Telma Rosa nunca supo, hasta hace un mes, que la vida de su mamá fue un terreno de lucha en el que, al final, se impuso un gobierno misógino y el pensamiento religioso, mágico y retrógrado enseñado por las iglesias. En un lado, defendiendo el feto de pocas semanas se encontraban algunos parientes, el gobierno de Daniel Ortega, acuerpados por las iglesias. Del otro, luchando por la vida de la mujer, el movimiento feminista y de mujeres y otra parte de la familia.
En el año 2010 Amalia se encontraba en la etapa temprana de un embarazo y Nicaragua se había incorporado tres años atrás a los únicos seis países de todo el mundo que prohíben la interrupción del embarazo, aunque la vida de la mujer esté en peligro o el producto de la gestación no pueda vivir al nacer.
Sin esta prohibición, a la mujer, de apenas 27 años de edad, se le hubiera aplicado el engavetado protocolo médico del Ministerio de Salud para este tipo de emergencias médicas.
"Me duele todo lo que le paso mi mamá" dice la joven estudiante universitaria, ahora de 18 años, pero que apenas tenía 10 al fallecer su progenitora. Y ciertamente "todo" fue mucho. Telma Rosa leyó la documentación existente en Internet y así supo que, según un reporte del Gobierno de Daniel Ortega de la época, el 15 de enero del año 2010, su madre recibió, con el diagnóstico de un cáncer extendido en todo el cuerpo, el anuncio de su embarazo.
También se enteró, por el mismo medio, de las denuncias públicas del movimiento de mujeres, que el personal médico el hospital local, Oscar Danilo Rosales, (HEODRA), rehusó aplicar el tratamiento de radio y quimioterapia a su madre, para no afectar al embrión. Le aconsejaron esperar siete meses, lo cual, según estudios médicos, es fatal en los casos de cáncer terminal pues la falta de tratamiento acelera la evolución de la enfermedad.
En la familia de Amalia, quien por entonces estaba separada del padre de Telma Rosa, las posiciones se dividieron y enfrentaron, una de las hermanas acudió al movimiento feminista a pedir apoyo para que se le realizará un aborto por razones médicas y se le brindara tratamiento. La otra, evangélica, se trasladó a la casa de Amalia para impedirlo.
Telma Rosa, sin dudar, dice que ella hubiera preferido se optara por mantener o alargar la vida de su madre. Cuidadosa al escoger sus palabras, afirma que, si se sabía que el bebé no iba a vivir, la hubieran salvado a ella.
"Hubiera querido, aunque fuera un tiempo más con ella", expresa. "Me gustaría poder haber ayudado a mamá, pero era pequeña. Quisiera contarle lo que me pasa en mi vida, pedirle ayuda. Soy una señorita joven, quiero tener un novio, pero quisiera que ella me aconsejara", lo dice suavemente.
Ocho años atrás, el movimiento feminista presionaba ante el Estado y, ante la falta de respuesta, acudió ante la Corte Interamericana de Justica, la que demandó al Estado Nicaragüense aplicar medidas cautelares para Amalia, de manera que se le garantizara tratamiento a su condición, se consultaran las medidas con ellas y se resguardara su identidad.
La Corte Interamericana de Justicia dictó las medidas cautelares y con esta presión, el Estado proveyó a Amalia con un tratamiento especial con un costo de 2.000 dólares por dosis, (16.000 dólares en ocho ciclos); todo para callar el clamor del movimiento feminista y la sociedad de ginecoobstetricia por salvar la vida de la mujer. Feministas realizaron vigilias en las aceras de hospital de León, donde habían recluido a Amalia. Pero meses después el feto nació muerto. En diciembre, falleció Amalia.
Telma Rosa se asombra de conocer cuántas mujeres que no conocían a su mamá, las feministas, presionaron a las instituciones luchando para que ella se salvara o viviera más tiempo. "Quiero darles las gracias, hay unos nombres que se repiten en las noticias y un día me gustaría conocerlas para decírselo en persona". Ahora sigue su vida en la capital y la tía que defendía al embrión, a veces la llama para felicitarla en su cumpleaños.
Y finaliza expresando que quisiera "que se se aprobara esa Ley del Aborto Terapéutico", ya que por la falta de esa ley. "Yo me quede sin mi mama".