El pez más grande del mundo

09 de Enero de 2018
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Cancún, Quintana Roo. 8 de enero 2018.- El uso de tecnologías de telemetría satelital, foto identificación y fotogrametría láser para el monitoreo ecológico de las agregaciones de tiburón ballena (Rhincodon typus) en el Atlántico Mexicano, ha proporcionado valiosa información para el conocimiento, manejo y protección de esta especie y su ecosistema.

Conocido como el pez más grande del mundo, el tiburón ballena se encuentra catalogado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como una especie en peligro, debido a las amenazas que enfrenta su hábitat por causas antropogénicas, la escasez de alimento, y la presión ejercida por prácticas inadecuadas de pesca y turismo.

Sus hábitos alimenticios provocan agrupaciones de individuos en zonas de alimentación de plancton y de huevos de peces (bonito y sardina), lo cual facilita el avistamiento de los tiburones en superficie por periodos extendidos de tiempo, permitiendo el estudio de la especie.

Las aguas de Quintana Roo, al Noreste de Isla Mujeres, dan lugar a la agregación estacional de tiburón ballena descrita como la más grande del mundo, contando hasta 400 ejemplares reunidos durante una misma temporada.

A través del programa de monitoreo ecológico de tiburón ballena en el Atlántico Mexicano que encabeza el biólogo Rafael de la Parra Venegas, director de la asociación civil Ch’ooj Ajauil, organismo privado de investigación en pelágicos marinos, se ha generado un sólido banco de información sobre los individuos que visitan la zona, sus movimientos migratorios y comportamientos.

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, de la Parra Venegas resaltó la importancia de la colaboración interinstitucional para el desarrollo de investigaciones en especies marinas pelágicas, ya que, por la naturaleza de sus trayectorias migratorias y presencia en aguas de distintos países, es primordial homologar líneas de investigación, así como compartir datos, conocimientos y hallazgos sobre la especie que favorezca su manejo en común.

Como fruto de tales sinergias han resultado más de 25 publicaciones sobre tiburón ballena en revistas científicas en colaboración con centros de investigación como el Mote Marine Laboratory, la Universidad de Florida del Sur (USF por sus siglas en inglés), el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR), el Servicio Nacional de Pesca de los Estados Unidos (NMFS por sus siglas en inglés), el Centro de Investigación Océanica y de Tiburón Ballena (WSORC por sus siglas en inglés) en Utila, Honduras, entre otros.

“Ch’ooj Ajauil, A.C. tiene como objetivo contribuir al conocimiento de la biodiversidad y ecología de los organismos pelágicos que habitan el Atlántico Mexicano, principalmente el tiburón ballena.

Los hallazgos más representativos sobre tiburón ballena han logrado obtener un estatus de mayor protección para la especie, el involucramiento de las comunidades locales en su conservación, así como la regulación de actividades turísticas y económicas con tiburón ballena en la región”, apunto de la Parra.



Rastreo satelital
Mediante censos aéreos, estudios en superficie en embarcaciones, técnicas de telemetría satelital, foto identificación individual y fotogrametría láser, actualmente se tienen identificados mil 250 individuos diferentes de tiburón ballena presentes en la agregación del norte de Quintana Roo. En ella se observan individuos de ambos sexos – tres veces más machos que hembras -principalmente juveniles.

Se encuentran individuos de 6.5 metros de longitud en promedio, con presencia de algunos ejemplares pequeños de 2.5 metros y los más grandes llegan a los 11 metros de longitud. El avistamiento constante ha evidenciado que tienen una extraordinaria capacidad de regeneración de sus tejidos dérmicos.

El rastreo satelital con dispositivos tipo SPOT 6, ha revelado información inédita sobre la trayectoria y dinámica poblacional de los organismos que conforman las agregaciones del Atlántico.

“Es la primera región en la que se registró el movimiento de los animales entre más de dos países: Honduras, Belice, Cuba, Estados Unidos y México; por lo que, podemos decir que se trata de una metapoblación que se agrega en los sitios en los que hay gran disponibilidad de alimento, con una temporalidad y sincronía evidente”, reveló.

Gracias también al rastreo satelital y a la fotoidentificación, se ha logrado confirmar la filopatría – fidelidad al sitio – de algunos individuos por más de 11 años. “Tenemos datos de una hembra que fue marcada con un dispositivo de rastreo satelital y recorrió más de siete mil kilómetros cruzando el Ecuador hasta el Hemisferio Sur cerca de las rocas de San Pedro y San Pablo en Brasil” añadió.



Por su parte, los dispositivos satelitales de archivo han proporcionado información valiosa sobre sus capacidades y comportamiento. Hoy se sabe que pueden bucear hasta los mil 948 metros de profundidad, donde la temperatura llega a ser de 4°C, aunque permanecen poco tiempo allí. Además, se tienen registros de que pueden nadar más de 100 kilómetros por día ya que existen individuos que se han fotografiado en Quintana Roo y aparecen días después en Honduras o viceversa.

Conservación
Dada la importancia de las agregaciones masivas de tiburón ballena que se presentan en el Océano Atlántico, el trabajo de investigación de Ch’ooj Ajauil, A.C. está orientado en generar información detallada y datos validados que permitan acceder al reconocimiento del sitio como Reserva de la Biósfera de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) para promover soluciones con enfoques interdisciplinarios para asegurar la conservación de la biodiversidad a través de un uso sustentable, la promoción del desarrollo económico, la investigación y la educación.

De acuerdo con de la Parra Venegas, “El principal reto a enfrentar para mantener los esfuerzos de investigación y conservación del tiburón ballena es concientizar a los prestadores de servicios turísticos, habitantes y visitantes para involucrarse activamente en las estrategias de protección, así como crear conciencia de la importancia y respeto a las actividades de monitoreo e investigación, tanto por parte de prestadores de servicio como autoridades ambientales”.

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