“Festejaremos los 100 años de la UE”, declaró Juncker al llegar al Campidoglio, sede de la alcaldía romana, donde el 25 de marzo de 1957 los líderes de Italia, Francia, Holanda, Luxemburgo, Bélgica y Alemania pusieron las bases de lo que hoy es la mancomunidad.
“Nosotros somos solamente los humildes herederos y nos reunimos en la misma sala para reiterar las intenciones de los padres fundadores. No por nostalgia, sino porque solamente unidos podremos estar a la altura de los retos del mundo de hoy”, señaló.
El anfitrión de la reunión, el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni recordó la situación europea tras la Segunda Guerra Mundial cuando “un continente que contaba con al menos dos mil 500 años de historia retornó de golpe al año cero”.
“Pero todavía antes de que el conflicto terminara, dos hombres, Alfredo Spinelli y Ernesto Rossi, recluídos en una pequeña isla del Mediterráneo soñaban un futuro diverso. Un futuro sin guerras, Un futuro próspero. Un futuro de paz”, añadió Gentiloni en un discurso ante sus colegas comunitarios.
“Los padres fundadores estaban unidos por una espléndida obsesión: no dividir, sino unir y cooperar juntos por el bien. Ellos llevaron a cabo la elección más antigua, aquella entre el bien y el mal y después de dos guerras mundiales que representaron el mal, eligieron el bien”, añadió.
Y tras recordar eventos históricos, como la caída del Muro de Berlín o la reciente crisis económica, reconoció que Europa “se ha bloqueado”, con una crisis de rechazo por parte de la opinión pública, que en Reino Unido votó por el divorcio de la UE.
Los líderes se reunieron en la sala de Orazi y Curazi del Palazzo dei Conservatori del Campidoglio, la sede de la alcaldía de Roma, donde hace exactamente 60 años fue firmado el Tratado de Roma.
Tras la ceremonia en la que los 27 jefes de Estado y de gobierno de la UE firmaron una Declaración Conjunta en la que se comprometieron a continuar el roceso de construcción europea y reivindicaron la indivisibilidad del continente, los participantes fueron recibidos por el presidente italiano, Sergio Mattarella.
En su discurso, en el Palacio del Quirinale, sede de la jefatura de Estado italiana, el mandatario dijo que el único futuro posible es aquel “que se indentifica con mantenernos juntos en Europa”.
Citó los valores “auténticos” de “apertura, solidaridad, tolerancia, libertad y democracia”, como “las bases que permitirán a la Unión de dar ese salto de calidad del que todos tenemos necesidad, porque de otra manera corremos el riesgo de una parálisis total”.