Caso Emely revela carencia de políticas públicas

12 de Noviembre de 2018
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Santo Domingo, 12 noviembre (SEMlac).- Gran tensión acompaña los días iniciales del onceno mes del año, cuando la opinión pública ha girado en torno al feminicidio que más conmovió a la sociedad dominicana, el de la adolecente de 16 años y cinco meses de embarazo, Emely Peguero.
La joven fue asesinada por su novio Marlon Martínez, cuya sentencia concluyó con 30 años de prisión a su perpetrador y cinco años de cárcel para la madre de este, Marlin Martínez, cómplice del cruento hecho.

El tribunal de San Francisco de Macorís, provincia Duarte, ubicada a unos 133 kilómetros de la capital, fue escenario del dictamen que provocó la ira e impotencia de cientos de personas de todas las edades y sexos, ante la exigua pena que cumplirá la progenitora del femincida, y las redes sociales arremetieron contra la decisión de los jueces.

La pregunta es por qué si las contundentes pruebas y declaraciones de 17 testigos señalan la culpabilidad de ambos implicados en el caso Emely, aun cuando la Procuraduría solicitó una condena de 30 años para Marlon y 20 para su madre, esta última fue tratada con tanta benevolencia.

Marlin Martínez ocupaba un puesto político como subdirectora de la Dirección General de Pasaportes, y fue destituida por el presidente Danilo Medina el 2 de septiembre de 2017, cuando se inició la audiencia preliminar que condujo al juicio de fondo.

Le hicieron abortar y golpearon su cabeza
SEMlac publicó en 2017 el hecho, pues desde que fue reportada desaparecida el 23 de agosto de 2017, vecinos y familiares buscaron junto a las autoridades el cuerpo de Peguero, hallado el 31 de agosto en estado de descomposición en un saco, dentro de una maleta y degollada, según el informe del Instituto Nacional de Ciencias Forenses, que determinó como causas preliminares de su muerte hemorragia interna del útero por aborto inducido y golpe contundente en la cabeza con hundimiento del cráneo.
Según testimonio de los padres de la víctima, corroborados dentro de las pruebas testimoniales, la madre del novio pidió a la muchacha que abortara, pero ella se negó y aseguró que quería tener al bebé.

Lo que siguió después trasciende a la crueldad humana. Todo el tiempo, Marlon y Marlin Martínez aseguraron a parientes y medios de comunicación que nada sabían acerca del paradero de la muchachita y hasta solicitaban, con rasgos de preocupación, que volviera y no los hiciera sufrir más.

Grabaciones en cámaras de seguridad, contradicciones en los testimonios y rotundas pruebas en su contra determinaron que se les declarara culpables y fueran arrestados madre e hijo. Este 31 de octubre se escucharon los argumentos finales del caso y el pasado 7 de noviembre se conoció la sentencia contra los acusados, Marlon Martínez y su madre Marlin Martínez.

La muerte de la adolescente se sumó a los 153 feminicidios cometidos en el país el pasado año. Este 2018 prosigue con su carga lastimera y luctuosa de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas.

Se reclama justicia
El reclamo de una verdadera justicia se escucha en los medios de comunicación, en las casas y en las calles dominicanas. Invisibilizar a los culpables y minimizar la responsabilidad de la madre del novio, que repitió una y otra vez: "Actúo como una madre", y justifica así el apoyo al hijo criminal, pone en riesgo a las muchas Emelys que mueren diariamente a manos de otros miles de feminicidas.

Pero, el caso de Emely no concluye solo con injusticias de este tipo; su muerte, como escribe la educadora sexual Elaine Féliz en una de las páginas de Internet, "revela y le saca los trapitos al sol a un gobierno que le ha faltado intención política para invertir y promover el Plan Nacional de Prevención de Embarazo Adolescente, que está de adorno, y revela la poca disponibilidad y acceso a las Unidades de Salud Sexual y Reproductiva y a métodos anticonceptivos para adolescentes".

Féliz argumenta que a lo anterior se añade "la falta de políticas públicas que tengan la capacidad de enseñarle a todos los varones que el cuerpo de las mujeres no les pertenece, que no pueden tomarlo a su antojo para satisfacer su deseo, y a obedecer al mandato que la sociedad tiene años enseñándoles a ser machos varones masculinos".

República Dominicana ocupa el tercer lugar en embarazos de niñas y adolescentes entre los países de América Latina y el Caribe.
El 61,4 por ciento de las adolescentes de República Dominicana alguna vez ha estado embarazada, y se incluye en sectores de escasos recursos económicos.

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