Kriño, un emprendimiento enfocado en la infancia

De la redacción ([email protected])

NOTICIAS SEMLAC
09 de Octubre de 2023
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Kriño, un emprendimiento enfocado en la infancia. Foto: Ilustrativa/ SEMLAC Cuba.
Kriño, un emprendimiento enfocado en la infancia. Foto: Ilustrativa/ SEMLAC Cuba.

La Habana, octubre (SEMlac). - "Kriño no vende juguetes", dice con vehemencia Yenisleydis Lorenzo Carmenate a SEMlac. Lo afirma con la convicción de quien, a sus 35 años, más que un negocio impulsa un espacio de realización personal y un proyecto que desde la provincia de Matanzas -a unos 100 kilómetros de La Habana- contribuye a ayudar a otras personas.

"Kriño es simplemente eso, cariños", continúa la joven y añade que no hay dos juguetes iguales. No sólo por la singularidad que le aporta a cada pieza el carpintero o la persona que la decora, sino por la manera en que se crea.

"Cuando alguien se acerca con el deseo de comprar un juguete, le preguntamos qué necesita el niño, qué edad tiene, qué quieren lograr con él. A partir de ahí se define un kriño", cuenta Lorenzo Carmenate, graduada de Contabilidad y Finanzas en 2006.Kriño nació como experiencia única, al igual que lo fue la guardería, su primer proyecto independiente, que ideó en 2013 ante el nacimiento de su segunda hija.

"En los inicios mi familia me apoyó, pero estaban incrédulos, porque todos en casa pertenecen al sector estatal y yo era la primera que tomaba la decisión de convertirme en trabajadora por cuenta propia", relata.

La guardería fue, de algún modo, el inicio de Kriño, porque en medio de la pandemia de Covid-19, cuando fue necesario cerrarla, ella ideó, junto a sus compañeros, abrir una pequeña tienda de artesanías.

En un momento decidieron hacer juguetes para cuando los niños retornaran a la guardería. Conocían los efectos que el confinamiento le estaba provocando a la población infantil; mediante los grupos de WhatsApp mantenían contacto con sus familias y hacían actividades.

"Leyendo descubrí el efecto relajante de la madera en los niños y me dije: bueno, vamos a empezar", comentó.

Buscaron carpinteros que pudieran ayudar. Era un momento ideal, porque muchos artesanos se habían quedado sin fuente de empleo. "A veces poníamos a secar los juguetes y se veían desde la calle; eso comenzó a llamar la atención de las personas que pasaban. Entonces descubrimos que podía ser comercializable", afirma Lorenzo Carmenate.

Pero la experiencia es mucho más que hacer juguetes para vender, insiste, pues intercambian ideas con las familias y, sobre todo, mantienen una experiencia educativa con los niños de la guardería y otros que se han ido sumando con el paso del tiempo.

"Con el retorno de la normalidad, llegó otro momento de reinventarse, porque muchas personas me decían: 'ya mantente sólo con lo de los juguetes, que realmente te va bien y cierra la guardería'. Pero la guardería realmente es un compromiso, una responsabilidad grande y yo no podía negar que fue en los salones, con los niños, donde realmente surgió todo esto", rememora.

Desde entonces, los más pequeños se han convertido en parte del proyecto y eso es justamente lo que más disfruta la joven emprendedora. "Me siento con los niños, valoro las ideas, voy viendo qué funciona y qué no. Las educadoras nos dicen a veces el material que necesitan y nosotros lo creamos; a partir de ahí hemos ideado diferentes líneas de trabajo".

Para ella, ese tiempo de verlos jugar, estudiar juntos lo que necesitan y escucharlos, es sagrado, confiesa a SEMlac, y agrega que son una fuente inagotable de conocimientos. Detrás de cada pieza hay mucho estudio y trabajo en equipo, asegura, pues toman en cuenta el aporte educativo, la parte cognitiva y la sensorial.

El desafío de crecer
De los inicios al momento actual hay, muchas sumas, pues han añadido el trabajo con personas en situación de discapacidad y numerosas alianzas.

"Tenemos una persona que nos hace las etiquetas en su negocio de impresión. Trabajamos la creación textil, porque soñamos tener una línea de ropa para las guarderías.
"Ya logramos diseños de uniforme para las cuidadoras, tenemos un kit donde están las mochilas, las bolsitas de guardar los materiales, delantales, manteles, las servilletas, los depósitos para cepillos; todo para la guardería. Tal vez más adelante pudiéramos hacer otras producciones, como pelotas de trapo o títeres".

Esta joven valora altamente las alianzas y por ello mencionó los lazos creados con el Fondo de Bienes Culturales, Artex, emprendimientos como Fiesta feliz y Grandes ilusiones; el Centro de Reflexión y Diálogo de Matanzas, la sede de la Asociación Cubana de Artistas Artesanos y el Gobierno de la ciudad.

