Rebozo de Santa María, prenda que perdura a través de los años

13 de Julio de 2017
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San Luis Potosí, 13 Jul (Notimex).- Fino y elegante, el rebozo de Santa María del Rio ha perdurado a través de los años como una de las prendas tradicionales más representativas del país, reconocida en todo el mundo.

Declarado en noviembre pasado como Patrimonio Cultural Intangible de San Luis Potosí, el rebozo elaborado en este municipio tiene como uno de sus principales promotores al maestro rebocero Arturo Estrada Hernández, el cual busca rescatar su producción.

En charla con Notimex, el también director de la “Escuela del Rebozo” de la localidad señaló que su oficio le ha dado la oportunidad de exhibir su trabajo en importantes museos y galerías alrededor del mundo, lugares donde se les ha designado como unas “verdaderas obras de arte”.

Refirió que el uso de este singular atuendo de las mujeres inició después de la conquista española, cuando las féminas requerían de cubrirse la cabeza para ingresar a los templos; desde entonces ha sido parte de la indumentaria de muchas mexicanas.

Indicó que la elaboración del rebozo es una tradición generacional de la que dependen muchas familias de Santa María del Rio.

Estrada Hernández sostuvo que un rebozo puede ser muy costoso independientemente si es de seda, esto debido al trabajo que tiene, ya que su proceso de elaboración puede durar desde algunas semanas hasta meses, lo que eleva su costo de venta que va desde los cuatro mil hasta los 20 mil pesos.



"Señaló que en el último censo que elaboro el Fomento Cultural Para las Artesanías (Fonart), quien ha brindado diversos apoyos para la compra de materiales y otras herramientas que requieren los artesanos, se contabilizó un aproximado de 118 artistas, de los cuales cerca de 70 son especialistas reboceros".




El maestro indicó que la Escuela del Rebozo de Santa María del Río, quien está próxima a cumplir 70 años de enseñanza, cuenta con 28 artesanos que son apoyados por el gobierno del estado, con la entrega de material requerido para elaborar las piezas que después venden en la Casa del Artesano de la capital potosina.

Precisó que la confección de estas prendas de seda consta de 200 pasos, en donde algunos de sus procesos son tal vez muy pequeños, pero igual de importantes para su terminado.

Comentó que un rebozo de seda mediano está compuesto de cinco mil 400 hilos, que tienen que dar la medida exacta de 65 centímetros de ancho y 1.80 metros de largo.

No obstante, el maestro rebocero explicó que son seis los pasos más destacados en el proceso de elaboración, en el cual se requiere el uso de diversos aparatos de madera diseñados especialmente para cada uno de estos procesos.

Así, la primera etapa es el devanado, en donde se va a elaborar carretes del devanado del hilo que es como llega originalmente.

Con eso continúa el segundo paso donde se procede a la urdimbre, y es en el urdidor (máquina de tejido) donde se le da la medida al lienzo según el tamaño que se va a utilizar.

Una vez concluido, se prosigue a trasladar el lienzo a un bastidor donde el hilo separa el fondo y el jaspe (dibujo) que tendrá el rebozo.

Posteriormente, de acuerdo a la página de internet de la escuela, en el paso número cuatro se envía la pieza al bastidor donde se tuercen los cordones y se les agrega atole de harina de maíz para que el hilo se endurezca a fin de hacer el amarre más sencillo. A dicho proceso se le denomina boleo.

De ahí se pasa al procedimiento llamado “Icat” (diseño del rebozo) en donde se procede al amarre que consiste en cubrir con atados de nuditos las partes del hilo donde no se desea que penetre la tinta, de manera que el jaspe queda de diferente color al del resto del cordón.

Una vez teñido, el hilo se deja secar a fin de proceder al tejido, cuando no lleva el proceso de los hilos, queda lo que se le llama una chalina, la cual es de un solo tono uniforme.

Estrada Hernández mencionó que para teñir la seda se utilizan tintes naturales como la cochinilla de grana, palo de Brasil, palo amarillo, añil, hoja de nogal, vara dulce, entre algunos otros, los cuales dan los hermosos tonos negros, azul, rojo, morado y verde.

Todos con pequeños fragmentos de blanco, que son los espacios que mediante el “amarrado” quedan sin teñir, y al hacer el tejido muestran los dibujos que según su estilo se denominan: de “calabrote”, “rosita”, “rosarito”, “culebrilla calado” y otros.

El último paso es el tejido, en donde las empuntadoras tejen a mano a base de nudos, el rapacejo o punta del rebozo, una tarea complicada y minuciosa que les toma cerca de 20 días, pero que deja resultados extraordinarios al dar un gran acabado a la pieza.

Cabe destacar que los rebozos de algodón tienen nombres que aluden a los estilos en que son tejidos: “bombilla”, “brinco”, “cordón”, “chilaquil”, “fraude”, “garrapata”, “lluvia”, “pasamano”, “patada”, “polco”, “rosario”, “tablero” y “veta ciega”, esto con base en información de la página web de la escuela.

Para reconocer la autenticidad y calidad de un rebozo de seda, éste debe pasar a través de un anillo, pero de la medida del dedo meñique de una dama, indico el artesano potosino.



“Algunos intermediarios pasan los rebozos a través de un anillo que evidentemente es demasiado grande, con tal de engañar a la gente y hacerles creer que el rebozo es original”, detalló.




Orgulloso de su labor y el reconocimiento que esta prenda ha obtenido en el mundo, habló de la próxima exhibición que tendrá en Canadá, donde ha sido invitado una vez más a exponer el trabajo artesanal que realiza, el cual ya es reconocido en diversos lugares del mundo.

“Amo los diseños tradicionales pero las nuevas generaciones han brindado trabajos más complicados de hacer que han sido del gusto del público, por lo cual me he aventurado a realizar diseños únicos e innovadores, lo que me ha hecho cruzar las fronteras”, comentó el artesano.