¿En donde vivimos las mujeres?

24 de Agosto de 2014
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El día comienza aciago al escuchar en la radio que una juez ha puesto en libertad con cargos a los tres presuntos violadores de una mujer en Málaga.

Ellos dicen que no la violaron y que sólo se trata de una rabieta de ella porque le robaron el móvil y 20 euros. La noticia continúa diciendo que los testimonios de la gente de las casetas de la feria que afirman haber visto a la joven violada con sus agresores paseando, van a ser decisivos en la resolución de este caso.

Justo a continuación, sin tregua, sin respiro alguno, el mismo locutor afirma que han sido detenidos otros cuatro hombres que intentaban violar a otra joven mujer en el asiento trasero de un vehículo en Gandia.

El “señor” (¿?) alcalde de Málaga justifica a los violadores quitando hierro al asunto y afirmando que al año se producen más de mil violaciones al año en el estado y que “no es para tanto”.

El lunes asesinaron a una mujer y a su padre en una playa de Laredo y al parecer todo se soluciona con un “trastorno mental pasajero fruto de una ruptura sentimental con la novia del asesino”.

Y ya está. ¿Se imaginan ustedes que por cada agresión que sufrimos las mujeres saliéramos a las calles a asesinar a quienes se nos cruzara por la calle o por la playa?

Y mientras todo esto ocurre a las mujeres nos siguen asesinando por ser mujeres y no pasa nada. Nadie con responsabilidades políticas e institucionales dice nada.

Y todo con un denominador común: la falta de políticas activas destinadas a desmontar el patriarcado, y con mayores recursos para poder combatir el terrorismo machista desde la raíz mediante formación continua y continuada de todos los agentes implicados en la solución de este tipo de terrorismo que mata más que el político.

Hace unos años se consideró prioritario combatir las muertes por accidentes de tráfico y no se dudó en destinar recursos continuados en el tiempo para la sensibilización y la mejora de parque automovilístico y red de carreteras y autovías y los resultados se notaron: el número de personas muertas o con lesiones graves disminuyó considerablemente.

Y pese a la crisis, las campañas de sensibilización en los medios de comunicación se han mantenido, aunque no así la mejora en las carreteras y ya ha habido un repunte de muertes por accidentes de tráfico.

Otro ejemplo de que cuando se quiere actuar los resultados se notan de inmediato y apuntan en la dirección correcta: la formación continua y continuada de todos los agentes implicados.

A finales de 1995, en noviembre concretamente, se aprobó la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. A raíz de esta ley se ofertaron un sinfín de acciones de formación para el conjunto de la clase trabajadora, así como para las diferentes patronales para que tomaran conciencia de la gravedad del problema.

La sensibilización en las empresas duró años y en algunas convocatorias de formación continua sigue siendo obligatorio el módulo de prevención de riesgos laborales, aunque lo hayas realizado en otro curso y varias veces. No queda otra o lo realizas o no te dan el curso por finalizado.

El repunte de las muertes por accidente laboral tiene mucho más que ver con la precariedad laboral que nos han impuesto con las últimas reformas laborales oficiales y oficiosas, que con la falta de formación en esa materia.

No podemos olvidar que en la actualidad las diferentes patronales han aumentado considerablemente sus beneficios gracias a la falta de empleo de calidad y estable; gracias a que los mileuristas de ayer somos los nuevos pobres con trabajo tan precario en todos los sentidos que roza la indecencia laboral. Y de eso también hemos de dar las gracias a los dos últimos desgobiernos que hemos tenido.

Pero volviendo al tema central del artículo, lo que quiero decir con todos estos ejemplos es que cuando un problema “general” ha preocupado y se han tomado medidas de todo tipo sostenidas en el tiempo e implicando al conjunto de la sociedad, el grado de sensibilización de la población aumenta y los estereotipos poco a poco cambian para ir perdiendo la fuerza original, e irse diluyendo dentro del espacio simbólico que nos rige como sociedades.

Si esto ha funcionado con los ejemplos anteriores o con el tema del tabaquismo, por ejemplo, y se han reducido muertes consecuencia directa o indirecta del tabaquismo, yo me pregunto: ¿Por qué no se hace lo mismo con la prevención del terrorismo machista que se lleva por delante la vida de tantas mujeres de forma totalmente injustificada? ¿Acaso nadie se acuerda cuando se podía fumar en hospitales y aeropuertos y ahora esa imagen es impensable?

