Sus engaños

08 de Febrero de 2013
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Son tantas veces las que nos preguntamos el por qué de las cosas que a veces resulta agotador y desesperante.

¿Por qué nos engañan quienes nos gobiernan? Podría ser una buena pregunta para comenzar. Y creo que esta actitud, la de engañarnos sistemáticamente, es un atentado a la inteligencia de las personas.

Pero continúan con ello pensando en que quizás no nos enteremos nunca. Pero nos enteramos y saltan los escándalos de los sobresueldos que afectan a toda la cúpula del gobernante Partido Popular (PP), y se empeñan en negarlo sin pensar (quizás) que ya nada podrá restañar el mal causado por la pérdida de confianza.

A lo largo de los años de nuestra joven democracia muchos han sido los escándalos por corrupción que la ciudadanía hemos tenido que soportar y, sobre todo los orquestados por los dos grandes partidos políticos.

Y creo que estamos hasta la coronilla de aguantarles corruptelas de todo tipo mientras la gente de la calle seguimos empobreciendo cada día un poco más.

No es admisible que suban impuestos, bajen salarios, aumenten jornadas laborales, despidan a gente gratuitamente y que el paro aumente cada minuto con lo que aumenta considerablemente el índice de pobreza, mientras algunos e incluso algunas se llenan los bolsillos a espuertas y con cargo a los dineros públicos.

Ahora los del PP, como consecuencia del caso Bárcenas, nos salen con el tema de la auditoría interna. Y yo me sigo preguntando ¿realmente piensan que nos vamos a creer los resultados de esa auditoría hecha por ellos y para ellos?

Dentro de su sectarismo partidista tanto de los que gobiernan como de quienes nos han gobernado antes, hay al parecer una política que a través del “y tú más” les lleva a hacer tanto ruido que impide escuchar otras voces que claman por otra forma de hacer política.

¿Acaso ese “y tú más” no formará parte de una estrategia de los dos grandes partidos para no perder cuotas de pantallas, de afiliación, de votos, de protagonismo público y mediático en definitiva y, de ese modo, conseguir que la ciudadanía nos aburramos y les dejemos hacer a su antojo sin molestarles demasiado con nuestra curiosidad o con nuestro rechazo a esas prácticas? Sí, quizás suene a la teoría “conspiranoica”, pero en los tiempos en que estamos yo ya me lo planteo todo, incluida esta teoría.

No es en absoluto de recibo que nos impongan duras políticas de austeridad mientras aparecen escándalos de corrupción política y de enriquecimientos ilícitos como los que estamos viendo.

No pueden esperar comprensión por parte de quienes cada día tenemos menos recursos para vivir con dignidad mientras, por ejemplo en la Comunidad Valenciana siguen habiendo sobres con sobresueldos a los diputados del grupo parlamentario popular que, como hemos de recordar, nos gobiernan desde hace más de 20 años.

No es de recibo democrático el sistema de indultos graciables por parte del gobierno que favorece clientelismo y corruptelas de quienes más cerca de ellos están frente a quienes estamos más alejados, tanto de la política como de este sistema antiguo que premia o castiga en función de no se sabe bien qué criterios.

No podemos entender que en un Estado de Derecho, para el acceso a la justicia se impongan unas tasas que impiden poder acudir a ese cuarto poder que es la justicia para poder ver resarcidos nuestros derechos, y poder subsanar los atropellos que se producen, incluso, por la propia administración.

No es comprensible que después de dos reformas laborales en menos de tres años estemos con casi seis millones de personas paradas (desempleadas) a quienes, además del trabajo, les robamos la esperanza de un futuro laboral que permita que su proyecto de vida salga adelante. ¡¡No podemos desperdiciar tanto talento!!

No es concebible que en un Estado de los llamados avanzados, las mujeres seamos las que hayamos de volver a nuestras casas para cuidar de personas mayores, menores y dependientes porque nuestras parejas y/o compañeros de vida se resisten a hacerlo pese, en demasiados casos, a no tener empleo.

No podemos con tantas cargas, para que además veamos cómo ellos, algunos dirigentes de los dos grandes partidos, sigan engañándonos con palabrería fatua mientras se llenan los bolsillos.

Algunas personas llevan un tiempo avisando de la posibilidad de un estallido social y no sería reprochable. Son demasiadas mentiras, demasiadas decepciones, demasiados esfuerzos los que nos han pedido al conjunto de la sociedad, como para que ahora se hagan perdonar con promesas de auditorías internas y palabrería entusiasta de lucha contra la corrupción.

Supongo que esto es el resultado de demasiado tráfico de favores. Se deben silencios cómplices entre ellos. Y eso no es nada bueno para la ciudadanía.

La cobardía, en todas las esferas de la vida, no es buena estrategia, puesto que esa cobardía se puede revolver contra los cobardes y devorarlos con sus propios métodos.

Por eso es la hora de tomar decisiones valientes, pero sé que no lo harán. Son demasiado cobardes y, en muchos casos, demasiado cómplices con esas actitudes corruptas.