En un comunicado conjunto, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), entre otras agencias, declararon el fin de la hambruna en los condados de Leer y Mayandit.
Para la ONU, la definición técnica de hambruna es cuando al menos el 20 por ciento de los hogares en una zona enfrentan escasez extrema de alimentos y una capacidad limitada para hacerle frente.
Asimismo, un estado de hambruna supone tasas de desnutrición aguda que superan el 30 por ciento de una comunidad, y una tasa de mortalidad mayor de dos personas por día por cada 10 mil habitantes.
En otros dos condados considerados de alto riesgo en febrero, Koch y Panyijiar, la asistencia humanitaria inmediata y sostenida desempeñó igualmente un papel importante en la prevención de un mayor deterioro y la declaración de un estado de hambruna.
"La ONU precisó que la hambruna logró reducirse debido a una ampliación significativa en la respuesta humanitaria, aunque la situación sigue siendo grave en todo el país".
El número de personas que luchan por encontrar suficiente comida cada día ha aumentado a seis millones, frente a los 4.9 millones en febrero, y es el nivel más alto de inseguridad alimentaria que se haya experimentado en Sudán del Sur, país fundado apenas en 2011.
Las agencias de la ONU estimaron además que unas 45 mil personas en los antiguos estados de Unity y Jonglei todavía están sufriendo condiciones catastróficas y se enfrentan a la perspectiva de la hambruna si la asistencia humanitaria no se mantiene.
Esto incluye a 25 mil personas en Unity y a 20 mil personas en Jonglei, donde la situación se ha deteriorado rápidamente debido a los desplazamientos provocados por el conflicto y la mala cosecha del año pasado.
El empeoramiento de las condiciones se refleja en todo el país. El número de personas que enfrentan niveles de hambre de emergencia, considerado apenas un paso por debajo del estado de hambruna, es de 1.7 millones frente a un millón en febrero.
“La crisis no ha terminado. Estamos simplemente manteniendo a la gente viva, pero demasiados enfrentan hambre extrema y se encuentran al borde de un precipicio”, explicó el director de emergencias de la FAO, Dominique Burgeon.
Burgeon agregó que la única manera de detener esta situación desesperada es finalizar el conflicto iniciado en 2013, garantizar un acceso sin trabas a la ayuda humanitaria y permitir que la gente reanude sus medios de subsistencia.