Devuelvan a nuestras niñas

22 de Mayo de 2014
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bringback03twitter
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Todos los días desde que tuve conciencia de lo que significaba, lo digo: Bring back our girls... lo aprendí en la calle, lo aprendí en mi vida, lo aprendí en el trabajo, lo aprendí de las niñas que conocí en mi infancia, las que veo a diario, las que me mueven y cuyas realidades me irritan y enojan, y me hacen un nudito en la garganta.

México es un país en el que a diario las niñas son arrancadas de su infancia para ser explotadas laboral y sexualmente. Las niñas que se ven arrancadas de su infancia para ser obligadas a ser adultas por la condición de marginación, abandono e irrespeto, las hijas de nadie que nadie quiere cuidar, las que son "carne de cañón" de la vida diaria, las olvidadas, las pobres, las indias bonitas, las que limpian casas a temprana edad, las que tienen que trabajar, las que son obligadas a casarse, las que sus familias olvidan y deben cuidarse solas... Traerlas de vuelta a todas.

Hoy día son noticia 274 niñas de Nigeria raptadas por el grupo radical Boko Haram en un claro ejemplo de cómo las niñas y mujeres son el botín de guerra cuando se viven las peores condiciones. La forma de vulnerar a una sociedad es atacando a sus niñas y mujeres, la forma de quebrar la dignidad de un pueblo es el ataque contra “sus mujeres”. Ellas no tienen voluntad ni posibilidad de ser vistas como sujetas plenas de derechos, son “accesorias” a una sociedad y susceptibles de usarse.

Hoy nos conmueve Nigeria, pero esa es la realidad de millones de niñas en todo el mundo. Miles de niñas-jóvenes que son secuestradas, arrancadas de sus hogares, de sus colegios, esperadas en un vehículo para ser subidas a la fuerza y llevarlas a puntos distantes donde serán explotadas sexualmente, la realidad en Europa del Este, en la India, en México, en Centroamérica, en Argentina, en cualquier lugar… es decir, no hay sitio seguro para las mujeres.

Devolver a las niñas, a ellas mismas incluso, sí, porque a veces se las secuestra en otras formas. No necesariamente llevándolas lejos, sino cuando se las obliga a asumir roles que no les corresponden y que vulneran sus derechos, como ocurre comúnmente en México con el matrimonio a temprana edad, cuando se les niega la posibilidad de una interrupción legal del embarazo secuestrándoles sus cuerpos, obligándolas a ser madres por la buenas conciencias de quienes creen que las adolescentes no van a ejercer su sexualidad y se les oculta la información y el acceso a los métodos anticonceptivos.

¿Quién nos devolverá a esas niñas que desde temprana edad se ven obligadas a trabajar en actividades peligrosas, a cuidar a otros niños, a cargar atados de leña para hacer carbón, a cocinar y a cargar garrafones de agua de 20 litros? Testimonios que escucho de las niñas en comunidades como Mucuychakán, en Campeche, y que seguramente se repiten en todo el país.

¿Quién devolverá a esas niñas que han sido secuestradas por la realidad, por el crimen, por la violencia comunitaria, por la pobreza, por la discriminación en las escuelas, por la imposibilidad de acudir a la escuela y en lugar de eso son ocupadas en tareas domésticas o laboran hasta muy noche vendiendo golosinas?

Que nos devuelvan a las miles de niñas que tan solo hoy, este día, estarán vendiendo sus cuerpos víctimas de la explotación sexual de sus padres, familiares, de un secuestrador o del propio sistema que les niega sus derechos.

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