A 50 años de esa proeza, la capitalina que ahora radica en Cancún, habla a Notimex de aquellos momentos que la convirtieron en una histórica del deporte mexicano. De cómo la literatura de Alejandro Dumas la llevó al deporte elegante y de cómo se hizo de la plata en México 68.
“A los 13 años, empecé en la esgrima porque jugaba en la escuela a los tres mosqueteros y le pedí a mi papá (Ángel Roldán) que me inscribiera a una clases de esgrima para saber cómo se agarraba un florete”, rememora.
Ha pasado medio siglo de cuando aquella mujer, en cuya casa siempre se habló de deporte gracias a sus padres, que fueron tenistas destacados, hizo vibrar a un país con esa presea.
“Me dijeron que había quedado en segundo lugar. No lo sabía, pero sí creía, porque había estado bien durante los combates”, dice la exesgrimista que ha estado alejada del deporte, pero que es miembro del Comité Olímpico Mexicano (COM) y de la Asociación de Medallistas Olímpicos.
Revive cómo la Sala de Armas de la Magdalena Mixhuca se le entregó. El inmueble vio cómo la floretista dejó a rivales tendidas en la pista. La húngara Lidia Sakovics, la italiana Giovanna Masciotta y hasta a la entonces monarca mundial, la soviética Alejandra Zabelina.
“No sólo competía para hacerlo de la mejor manera, sino que debía hacerlo todo por un buen resultado”, asevera Roldán, quien con su voz detiene el tiempo.
Sin embargo, asienta que en la antesala de México 68, tuvo participación en Melbourne 56 en donde quedó en semifinales, “que para tener 17 años de edad fue un resultado bueno, estaba muy chica y pocos años de esgrima y luego en Roma 60 me quedé en séptimo sitio”.
Pilar dice que después de la medalla, se alejó de la esgrima por 15 años, debido a que tenía que entregarse a su familia, “tenía dos hijos chicos, y después vino mi hija, no podía dejarlos”.
Añade que luego de ese tiempo, regresó a la esgrima, pero ya no en florete, sino a la espada, en donde también consiguió resultados importantes en Juegos Centroamericanos y Panamericanos.
Además, expone que “fue presidenta de la Federación Mexicana, de la Confederación Panamericana y miembro de la Federación Internacional en donde estuve 16 años hasta que en el año 2000 decidí retirarme”.
Pilar Roldán añade que la esgrima lo es todo, más allá de que le dio la oportunidad de ser medallista olímpica, porque “fue algo importante en mi vida, fueron logros que tuve, porque a los 14 años de edad, gané mi primer Nacional y dos veces fui monarca panamericana”.
Asentada en el paradisiaco Cancún, la exesgrimista asegura que ser la primera mujer medallista olímpica es un orgullo y cuando ve a más mujeres subir al podio, como la fallecida Soraya Jiménez, la exciclista Belem Guerrero, la extaekwondoin Iridia Salazar y más reciente las clavadistas Paola Espinosa, Alejandra Orozco y Laura Sánchez, asi como a la taekwondoin María del Rosario Espinoza, se muestra satisfecha.
“Me siento contenta, porque con mi medalla y ser la primera mujer, fue un mensaje de que sí se puede. Ahora las mujeres ganan más medallas que los hombres”, dice Pilar, quien culminó la carrera de decoración.
No comulga con sacrificar la vida social por el deporte, ya que cuando se está inmerso en esta materia, se hace por gusto, “nunca se debe decir que se sacrificaron cosas, sino que se hace por placer, por gusto y a mí me gustó, cuando se piensa en lo contrario hay que buscar otra cosa”.
Alejada del deporte, Pilar Roldán sigue en su preparación y con 78 años de edad, ha terminado un posgrado en Neuro-emoción y además es terapeuta de Bio-magnetismo, “todo esto me apasiona”.
Disfruta del cine, “una de las cintas que me gustó, que vi hace un par de semanas, fue la francesa ´La estudiante y el Sr. Henri´, es muy humana, de la vida actual”.
Ha pasado el tiempo y Pilar presume tener tres hijos, ocho nietos, tres bisnietos. Y ríe cuando dice que “tengo 56 años casada con el mismo señor, esto ya no se ve mucho, ahora los matrimonios son desechables”.