Con esta materia prima, los científicos obtienen biocarbones a través de procesos verdes que no requieren de tecnologías sofisticadas, y que son rentables para producción, informó ese centro de investigación en un comunicado.
Ivonne Liliana Alonso Lemus, adscrita al Programa de Sustentabilidad de los Recursos Naturales y Energía del Cinvestav, es la responsable de este proyecto en el que la carbonización de los desechos se realiza en hornos ausentes de oxígeno.
Después se realiza su activación con el empleo de diferentes agentes químicos, obteniendo así los biocarbones que se emplearán en dispositivos de almacenamiento y generación de energía sustentable.
“Se trata de un proceso sencillo que consiste someter los desechos en un horno en atmósfera inerte, sin oxígeno, a 400 o 600 grados centígrados, para precarbonizarlo. Es importante que en el horno no haya oxígeno, porque de lo contrario se obtendría bióxido de carbono”, detalló la experta.
Al carbonizar la cáscara de la cebolla, el sargazo o la gallinaza con estos procesos, estos materiales adquieren características de conductores eléctricos.
Después, la materia prima recibe un tratamiento adicional con agentes químicos, ya sean ácidos o bases fuertes, para generar poros en la superficie y generar lo que se conoce como carbón activado.
Como resultado de este procedimiento, se obtiene un polvo negro que se muele, a fin de generar partículas pequeñas, las cuales se combinan con un agente aglutinante para formar electrodos que conformen los dispositivos de almacenamiento y generación de energía limpia.
Existen otras alternativas a nivel internacional para obtener biocarbones, pero la investigación del Cinvestav, Unidad Saltillo, se centra en utilizar residuos abundantes en el país y que en otras naciones no se han reportado.
Hasta el momento se ha trabajado para este propósito con soya, pero ahora los expertos están utilizando, por ejemplo, el sargazo, que actualmente se ha convertido en un problema para el sector turístico nacional.
De esta manera, la investigación del Cinvestav busca optimizar los biocarbones y posteriormente solicitar una patente que pudiera transferirse o vincularse con el sector productivo, ya que éstos son productos de alto valor agregado y con un amplio nicho de mercado.