Si en estos temas, también relacionados con la salud y la vida, se han tomado medidas para la desaparición progresiva del problema, no entiendo por qué no se hace lo mismo con lo que respecta a la vida y la seguridad de las mujeres. Sencillamente no lo entiendo.

Sólo puedo comprenderlo desde la perspectiva que tantas veces he denunciado públicamente y es que la vida de las mujeres y las niñas sigue teniendo menos valor que la de los hombres, para quienes han de promover este tipo de acciones. De lo contrario, no se puede entender.

La justificación sistemática de los agresores restando importancia a las agresiones que provocan por acción u omisión por las partes implicadas en el tema es otra forma de ejercer violencia sobre las mujeres y niñas.

Y esa violencia se llama violencia de género estructural. Y la ejercen quienes cuestionan las voces de las mujeres. Quienes disculpan al agresor. Quienes desde siempre están cuestionando la Ley Orgánica de Protección contra la Violencia de Género.

Quienes dudan siempre de las verdades de las mujeres. Quienes tratan informativamente de forma interesada las noticias sobre asesinatos de mujeres. Quienes como el diputado de UPyD, Toni Cantó, cuestionan las cifras de asesinatos y denuncias interpuestas por mujeres por este tipo de terrorismo.

Quienes protegen los privilegios que les otorga el machismo imperante. Quienes son incapaces de rascar un poco en sus propias vidas para desenmascarar el machismo latente en su entorno y combatirlo.

Quienes imponen condenas de nueve meses de prisión y un año y seis meses de alejamiento por un delito de lesiones, y seis días de localización permanente por una falta de injurias por más de 15 años de agresiones físicas y psicológicas hacia su pareja.

Quienes han de proteger a la mujer maltratada y por el contrario toman café cada mañana en el bar del pueblo con el maltratador, reforzando así las alianzas androcéntricas, patriarcales y machistas de cara a la justificación del maltratador y a la desmotivación de las víctimas por denunciar al conocer de antemano que su voz será cuestionada por la “autoridad”.

¿Acaso estas lecturas sólo las hacemos las feministas? ¿Acaso no es tan evidente que a las mujeres no se nos mata, se nos asesina claramente por parte del machismo, que esa parte de los agentes implicados no siente la necesidad de preguntarse qué está ocurriendo, de cuestionarse que se está haciendo tan mal como para que cada año sean tantas las mujeres asesinadas?

¿Acaso por parte del desgobierno de Mariano Rajoy, nadie, comenzando por la ministra de Sanidad, Ana Mato, pasando por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, y acabando por el propio Rajoy no son conscientes del daño que nos están haciendo a las mujeres con sus políticas machistas, reaccionarias y retrógradas?

¿No son conscientes del retroceso que se está produciendo en el ámbito educativo, sanitario, judicial, de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado con todos los recortes que se están llevando a cabo?

¿No son conscientes tampoco del refuerzo del modelo patriarcal impuesto por los de faldas largas y negras que se está llevando a cabo en el espacio simbólico del modelo social?

Anoche cené con mis padres y mi sobrina de 20 años y esta noche hay un concierto en mi ciudad y sobre las 11 de la noche regresábamos a casa mi sobrina y yo y ya había a la puerta del recinto del concierto un grupo de mujeres jóvenes.

Mi sobrina cuando las vio comentó el miedo que le daría hacer ese tipo de cosas porque no se sentía segura. A esto es a lo que me refiero que están consiguiendo. Que las mujeres no nos sintamos seguras, porque el largo brazo de la violencia estructural ejercida por toda la sociedad nos está volviendo a recordar que la violencia contra nosotras puede ser ejercida en cualquier momento, de cualquier forma y casi impunemente.

Ése es el modelo que están impulsando con sus medidas, o lo que puede llegar a ser peor por la falta de ellas, los cretinos y cretinas que dicen gobernarnos. Una profunda tristeza me invade. De ahí la necesidad de compartirla.

De una cosa estoy segura pese a la tristeza: que no nos van a callar. Quienes somos conscientes de lo que está ocurriendo, seamos mujeres u hombres, no sólo lo hemos de denunciar públicamente, también hemos de actuar, cada cual en la medida de sus posibilidades, en impulsar cambios de actitudes y de mentalidades.

Ésa es también nuestra responsabilidad como ciudadanía comprometida con los Derechos Humanos de todas las personas. Y el feminismo, los feminismos, en ese sentido son un motor esencial para el cambio de raíz o radical del modelo patriarcal y asesino de mujeres en el que vivimos
* Corresponsal, España. Periodista de Ontiyent.

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