Peña Nieto empieza mal…

29 de Enero de 2013
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Enrique Peña Nieto y las mujeres no empiezan bien su relación. No todas las mujeres, claro. Y no todas las relaciones, también claro está. Sus relaciones personales no son de mi incumbencia, al menos no por ahora.

Me refiero en concreto a la postura que explícita o implícitamente ha asumido con respecto a los derechos de las mujeres, al trabajo por la igualdad entre mujeres y hombres.

El escenario reciente fue, precisamente, la institución rectora de gobierno en esta materia. En el pasado, Atenco, feminicidios… en el presente el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).

En principio fue la intención de sectorizar esta institución dentro de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol); intención de la que desistió tras la firme oposición de integrantes del movimiento feminista y del grupo Mujeres en Plural.

¿Por qué? Fundamentalmente porque se convertiría en un apéndice de Sedesol (y, cómo todos los apéndices, se puede prescindir de ellos).

Y también porque incluía una visión de las mujeres como grupo vulnerable. Visión que no considera que las mujeres somos 50 por ciento de la población, y que hay una diferencia monumental entre considerarnos grupo vulnerable y ser la mitad del género humano al que se le vulneran sus derechos.

Ese capítulo se cerró con el desistimiento, por el momento, de Peña Nieto. Pero pronto se abrió otro con el nombramiento de la titular.

A fines del año pasado, la Junta de Gobierno del instituto presentó cinco candidatas. Las consejeras de Inmujeres argumentaron que desconocían los perfiles de las aspirantes, y pidieron que el proceso de relevo fuera más “democrático, incluyente y transparente”.

La Junta de Gobierno acordó integrar la terna a más tardar el 10 de enero, pero la convocatoria no fue publicada ni en el sitio electrónico de la institución.

En el último momento varias académicas y activistas se inscribieron, y la lista tuvo 18 nombres, entre ellas el de mujeres que tienen muchos años trabajando desde distintos ámbitos por los derechos femeninos.

Finalmente se presentó a Peña la terna de donde debía elegir: Lorena Cruz Sánchez, Milagros del Pilar Herrero Buchanan, y Teresa Incháustegui Romero.

El problema es que se incluyó el nombre de quien desde el principio se mencionó como “la candidata del Presidente”, y su trayectoria en la materia es muy limitada.

Críticas fueron y vinieron. Nada se movió. Lorena Cruz Sánchez fue designada presidenta del Inmujeres hace unos días.

La señora Cruz fue directora del Consejo Estatal de la Mujer y Bienestar Social en el Estado de México (Cemybs), y ejerció su cargo cuando el Instituto Mexiquense de la Mujer se integró a la Secretaría de Desarrollo Social de la entidad, durante la gubernatura de Peña Nieto. Según especialistas, el Cemybs tiene una visión meramente asistencialista.

¿Qué más da? Denle el beneficio de la duda, me decía un amigo. El punto es que en materia de igualdad “el beneficio de la duda” puede acabar regresándonos a la Edad Media en un abrir y cerrar de ojos.

Por lo pronto Peña impuso a su candidata y, al hacerlo, manda una mala señal a los grupos organizados que trabajan por los derechos femeninos.

Parece que nos esperan varios capítulos más de una mala relación. Ojalá me equivoque.

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