Vulcanólogos del Instituto de Geofísica (IGEF) descartaron que la erupción del volcán guatemalteco registrada el 3 de junio, pueda tener implicaciones en los volcanes del territorio mexicano, además de afirmar que sus efectos destructivos no se debió tanto a su intensidad sino a la cercanía de los asentamientos humanos.
En conferencia de prensa, Hugo Delgado Granados, director del IGEF, comentó que esta tarde esperan que, conforme a los protocolos establecidos por la Asociación Internacional de Vulcanólogos, sus pares de Guatemala les precisen el apoyo técnico que requieren en aras de prevenir a la población de este tipo de hechos naturales.
Acompañado por los también especialistas Marie-Noëlle Robin Campion y Servando de la Cruz Reyna, el científico hizo un llamado a la población y a los medios de comunicación a fomentar una cultura sobre los peligros volcánicos.
Lo anterior, precisó Robin Campion, porque los medios de comunicación informaron que este fin de semana el Volcán de Fuego arrojó avalancha de lava, cuando fueron flujos piroclásticos, pues mientras la primera recorre un kilómetro por hora, los segundos avanzan a más de 100 kilómetros por hora, una velocidad incomparable.
De la Cruz Reyna explicó que en el mundo existen mil 600 volcanes activos, que no necesariamente están en actividad, sino que tienen potencial en su interior para derivar en una erupción.
De ese total, agregó, entre 20 y 50 están en actividad constante de manera alternada, por lo que siempre hay un importante número de volcanes activos, y por lo tanto, es una coincidencia la actividad del Volcán de Fuego y el Kilauea.
El especialista explicó también que el volcán guatemalteco se ubica a unos 155 kilómetros de Tapachula, Chiapas, por lo que descartó que pueda tener algún efecto en el territorio nacional. “Probablemente, si su actividad es más intensa puede arrojar ceniza que pudiera tener un alcance en zona chiapaneca".
Destacó que si bien no se determina aún la intensidad de la reciente erupción, es probable que no sea considerado uno de los mayores en su historia, “el problema no es su intensidad sino la cercanía de los asentamientos humanos que están a menos de seis kilómetros alojados”.
En ese sentido, el también profesor de la Facultad de Ciencias de la UNAM afirmó que es importante trabajar en la cultura de prevención y evitar poblaciones cercanas a los volcanes, y se refirió en este campo al trabajo que se realiza en México respecto a los mapas de riesgo que permiten identificar las zonas más vulnerables.
En su oportunidad, Robin Campion resaltó las características del Volcán de Fuego, uno de los 11 volcanes en ese país centroamericano, ubicado en el llamado Cinturón de Fuego.
En su parte más alta alcanza tres mil 763 metros sobre el nivel del mar, y se localiza a 44 kilómetros al oeste de Ciudad de Guatemala, y apenas 16 kilómetros de la ciudad colonial de Antigua, uno de los principales destinos turísticos.
Está considerado como uno de los más altos y activos en el mundo, según el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología y Meteorología e Hidrología de ese país.
La especialista también hizo referencia a las características del volcán Kilauea, de Hawái, que en los últimos años también ha registrado importantes erupciones.
Kilauea nació como un volcán submarino que fue ganando altura por el flujo continuo de lava, lo cual generó una forma de escudo con cuestas poco inclinadas. También es uno de los más activos en el ámbito internacional y registra erupciones desde 1983.
Los especialistas de la máxima casa de estudios consideraron que los recientes movimientos volcánicos en el mundo son una lección para México con la finalidad de mantener un monitoreo constante y reforzar su sistemas de protección civil, y es que México cuenta con dos volcanes activos, Popocatépetl y Colima.