El trabajo en paralelo de dos equipos europeos de física fundamental, conocidas como GREAT, quintuplicó la precisión de medición del efecto de dilatación provocado por la gravedad, lo que se conoce como “corrimiento al rojo gravitacional”.
La prestigiosa revista "Physical Review Letters" acaba de publicar los resultados independientes obtenidos por ambos consorcios, recabados a partir de más de mil días de datos obtenidos por el par de satélites de Galileo en órbitas alargadas.
El hallazgo se dio mediante el uso de datos obtenidos por el par de satélites de Galileo en órbitas alargadas y a la alta estabilidad de sus relojes atómicos, precisiones alcanzables en la determinación de la órbita.
Así como a los retrorreflectores láser, que permiten llevar a cabo mediciones orbitales independientes y muy precisas desde el suelo, proceso clave para resolver errores orbitales y de reloj.
Hace un siglo el científico, Albert Einstein predijo que el tiempo se ralentiza cerca de un objeto masivo. Dicha teoría ha sido verificada de forma empírica en varias ocasiones, destacó la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés).
Para la investigación, ambos equipos confiaron en la sincronización de los relojes de máser pasivo de hidrógeno (PHM) a bordo de cada satélite (con una precisión de un segundo en tres millones de años) y la estabilidad del segmento de tierra de Galileo en todo el mundo.
“Los relojes de máser pasivo de hidrógeno, en los satélites Galileo, han sido esenciales para la precisión en las pruebas. Nos centramos en los periodos en que los satélites transmitían con relojes PHM y evaluamos la calidad de los datos”, dijo el científico Sven Hermann.
No obstante, en el futuro, las mejoras continuas en el proceso y modelización de los relojes podrían arrojar resultados con mayor precisión.
Uno de los retos del trabajo fue perfeccionar las mediciones de corrimiento al rojo gravitacional para eliminar los efectos sistemáticos, como errores de reloj y desplazamiento orbital, debidos a factores como el achatamiento ecuatorial.
Además, de la influencia del campo magnético terrestre, variaciones térmicas e incluso el leve aunque persistente empuje de la propia luz del Sol, que se conoce como “presión de la radiación solar”.