Género y color de la piel: cuando las violencias se multiplican

14 de Octubre de 2024
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Género y color de la piel: cuando las violencias se multiplican. Foto: Ilustrativa/ SEMlac Cuba.
Género y color de la piel: cuando las violencias se multiplican. Foto: Ilustrativa/ SEMlac Cuba.

La Habana, octubre (SEMlac).- La desigualdad de género es diferente a la que se basa en el color de la piel, pero estas formas de discriminación no se excluyen mutuamente, coincidieron especialistas de diferentes perfiles durante un taller organizado por el Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR), entre el 7 y el 10 de octubre de 2024.

"Con demasiada frecuencia ambas se entrecruzan dando lugar a una discriminación agravada o por doble motivo", aseveró la socióloga Clotilde Proveyer Cervantes, profesora de la Universidad de La Habana.

Sin embargo, aunque existen investigaciones sobre violencias machistas y también sobre racialidad en Cuba, no se evidencia una intención clara de relacionarlas o entrecruzarlas, lo que deriva en vacíos de conocimientos que impiden la correcta atención de estas problemáticas.

"Si bien hay personas con mucha experiencia que trabajan, por un lado, todo el tema de la vulnerabilidad, la pobreza, las inequidades, la racialidad y, por otro, de las violencias machistas; hay muy pocos trabajos sobre su intersección", sostuvo a SEMlac la psicóloga Beatriz Torres, especialista de OAR y profesora del Centro de Estudios Demográficos (Cedem), de la Universidad de La Habana.

En su "Análisis de las desigualdades y de la política social cubana desde una perspectiva interseccional", la también psicóloga María del Carmen Zabala, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), confirma esta percepción a partir de una sistematización de las principales desigualdades identificadas en las investigaciones sociales en Cuba.

De 366 estudios realizados entre 2008 y 2018 acerca de diferentes ejes de diferenciación que suponen ventajas o desventajas para determinados grupos sociales, la categoría de mayor presencia es género, abordada en 102 de los 126 trabajos que revelan intersecciones (80,9 %).

En contraste, las investigaciones sobre desigualdades sociales y color de la piel apenas constituyeron el nueve por ciento del total de los estudios sistematizados.

Para Zabala, también participante del taller, hay interrogantes esenciales que pueden pautar las investigaciones futuras en este camino: ¿el racismo y la discriminación constituyen en sí mismos formas de violencia?, ¿qué relación existe entre la violencia de género y la violencia racial?, ¿qué ámbitos o espacios son los más afectados?, ¿cuál es el peso de otros ejes estructurantes de desigualdad como el territorio, la edad o la condición económica?

Cuando las desigualdades se cruzan y agravan
El entrelazamiento entre género y color de la piel destaca las desventajas de las mujeres negras y mulatas por situaciones de pobreza, vulnerabilidad social y menor acceso a la educación superior, con menores oportunidades en el sector cuentapropista y capacidad de supervivencia respecto a las jóvenes de color de la piel blanco, trascendió durante los debates.

A juicio de Norma Rita Guillard Limonta, investigadora afrofeminista, son asuntos de abordaje urgente e indispensable, pues "las personas negras ya nacen discriminadas, con el 'no ser'; son tantas las diferentes intersecciones que nos han agredido, que han limitado el desarrollo que quisiéramos... No nos ha quedado más remedio que luchar, de ahí la rebeldía", aseveró la también impulsora de la articulación afrofeminista cubana.

Otras problemáticas sociales graves, como el embarazo adolescente, los matrimonios o uniones tempranas y también el acceso a servicios de salud reproductiva o a tecnologías esenciales para funcionar en los espacios educativos presentan, igualmente, diferenciales importantes por color de la piel.

"Todos esos factores tributan a la violencia de género", precisó Proveyer Cervantes, quien considera crucial introducir un enfoque interseccional y de género para visibilizar las consecuencias del racismo sistémico y de la discriminación racial en el ejercicio de los derechos de las mujeres afrodescendientes.

Acercarse a la investigación desde esta perspectiva puede visibilizar las desigualdades de género y también posibilita observar las opresiones múltiples y las relaciones de poder que enfrentan estas mujeres.

Para Zabala, es esencial comprender que desde un único cuerpo teórico no vamos a poder acceder a todo el conocimiento necesario para comprender estos fenómenos. "Hay necesidades, vivencias, modos de auto percibirnos, historias diferentes que deben ser tomadas en cuenta", precisó.

Con ella coincidió la joven Analaura Abreu Alfonso, graduada Gestión Sociocultural e investigadora afrofeminista. "Los lugares de enunciación son importantes, aún más cuando se pretende llegar a un enfoque interseccional, porque según el posicionamiento y lugar desde donde hablemos, así serán nuestras teorías y prácticas profesionales", dijo a SEMlac.

En su opinión, eso pasa por comprender que no hay un solo feminismo, sino varios, basados "en experiencias, cuerpos, dolores y luchas diversos; eso nos ayuda a comprendernos mucho más desde la interseccionalidad y esa diversidad".

Para la psiquiatra Ada Alfonso Rodríguez, del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), uno de los conflictos reiterados es que se trata de comprender la teoría de género desde un enfoque binario, parcial.

"Si no se habla de esas relaciones de poder que producen las desigualdades de género, entonces tampoco se logra entender a las personas trans, las lesbianas y caemos en la trampa de dejar afuera 'lo otro', también desde una posición de poder", explicó.

Los retos de la academia
Elaine Morales Chuco, psicóloga e investigadora del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello (Icic), considera que el vacío en el abordaje interseccional y en los análisis de la relación entre racialidad y violencia está también en el entramado teórico y en la preparación profesional de quienes abordan uno y otro tema.

"En la práctica investigativa no está la articulación porque no la vemos ni hemos elaborado las metodologías para abordarla de una manera coherente".
Para Abreu Alfonso, en tanto, si bien la formación es importante, "la empatía es fundamental".

"Cuando sientes las cosas en la piel y logras ponerte en el lugar de esa otra persona, a partir de la sensibilización, la empatía y lo que llamamos el sentir-pensar; o sea, sentir algo y después pensar y teorizar; eso es, verdaderamente, lo que permite ir llegando a la raíz del conflicto", reflexionó con SEMlac.

Resistencias, prejuicios y limitaciones en el ámbito académico y científico, pero también desde otras instituciones y organizaciones, fueron identificadas como brechas para avanzar en el camino de la investigación de las desigualdades que producen violencias.

Entre los principales desafíos identificados quedaron la necesidad de alianzas más abarcadoras, de estadísticas que permitan visibilizar los problemas desde todas sus intersecciones; pero también la definición de metodologías para abordar estas investigaciones, incluso desde enfoques históricos o culturales y, sobre todo, ir empujando caminos para lograr soluciones.

Proveyer Cervantes, por su parte, considera imprescindible "moverse de lo monodisciplinar, de los estancos, y avanzar en la práctica, en los compromisos cotidianos", aseveró.

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