Un espacio especial lo ocupa el proyecto que coordina la doctora Yoysy Rondón, en el hospital Borrás-Marfán, en la capital cubana, que les abrió las puertas del mundo de los niños con discapacidad intelectual.

"Fue maravilloso ver la interacción de niñas y niños con juguetes que donamos, la forma en que los acogieron, especialmente un trencito que hicimos para ellos".

De esa relación nació el vínculo con Orlando Terré Camacho, presidente de la Asociación Mundial de Educación Especial, de la Organización para la Educación, Estimulación y el Desarrollo Infantil y de la Fundación Infanciar, quien ayudó al crecimiento profesional de Kriño.

"En Matanzas se impartió una capacitación para más de 300 personas, entre logopedas, fisioterapeutas, educadores y otros. En septiembre de 2022 nos invitó a integrar la Cátedra Infanciar Cuba, donde hay varios proyectos encaminados a las infancias. Es un trabajo hermoso y gratificante", comentó.

En lo personal, valora especialmente que este año recibió la condición de miembro del Consejo Mundial de Académicos e Investigadores Universitarios (COMAU).

Todos estos aprendizajes los han puesto en práctica, tanto en la guardería, como en Kriño, que actualmente trabaja con el proyecto Grandes ilusiones, que busca la inclusión de jóvenes con diversidad funcional intelectual y sus familias.

"Hicimos esos talleres en el verano, bajo el nombre Ilusiones con Kriño. En los inicios, el propósito era enseñar a pintar y dotarlos de algunas técnicas para que pudieran empezar a producir, que tuvieran una manera de obtener dinero y suplir sus necesidades", relata.

"Sin embargo, resultó que muchos tenían atrofiados el control muscular y el sistema cognitivo, por lo que fue necesario desarrollar las mismas actividades que hacíamos en la guardería, utilizando diferentes soportes", acota.

Tras una pausa en septiembre, en octubre retomarán los talleres dos veces al mes, hasta que sean capaces de decorar una pieza e incluso crear. Lorenzo Carmenate precisa que algunos tienen muchas habilidades, pero sufren de afectaciones emocionales, tienen momentos en que no quieren hacer nada o se deprimen, y es importante que logren ese control para trabajar y adquirir independencia económica.

En cooperación con la Federación de Mujeres Cubanas en el municipio matancero de Cárdenas, identificaron a madres con cuatro hijos o más, a quienes se les hacía difícil trabajar fuera de casa, y les ofrecieron empleo. Ahora, desde su hogar, ellas se ocupan de la terminación de las piezas.

"Kriño intenta ayudar a quien esté cerca", asegura su fundadora. "La idea es hacernos sentir siempre de manera positiva. El impacto que pudiéramos tener en una sola persona ya para mí es importante", dijo.

Cuando ellas emprenden
Yenisleydis Lorenzo Carmenate piensa que emprender es difícil, tanto para hombres como para mujeres; aunque reconoce que a ellas les cuesta un poco más, por las convenciones sociales que les dictan que deben lavar, atender a los hijos, la escuela...

"He tenido el apoyo de mi esposo", afirma y valora que "si tenemos una familia donde cada uno juega su rol, puede funcionar". Apela a su ejemplo personal, pues sus hijos de 14 y 10 años fueron educados para ser independientes y realizar labores en la casa. En general, su familia es su gran apoyo, precisa. "Creo que la falta de apoyo es el mayor obstáculo que enfrentan las mujeres para emprender".

No obstante, admite que ha sido difícil lidiar con los hombres bajo su responsabilidad, no tanto por su género como por su edad. "Los carpinteros tienen o tenían sus propios negocios y, a veces, es complicado que entiendan los detalles", argumenta.

Aun así, considera que los hombres que pertenecen a Kriño comprenden la responsabilidad social que tienen, saben que sus manos son capaces de hacer algo que dará un fruto real y se involucran desde su sensibilidad de padres, abuelos, tíos, hermanos.

Para ella, los obstáculos no son grandes ni pequeños y lo que cuenta es la actitud ante las situaciones. Estima que en una realidad cubana cambiante, con un entorno económico desafiante, hay tiene que ser capaz de enfrentar esos cambios y no convertirlos en obstáculos ni en pretextos para echarle la culpa a otros, lo que hay es que adaptarse, asegura.

"Emprender es difícil para cualquier persona, un poquito más para la mujer; pero si se llena de las herramientas que necesita y tiene un buen apoyo en la familia, sí lo puede hacer, no hay otra cosa que la pueda detener", enfatiza.

Para su proyecto Kriño, sueña con tener su propia sede, un espacio para niños y niñas, adolescentes, para la familia, donde se practique una recreación sana. "Pensamos en un espacio donde todo sea de producción local, desde la gastronomía hasta lo que se comercialice, encaminado verdaderamente para niñas y niños. Creo que lo lograremos pronto", concluye esperanzada.