastan recursos enormes en cosas que ni siquiera les interesan a las personas o no resuelven los problemas de los supuestos beneficiarios.

Se trata de un camino ineludible en la Cuba que sueña esta investigadora: una sociedad "que no puede pensarse o estudiarse sin salirse de la caja" de los estereotipos que la rodean.

Espina Prieto aspira a un país donde el imperio de la justicia social sea real y no un discurso político; donde el grado de avance hacia la equidad sea mucho mayor, tanto en el acceso a bienes espirituales como materiales, servicios y bienestar de los grupos sociales más diversos; y donde quienes han sido preteridos históricamente tengan el espacio de realización que les corresponde.

"Una Cuba de equidad, de justicia social y donde esas tensiones entre la realización individual y el bien común y colectivo tengan una manera de encauzarse. Creo que un proyecto humanista tiene que encontrar maneras de armonizar o encontrar fórmulas de solución entre el bien común y las legítimas aspiraciones individuales, incluyendo la diversidad de miradas políticas, el derecho efectivo a la voz y a visibilizar lo que las personas piensan.

"La Cuba que yo imagino tiene una verdadera socialización de la propiedad de los bienes, atravesada por la justicia social. Es una aspiración. Yo creo que está en el corazón de la nacionalidad y ha tenido momentos de gran impulso, pero han venido momentos en que palidece, y creo que hay que recuperarla en su máxima expresión", concluyó.

La entrevista completa está disponible en nuestro canal de YouTube.

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