Desde temprano, diversas organizaciones comenzaron a bloquear el centro de Buenos Aires, como los trabajadores de PepsiCo, que el mes pasado se enteraron del cierre de la fábrica en la provincia de Buenos Aires a través de un papel pegado en la puerta de la planta.
La ratificación de la protesta molestó al gobierno, que se sintió fortalecido después de ganar el 37 por ciento de los votos en las elecciones primarias legislativas realizadas el pasado 13 de agosto.
A la Confederación General del Trabajo (CGT) y a la Central de Trabajadores de Argentina (CTA) no les importó el resultado electoral y confirmaron una jornada que vuelve a desestabilizar al macrismo rumbo a las elecciones de diputados y senadores que se realizarán el 22 de octubre próximo.
El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, fue el encargado de dar a conocer la posición crítica del gobierno, ya que calificó la movilización como “innecesaria” e “inoportuna”, además de que consideró que responde más a intereses políticos que “a una cuestión concreta de reclamos”.
También denunció que los sindicatos salen ahora a las calles, pero se quedaron callados cuando el pasado gobierno de Cristina Fernández de Kirchner decía que “había menos pobres que en Alemania”.
El ministro aseguró que “la gente” demostró en las elecciones primarias de hace nueve días que “no quiere volver al pasado, no quiere que la conduzcan las mismas caras de siempre".
Además de los trabajadores de PepsiCo, ya se movilizaron los agremiados a la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), que por la tarde se sumarán a la marcha central encabezada por la CGT y CTA en Plaza de Mayo.