Noemi Cortés

Igualdad de género, TIC y las organizaciones de mujeres

07 de Noviembre de 2013
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La inclusión de las mujeres en las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y la sociedad de la información es clave para el crecimiento económico y el bienestar social.

Las mujeres, como sostenedoras de la vida cotidiana en lo social y lo económico, en lo político y en lo emocional, en la educación y los cuidados, juegan un papel esencial y se ha de contar con ellas.

Las políticas de género y TIC poseen una doble vertiente, tecnológica y social. Es por ello que el diseño de políticas ha de seguir una estrategia que combine estas dos vertientes, con predominio de la segunda.

A lo largo del curso de su vida, las mujeres se van enganchando y desenganchando de las TIC y si cuando son niñas o adolescentes nos parece que su acceso y uso son similares a los de los niños, a medida que transitan hacia la vida adulta las diferencias de tiempo y responsabilidades familiares entre uno y otro sexo, los prejuicios y estereotipos, obstaculizan su plena incorporación.

El diseño de las políticas públicas debe ajustarse a unas exigencias mínimas: se deben diseñar con objetivos claramente definidos y compartidos por todos los actores claves implicados en su financiación y ejecución.

El carácter holístico, transversal y que aborde la desigualdad de género en el ámbito de las TIC a lo largo de todo el curso vital incrementa la probabilidad de conseguir los cambios buscados.

La comprensión por parte de las beneficiarias del valor añadido de cada actuación es esencial para garantizar la sostenibilidad de los cambios. Por este motivo, es crucial que se incorporen a las actividades que las beneficiarias se encuentren realizando y se adapten a sus necesidades.

A pesar de que la implicación del gobierno y la administración pública es un elemento facilitador del desarrollo de políticas públicas, es necesario la implicación de otros actores para asegurar su sostenibilidad más allá de los “intereses” de los distintos gobiernos.

Se debe tener previsto la adaptación de la actuación a las prioridades y necesidades de los distintos subgrupos de beneficiarias (formación, orientación profesional, análisis de negocio, mentoría o creación de redes).

La mejora continua de las actuaciones requiere una reevaluación constante, así como la participación del equipo ejecutor en la definición y adaptación de los instrumentos y metodologías a utilizar.

El proceso de seguimiento constituye en sí mismo una oportunidad para el aprendizaje continuo en la recogida, análisis y discusión de información, así como para una nueva planificación. También sirve para determinar si esa actuación se puede extender al conjunto del medio social sobre el que pretende actuar.

Es necesario proporcionar tiempo suficiente para que la actuación se incorpore y tenga un impacto en las conductas, procesos y prácticas de las beneficiarias. Las medidas que dependen de la financiación pública se plantean a menudo a corto plazo y exigen resultados rápidos.

Las actuaciones son más susceptibles de tener éxito en entornos políticos en los que existe una comprensión avanzada de los aspectos políticos implicados en la desigualdad de género y las TIC, y donde exista un compromiso sostenido con las políticas al respecto.

Para alcanzar el éxito de las medidas, es imprescindible mantener la cuestión de la igualdad de género en la agenda política del país, máxime en los períodos de crisis y cambio.

A tal fin se pueden utilizar algunas herramientas, tanto de ámbito supranacional como nacional. Igualmente es clave el papel de las organizaciones de mujeres en el impulso de las políticas.

Para obtener resultados cualitativos es importante sostener estas medidas de género a largo plazo, aunque los actores políticos exijan resultados a corto plazo.

No se puede olvidar que las políticas de igualdad de género son muy vulnerables, tanto a cambios en las prioridades políticas y en los presupuestos como a los cambios de gobierno. Para garantizar la continuidad de estas políticas es todavía necesario combinar los argumentos basados en la eficiencia con los basados en la equidad.

EL PAPEL DE LAS ORGANIZACIONES DE MUJERES

En América Latina y el Caribe, las organizaciones de mujeres han jugado un papel clave en la aplicación de las políticas de género y ciencia, y particularmente en relación con las TIC, presentando numerosos proyectos de intervención.

Pero siempre existe un riesgo real de desaparición o evaporación de estas políticas de género como resultado del impacto de los cambios políticos y económicos sobre los presupuestos públicos.

Ante esta situación, las organizaciones de mujeres han de redoblar sus esfuerzos por incidir tanto en los líderes políticos, como al personal permanente de los ámbitos público y empresarial.

Igualmente han de fundamentar su acción en la defensa de los derechos de las mujeres, a la vez que hacer evidentes los beneficios de la incorporación de las mujeres a los estudios, carreras y empleos de las TIC.

Para defender la sostenibilidad de las políticas es importante capitalizar el conocimiento y la experiencia generados previamente en el diseño, ejecución y evaluación de políticas e intervenciones y volcarlo en publicaciones para trasmitirlo de manera rigurosa y sistemática.

En esta tarea es fundamental fortalecer la colaboración de científicos e investigadores que trabajen desde la perspectiva de igualdad de género.

Para hacer frente a tales retos, las organizaciones de mujeres necesitan fortalecer sus herramientas de trabajo interno, incorporando:

–Un planteamiento estratégico que permita dar continuidad a sus objetivos a largo plazo, enlazando la realización de proyectos de corto alcance temporal con el mantenimiento de unas líneas de actuación a largo plazo.

–Capacidad de anticipación a los cambios del entorno político y económico para incorporar –y mantener– sus propuestas propias a los distintos planteamientos de políticas e intervenciones públicas de género concretas en cada etapa.

–Mejora continua de la estructura y funcionamiento interno de las organizaciones, con evaluaciones externas que permitan valorar las respuestas de las usuarias ante las acciones concretas y los cambios estructurales y culturales alcanzados a largo plazo.

*Cecilia Castaño es catedrática de Economía y directora del Observatorio de Igualdad de la UCM.

**Texto retomado de la agencia de noticias AmecoPress.

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