Lo mismo sucede en Perú, donde solo el uno por ciento de los nacimientos corre a cargo de parteras tradicionales.
Este hecho ha tenido un impacto devastador tanto en la preservación de la cultura, como en los resultados de la salud materna y neonatal de las comunidades indígenas. Hoy hay que defender esta práctica en las poblaciones originarias de América, donde las parteras han sido, incluso, criminalizadas.
Organizaciones Indígenas de América esperan una reacción de la ONU al respeto y una declaración especial en Nueva York, luego de argumentar sobre el valor cultural y en salud del trabajo de las parteras tradicionales.
La reducción de la atención al parto por mujeres indígenas tiene varias razones, pero ni lo prefieren las mujeres, ni mejora la seguridad de los partos, más bien es político y de presión económica. Muchas usuarias de servicios de salud son amenazadas con perder los beneficios de los programas "Prospera" en México o "Juntos" en Perú, si las parteras indígenas atienden sus nacimientos.
Es un hecho, dicen las indígenas, entre ellas Kinal Antzetik de México, que la exclusión de los sistemas de salud de las parteras de las poblaciones autóctonas, quebranta la capacidad del Estado de dar cuenta apropiada de sus poblaciones indígenas, porque no expiden certificados.
Sostienen que "el valor y las contribuciones de las parteras a sus comunidades no puede ser desconocido; proveen cuidado donde no hay ninguno, usan la cultura, las plantas tradicionales y las ceremonias en sus prácticas obteniendo valiosos resultados, de lo cual hay mucha evidencia".
Hoy esta limitación crea mayores barreras a la población indígena para participar de manera completa en la sociedad y ejercer plenamente sus derechos.
La defensa de la partería tradicional indígena se expresó en el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, en Naciones Unidas, Nueva York, en una actividad paralela el pasado 19 de abril, donde participaron destacadamente México, Perú y Canadá.
La opresión de las parteras indígenas y las barreras sistemáticas creadas para prevenir a los pueblos indígenas acceso al cuidado de las parteras indígenas contravienen los artículos 24 y 25 de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas, y, además, constituye una amenaza a la supervivencia cultural.
Denuncian que muchas mujeres embarazadas de pueblos originarios son forzadas a abandonar sus comunidades para dar a luz en hospitales ubicados en centros urbanos.
En Canadá, México y Perú, estas mujeres pueden pasar hasta cuatro semanas de embarazo fuera de sus comunidades, habitualmente solas y sin apoyo de su familia extendida. Dentro de estas instituciones de salud es común, según estudios y encuestas, que la experiencia de esas mujeres habla de discriminación y una atención de menor calidad, basada en prejuicios y tratos racistas.
La marginación de las parteras indígenas, en México es dramática. En 1987, ellas atendieron el 43 por ciento de los nacimientos mientras los doctores cubrieron el 38 por ciento. Tres décadas después, nueve de cada 10 nacimientos (94, 2 %) son atendidos por un médico y únicamente 2,9 por ciento por parteras. La situación es similar en Perú, donde solo uno por ciento de los nacimientos se cubre por parteras.
El riesgo de desaparecer la partería tendrá consecuencias para la salud de las mujeres y para la cultura.
La partería indígena
Este trabajo de las mujeres cultiva la reproducción social y cultural de la vida. Con cada nacimiento en una comunidad indígena, es revivida la historia de su creación y la nación renace.
Las parteras indígenas son protectoras: del espacio, de las familias, de la cultura, de las siguientes generaciones, de los derechos colectivos indígenas. Son facilitadoras de ceremonias y prácticas culturales: las prácticas culturales tienen un efecto protector en la salud y constituyen una herramienta que crea mejores resultados.
Las parteras indígenas no han sido utilizadas en su completo potencial y tienen habilidades que no existen en ningún otro lugar en el sistema de salud. Algunos ejemplos incluyen el trabajo que ellas hacen para colocar al bebé en la posición correcta a lo largo del embarazo y como evitan varias cesáreas, la habilidad de llegar y cuidar a las personas que, de otra manera, no recibirían cuidado prenatal.
La partería es un fundamento de cada comunidad indígena; sin embargo, en las Américas, la práctica de la partería tradicional indígena, la presencia de las parteras y la habilidad de transmitir sus conocimientos a través de las generaciones, ha declinado significativamente a lo largo las últimas décadas.
Su impacto es devastador tanto en la preservación de la cultura, como en los resultados de la salud materna y neonatal de las comunidades indígenas.
En Canadá, se reconoce que "las mujeres aborígenes sufren la falta de acceso equitativo a servicios de partería culturalmente apropiada, y esto resulta en mayores riesgos de resultados adversos del embarazo y en una salud infantil más pobre respecto al general de la población canadiense".
Es ampliamente reconocido que las muertes infantiles en las comunidades indígenas son, al menos, dos veces más que la media canadiense.
En Centro y Sur América muchas parteras indígenas son criminalizadas. Por ejemplo, en Perú, la situación de ellas se ha deteriorado en años recientes, a pesar de las políticas de salud intercultural, que promueven la medicina tradicional, y su integración al sistema de medicina convencional.