Con una historia de 40 años, la Asociación Jalisciense de Orquideología se ha convertido en una sociedad referente para conocer acerca de estas flores en Guadalajara. Con reuniones mensuales, estos aficionados a las orquídeas buscan dar a conocer las mejores prácticas para la conservación y cultivo de estas especies, pero también comparten detalles para conocer la biología de estas plantas.
“Aquí se juntan desde aficionados hasta científicos, desde amas de casa hasta niños; hay contadores, doctores, investigadores, cualquier persona a la que le gusten las orquídeas puede venir. La idea es conocer más sobre las orquídeas de México y el mundo”, señala Guillermo Rodríguez García, uno de los miembros más activos de la asociación.
Rodríguez García menciona que en México los registros sobre número de especies de orquídeas varían, pero hay un promedio de mil 400 especies descritas, y según reportes de investigadores del Instituto de Botánica de la Universidad de Guadalajara, como el doctor Roberto González Tamayo, en Jalisco hay 686 tipos de orquídeas.
Antiguos amigos de las flores
El ingeniero Francisco Javier Suro es otro de los miembros más participativos y antiguos de la Asociación. Este tapatío recuerda que esta congregación tuvo sus orígenes con los doctores Salvador Rosillo de Velasco y Augusto Ramírez Espíndola; el primero de ellos fue un investigador de las especies de orquídeas jaliscienses, mientras que el segundo aportaba al conocimiento de estas plantas con ilustraciones taxonómicas de las especies observadas.
Este aficionado señala que los primeros miembros de la asociación realizaban excursiones a bosques de Jalisco; en esos recorridos también participaban otros integrantes que eran investigadores de la Universidad de Guadalajara (UdeG). A raíz de estas salidas a campo, varias especies de orquídeas fueron descubiertas, destaca.
Para conservar sus orquídeas, este aficionado realizó una serie de adaptaciones en su hogar para crear un invernadero para su colección, que actualmente roza los 300 especímenes, asegura. Por otra parte, otro de los miembros de la asociación, el señor Contreras, confiesa que el número de flores de este tipo en su jardín debe oscilar las 700 orquídeas.
No todo lo que brilla es oro
Las orquídeas son plantas que se caracterizan por tener un comportamiento complejo y adaptado, una gama de especies, estilos y colores, y por ser un “objeto” de cuidado y apreciación importante para varios aficionados y coleccionistas; sin embargo, también pueden ser un potencial enemigo para ecosistemas establecidos.
El maestro Rafael Soltero Quintana, investigador del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la Universidad de Guadalajara, menciona que existen especies exóticas de orquídeas como la denominada orquídea africana (Oeceoclades maculata), muy presente en los ecosistemas del sureste de México.
El investigador relata que en el caso de esta orquídea existieron factores para facilitar su auge, como crecer en un clima similar a de donde es originaria, o el hecho de que esta planta puede ser autógama, es decir, no siempre necesita de un polinizador para lograr completar su proceso de reproducción.
Por otra parte, Soltero Quintana considera que aunque existen orquídeas exóticas invasoras, también hay otras especies que pueden ser estudiadas en laboratorios, esto con la finalidad de comprender su crecimiento o determinar nuevos métodos o tecnologías para garantizar el desarrollo de orquídeas que eventualmente puedan generar desarrollo económico.
“Estamos enfocados en tratar de establecer metodologías para la conservación tanto de especies amenazadas o en peligro de extinción y generar protocolos para la producción desde un punto de vista un poco comercial”.
Organismos versátiles y adaptados
Las orquídeas son plantas que se han adaptado a casi todos los climas del mundo, considera Rafael Soltero Quintana, quien también es miembro de la Asociación Jalisciense de Orquideología. Estos organismos pueden ser identificados a través de las características de sus flores, pero el método más efectivo es generar perfiles genéticos de las especies para clasificarlas, agrega.
“Una de las características para identificar una orquídea es la estructura de la flor: tamaños y medidas, aunque el color no es importante. Una especie de orquídea puede tener la misma estructura que otra y ser de otro color y se trata de la misma especie, pero si la estructura floral cambia, aunque tengan el mismo color se les considera diferentes especies”.
El investigador explica que existen orquídeas terrestres, litófitas (que crecen en las rocas) y epífitas (que viven sobre árboles). Las primeras suelen tener estructuras especializadas para almacenar agua y nutrientes, además de tener un ciclo de crecimiento y reproducción vinculado a los periodos de lluvias.
Por otra parte, el investigador agrega que las orquídeas epífitas no tienen un crecimiento ligado a los ciclos de lluvia, pues aprovechan la luz y humedad que obtienen desde lo alto de los árboles donde habitan, mientras que su estructura se caracteriza por tallos alargados o semibulbos que crecen entre las ramas de su huésped.
Aprendiz y explorador
Aunque el señor Ignacio Contreras no es investigador, su nombre ya quedó plasmado en los registros sobre orquídeas. Este aficionado a las plantas disfruta de las excursiones al campo para recolectar especímenes, y es una actividad que lo ha llevado a aprender de la biología y a descubrir tres especies de orquídeas en el Occidente de México.
“Soy un aficionado más a la botánica, pero de pronto me empecé a interesar por los nombres científicos de las orquídeas”, detalla el señor Contreras, y menciona que su pasión por estas flores va de la mano con su gusto por los recorridos y excursiones por el campo, actividades que realizaba desde su infancia en las sierras del municipio jalisciense de Tepatitlán.
Con tres especies de orquídeas descubiertas, este tepatitlense recuerda que el primer hallazgo ocurrió en 1994 durante una excursión a Cerro Grande, en Colima, donde junto con biólogos de la UdeG, encontró la especie Encyclia contrerasii, que fue identificada gracias a la ayuda del ingeniero Roberto González Tamayo, otrora investigador del Instituto de Botánica de la UdeG.
Otro de sus descubrimientos ocurrió en el municipio de Mazamitla, a unos 100 kilómetros de Guadalajara, donde el explorador recolectó una especie que resultó ser la Malaxis contrerasii; la última de sus orquídeas descubiertas fue la Habenaria contrerasii, que encontró en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga. (Agencia Informativa Conacyt)