Mujeres Cautivas

15 de Septiembre de 2020
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La investigadora y defensora feminista Diana Russell, quien falleció a los 81 años de edad, dedicó su vida a luchar para poner fin a la violencia machista hacia las mujeres y las niñas. Tal vez su mayor logro y del que cual estaba más orgullosa fue acuñar y popularizar el término “feminicidio”, el que describió como “el asesinato de mujeres por hombres porque son mujeres”.

En 1974, la feminista norteamericana Carol Orlock estaba preparando una antología que ella llamó feminicidio. Diana decidió que el término debía usarse para describir los motivos misóginos detrás de la mayoría de ese tipo de asesinatos, así como sería una herramienta muy útil para elevar la conciencia y para inspirar campañas contra la violencia machista mortal.

Dos años más tarde, Diana usó el término en público en un evento en el que ella jugó un papel principal en la organización y que se llevó a cabo en Bruselas: el primer “Tribunal Internacional sobre Crímenes contra las Mujeres”. En ese evento ella dijo: “De la quema de las brujas en el pasado a la más reciente costumbre generalizada de los infanticidios de niñas en muchas sociedades, a los asesinatos de mujeres por el mal llamado honor, podemos darnos cuenta de que los feminicidios se han venido realizando por un largo tiempo”.

Dos mil mujeres de cuarenta países asistieron y oyeron de primera mano los relatos de la violencia machista y de la opresión. En su discurso introductorio, Simone de Beauvoir anunciaba el tribunal como “el comienzo de la descolonización radical de las mujeres.

En 1992 Diana co-editó, con Jill Radford, Feminicidio: Las Políticas del Asesinato de la Mujer, una antología que sirvió para profundizar y transversalizar los conceptos desarrollados casi dos décadas antes.

Nacida y criada en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, Diana fue la cuarta de seis hijos e hijas. Su padre fue James Hamilton Russell, un hombre de negocios y diputado del Partido Unidos; y su madre, Kathleen (nee Gibson), era la hija de Lord Ashbourne, un ex lord canciller de Irlanda.

Diana asistió a la escuela Micklefield y Herschel en Ciudad del Cabo y luego a la Universidad de Ciudad del Cabo.

Su involucramiento en el movimiento antiapartheid en su adolescencia inspiró su trabajo político y académico. Mientras participaba en una protesta pacífica en Ciudad del Cabo, fue arrestada y fue testigo de la brutalidad policial afrikáner, y posteriormente se unió al Movimiento clandestino de Resistencia Africana.

A los 19 años se fue al Reino Unido para realizar una maestría en ciencias políticas en la Escuela de Economía de Londres. Luego, en 1961, fue a la Universidad de Harvard para estudiar un doctorado. En 1969 Diana fue nombrada profesora de sociología en el Colegio Mills en Oakland, California, desarrollando el primer currículo de estudios de mujeres en la universidad (y uno de los primeros en los Estados Unidos). Permaneció allí hasta su jubilación en 1991, cuando se convirtió en profesora emérita.

En 1977 condujo una serie de entrevistas a profundidad con 900 mujeres, y más tarde publicó sus hallazgos en una serie de libros: “Violación en el Matrimonio” (1982), “Explotación Sexual: Violación, Abuso Sexual Infantil y Hostigamiento en el Lugar de Trabajo” (1984) y “El Trauma Secreto: Incesto en la Vida de las Niñas y las Mujeres” (1986). La psicóloga Judith Herman, quien colaboró con ella en un buen número de proyectos, se refiere a la investigación académica de Diana sobre violencia sexual como verdaderamente innovadora.

Diana regresó a Sudáfrica en 1987 para entrevistar a activistas revolucionarias en el movimiento de liberación contra el apartheid, cuyos resultados fueron publicados en “Vidas con Valor: Mujeres para una Nueva Sudáfrica” (1989).

A principios de la década de 1990 se enfocó en la pornografía. Editó la antología “Haciendo Sexy a la Violencia: Visiones Feministas sobre la Pornografía” (1993) y su libro “Contra la Pornografía: La Evidencia del Daño” (1994), expuso la conexión entre la pornografía y el aumento de la violación y el abuso sexual.

Al encontrarme con ella por primera vez en una conferencia internacional en el Reino Unido en 1996, recuerdo a Diana en su manera seca, ingeniosa y atractiva contando una historia durante la cena sobre ser arrestada por desorden público después de pintar con aerosol consignas feministas sobre un eslogan sexista en una cartelera. No era la primera vez, ni la última, que violaba la ley como parte de su activismo.

Aunque la antología de femicidio no tuvo inmediatamente el impacto que Diana esperaba en la publicación en el Reino Unido y Estados Unidos, iba a ser altamente influyente en la India, Australia y América del Sur. En 2004, tras la preocupación internacional por los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, México, Diana y Radford fueron invitadas a hablar en un seminario allí.

Al inaugurar la sesión, la congresista mexicana Marcela Lagarde y de los Ríos dijo: “A veces aparece un libro que cambia la historia y Feminicidio: Las Políticas del Asesinato de la Mujer (1992) es ese libro”. Desde la publicación de Feminicidios en Español, feministas de muchos países Latinoamericanos adoptaron el término y lo usaron para referirse a la violencia letal contra las mujeres.

Diana había empezado a escribir sus memorias pero murió antes de que pudiera concluirlas. Aparte del feminismo, su otra pasión era rescatar perros. Vivía entre ellos en una comuna de solo mujeres en Berkeley, California.

Le sobrevivieron su hermana Jill y su hermano Robín.

• Diana Elizabeth Hamilton Russell, activista feminista, académica y autora, nació el 6 de noviembre de 1938; falleció el 28 de julio de 2020.