Durante la 10 Conferencia Mundial Científica sobre VIH, que se realizó del 21 al 24 de julio en la Ciudad de México, la coordinadora mundial de prevención de VIH del Departamento de Estado de Estados Unidos, Heather Watts, explicó la necesidad de que las mujeres reciban información y se involucren en el diseño de políticas públicas frente al VIH.
En el encuentro se reunieron profesionales de la salud para discutir diversos problemas y soluciones asociadas con el VIH. Las y los expertos internacionales discutieron dos formas de tratamiento del VIH: la profilaxis de prexposición (PrEP) y la terapia antiretroviral (TAR).
La primera se da a personas VIH negativas pero que pueden tener contacto sexual con quienes son VIH positivos; mientras que TAR es una terapia antirretroviral que se administra a pacientes una vez que se diagnostica el virus y ayudar a evitar que éste ataque al sistema inmunológico.
Las mujeres embarazadas que viven con VIH enfrentan el riesgo de transmitir el virus al embrión. El TAR se utiliza durante el embarazo para reducir la probabilidad de que la gestante transmita el VIH al embrión.
Uno de los medicamentos de TAR más comunes, especialmente en los países en desarrollo, se conoce como DTG y se sabe que causa defectos de nacimiento cuando se inicia el tratamiento muy próximo a la fecundación. Sin embargo, también es el fármaco antiviral más eficaz para reducir la propagación del VIH si se comienza el tratamiento en una etapa más avanzada del embarazo.
Debido al temor que este medicamento ha causado, a menudo se ha dado información errónea y diferente entre países sobre DTG, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud establece normas para la atención.
En el contexto del riesgo de embarazo, las mujeres que no toman TAR durante la gestación tienen un riesgo mucho mayor de transmitir el VIH al embrión, señaló la experta.
"Siempre existe un riesgo potencial con medicamentos que se utilizan en el embarazo, pero existe un riesgo enorme, mucho mayor, de no tratar a las personas para la progresión y transmisión del VIH", dijo Watts.
El profesor de la Universidad de Washington, Jared Beaten examinó tres de los tipos más comunes de anticonceptivos femeninos: la inyección anticonceptiva Depo-Provera; el DIU de cobre y el implante de brazo, esto como parte del estudio “Control de Anticoncepción y Transmisión del VIH” (ECHO).
La investigación de Beaten demuestra que tomar anticonceptivos no reduce el riesgo de contraer VIH, la incidencia se observa en niveles similares de aquellas que no toman anticonceptivos.
Las y los expertos reconocieron que en las últimas décadas se han logrado grandes avances para cambiar la narrativa de las mujeres en torno al VIH.
La PrEP se ha normalizado en gran medida como tratamiento entre los hombres, y está empezando a ser popular entre mujeres. Incluso, las personas están empezando a reconocer que el VIH es un riesgo inmediato para su salud. A pesar de ello, la discriminación y el estigma impiden que muchas portadoras del virus accedan al tratamiento.
"El mayor desafío ahora en el VIH es poder escalar la prevención, para que todas las personas que corren el riesgo de contraer el VIH puedan recibir el tratamiento que se merecen", dijo Beaten.
"Si podemos normalizar las pruebas, el tratamiento y la prevención, entonces eso irá reduciendo el estigma", dijo Beaten
DISCRIMINACIÓN A MUJERES TRANS
Las y los expertos coincidieron en que tradicionalmente se considera al VIH como una enfermedad que afecta a los hombres y personas homosexuales, por lo que aquellos que se identifican como trans-mujeres, (o cualquier otro no hombre), a menudo se quedan fuera de la conversación. Esto los hace particularmente susceptibles a la violencia y al estigma asociado con el VIH. Como resultado, es menos probable que busquen tratamiento.
"Cuando observamos la violencia estructural y de género, vemos niveles muy altos de violencia (en la comunidad trans)", dijo el director del Programa de Ayuda de la Cruz Roja Tailandesa, Reshmie Ramatarsing, en su presentación en la mesa de ¨Perspectivas en mujeres trans en la prevención de VIH¨.
Ramatarsing identificó altos niveles de acoso durante la adolescencia y otras formas de abuso como las razones por las que las personas transgénero no confían en el sistema de salud.
La PrEP, o profilaxis preexposición, es el proceso de dar medicamentos antivirales a personas que no han estado expuestas al virus del VIH, pero que pueden estar en el futuro con su pareja sexual. El VIH se propaga con mayor frecuencia a través del contacto sexual y la PrEP es considerada por la mayoría como la forma más eficaz de prevención.
"Entre las barreras a la PrEP, la mayoría de las mujeres transgénero sufren discriminación", dijo la educadora brasileña de salud, Marie Amélia Veras, por ello habló de la necesidad de aumentar el acceso a la atención del VIH en general, reducir los precios de los medicamentos y cambiar la conciencia y las conversaciones de las comunidades en torno al tema.
Veras también dijo que es importante alejar la atención médica de los entornos médicos tradicionales, como las clínicas, donde las presiones de la salud podrían hacer que las personas que se atienden sean más reacias a recibir tratamiento, a fin de no vivirr discriminación basada en el estigma. En su lugar, dijo, hay que promover serían esfuerzos basados en la comunidad.
La profesora de salud pública de la Universidad de California, en San Francisco, Erin Wilson, afirmó que tambié hay disparidades raciales considerando que hay personas trans autodenominadas negras y latinas afectadas por el VIH en todo el mundo. "En general vemos que las mujeres transgénero tienen menos oportunidades, en San Francisco y en todas partes".
Wilson también dijo que es preocupante el resurgimiento de la incidencia de VIH en jóvenes, que muchas mujeres trans con VIH todavía no buscan tratamiento, y que están aumentando las poblaciones de quienes contraen la enfermedad.
Reshmie Ramatarsing señaló que la mayoría de los anuncios para la PrEP y otras formas de tratamiento del VIH se dirigen a los hombres homosexuales, lo que puede hacer que las mujeres trans sientan que el tratamiento no está diseñado para ellas. Samantha Bushman.