Las no maternidades como elección

03 de Julio de 2019
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Mucho se habla de las maternidades como elección. Es uno de los paradigmas del feminismo en México, dados los escenarios restrictivos al aborto que predominan en todas las entidades federativas, pero pocas veces se habla de las condiciones de elección para aquellas que no tienen hijos no como una decisión sino como una consecuencia de las condiciones laborales, económicas y sociales que limitan la posibilidad de ser madre.

La decisión contemporánea, la no elección de los hijos, la postergación de la maternidad, es decir el no tener hijos, es algo que cada vez más es visible que más mujeres optan por esta condición, pero poco se analiza lo que hay detrás de esta aparente “elección”, y qué tanto realmente constituye una decisión.

Y cuestiono que sea una decisión porque creo necesario que así como se habla de la libertad de la decisión por la maternidad elegida, así se habla de una aparente decisión de no maternidad, de no tener hijos, cuando en realidad podría tratarse de una condición en la que no hay decisión sino consecuencia de los contextos de vida.

Siempre hablo desde la experiencia propia porque no hay experiencia que conozca mejor que la mía, y ella me conduce a la reflexión, en esta práctica de que sea mi vida la primera atravesada, reflexionada y analizada desde mi propio feminismo, mirar mis decisiones desde el lente crítico del feminismo aprendido en los últimos años.

Hablando acerca de las maternidades en un ejercicio de reflexión acerca de la no maternidad, llegué a la conclusión que la mía no era una decisión sino una consecuencia de múltiples factores que van desde experiencias traumáticas relacionadas con la maternidad, hasta el rechazo a la figura materna en soledad por el predominio de una sociedad en la que las mujeres ven precarizadas sus vidas a partir de la maternidad.

Se escucha egoísta pero es lo cierto, no es que haya elegido no tener hijos, sino que elegí no vivir precarizada por una maternidad que habría terminado viviéndola sola como espejo de la vida de amigas y mujeres que conozco y que independientemente de los perfiles profesionales siempre llevan su vida al extremo del estrés entre sus trabajos, sus actividades personales y las responsabilidades del cuidado y la manutención de sus hijos, tengan o no una buena relación con el padre de sus hijos, aporten o no aporten, porque al final la sociedad sigue funcionando en un sentido de otorgarles a ellas la mayor parte de la responsabilidad.

Por eso hablo de contextos laborales, económicos y sociales.
No me atrevo a generalizar, más bien esta reflexión va en el sentido de encontrar eco en otras mujeres que, como yo, miremos de frente que más que una decisión el no tener hijos fue resultado de la postergación por tener compromisos laborales en los que sabíamos que una maternidad vendría a ubicarnos como a la mayoría de las mujeres aún en la actualidad en una posición de desventaja en la competencia laboral por ascensos, por aumentos salariales y por posiciones directivas.

Por supuesto que hay mujeres en esos cargos, pero si vamos a ver a las profesionistas que no tienen redes de apoyo familiares para el cuidado de las y los hijos, esta decisión se vuelve fundamental en la continuación de la vida profesional si es que no se quiere adquirir una doble jornada.

La maternidad es una decisión que inconscientemente lleva a las mujeres a tener que compartir o distribuir sus ingresos sí o sí hacia las y los hijos, con pareja o sin pareja, los salarios de las mujeres se destinan prioritariamente a las necesidades inmediatas, a los bienes de consumo que no generan riqueza.

Esto hace que las mujeres que tienen hijos y pareja, al pasar de los años no tienen ahorros ni bienes que puedan vender, sus salarios prácticamente se los “comieron” sus hijos, y aun con la participación de una pareja de paternidad responsable esta es la característica general. En los casos de paternidades ausentes la precarización en la vida de las mujeres se triplica.

El tema es de muy amplias aristas y podrá haber muchas opiniones que estimen que no, que no son razones suficientes para elegir no tener hijos, que es egoísta siquiera pensarlas, pero justo esa es la realidad que afrontamos aún las mujeres, y en lo particular creo que también como las restricciones a la decisión de abortar son contextos que limitan la libre decisión de la maternidad.

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