La Calera está a menos de una hora de Bogotá y se encuentra entre los dos mil 700 y tres mil metros sobre el nivel del mar, lo que le permite tener pisos térmicos frío y páramo, pero a la vez se constituye en el más grande y hermoso mirador de la gran Sabana de Bogotá.
Este municipio fundado el 16 de diciembre de 1772 debe su nombre a una piedra caliza o calera, como la conocían antiguamente los indígenas de Teusacá, que según los historiadores significa “Prisión” o “cercado prestado”.
Desde que se empieza a subir por el costado nor-oriental de Bogotá, que está a dos mil 600 metros sobre el nivel del mar, hasta la cima de la cordillera, donde está ubicada la zona urbana de la Calera, en cada curva de la empinada carretera, hay una impresionante panorámica de la capital colombiana y sus alrededores.
Estos miradores son centros de encuentros románticos de parejas de todas las edades, de las familias con sus padres, hijos y abuelos, del turista solitario, del deportista que hace una parada para tomar agua, y respirar aire puro.
Al costado de la carretera se encuentran vendedores ambulantes de café, agua, comestibles y la típica mazorca asada al carbón, pero también se encuentran exclusivos restaurantes que hacen de La Calera uno de los sitios cercanos a Bogotá para degustar la buena cocina nacional e internacional.
"En el trayecto aparece la belleza de la cordillera oriental con el embalse de San Rafael, que desde un costado de la carretera, o desde los restaurantes- que están enclavados en la montaña- da la sensación de libertad, que es la esencia de la naturaleza".
Al llegar a la plaza principal del pueblo, la experiencia pasa de la belleza natural y la arquitectura colonial, representada en la Casa Municipal, que es un imponente y emblemático centro de reunión administrativo de La Calera.
La Iglesia “Nuestra Señora Del Rosario”, construida a principio del siglo XX, hace parte de la organización céntrica y arquitectónica del centro histórico del municipio La Calera, con menos de 30 mil habitantes.
La plaza principal de La Calera, también sirve para las ferias artesanales, para ofrecer lo mejor de las frutas, flores y hasta los productos naturales que se hacen a base de la marihuana, autorizados por el gobierno colombiano.
En uno de estos puestos de venta de productos de marihuana y de la hoja de coca, está la señora Islaín Baca Ruiz, quien explicó a Notimex las bondades de sus productos naturales: té, cremas para el dolor, para la resequedad de la piel, frasquitos con aguas que, según ella, sirven para dar energía y combatir el cansancio y el stress.
Pero en La Calera también está su gente con sus ruanas y sombreros típicos, con su amabilidad para recibir a los turistas que llegan desde la capital colombiana en busca de rostros, la buena cocina y la belleza natural.