Río Komadugu Yobe, único aliado contra Boko Haram en Níger

10 de Octubre de 2015
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Personas que están a merced de la furia asesina de Boko Haram en la región de Diffa, en el sureste de Níger. FOTO/NOTIMEX
Personas que están a merced de la furia asesina de Boko Haram en la región de Diffa, en el sureste de Níger. FOTO/NOTIMEX
Diffa, Níger, 10 Oct (Notimex).- El río Komadugu Yobe parece ser el único aliado real de miles de personas que están a merced de la furia asesina de Boko Haram en la región de Diffa, en el sureste de Níger.

Aunque en los últimos meses se ha visto muy debilitado, el grupo yihadista nigeriano continúa llevando a cabo saqueos, secuestros y atentados suicidas casi sin oposición.

Hace sólo unos días algunos de sus miembros se inmolaron en el centro de Diffa, una ciudad aterrorizada por la violencia de la secta extremista.

El Komadugu Yobe, que marca la frontera entre Níger y Nigeria, obstaculiza el avance de Boko Haram, pero no lo impide.

Y el ejército de Níger, tristemente conocido por sus retiradas cuando olfatea el peligro, no parece estar a la altura de un enemigo tan temible y con recursos infinitos.

En muchos mapas el río Komadugu Yobe ni siquiera está indicado. Y a menudo, en los meses de sequía, su lecho está casi totalmente desprovisto de agua.

Pero afortunadamente para la población local y los refugiados nigerianos, por el momento hay agua suficiente para contener los ataques de Boko Haram, que parece tener las horas contadas en su país.

Sin embargo, algunos yihadistas logran cruzar a nado el río, infiltrarse en la población e inmolarse. Es exactamente lo que sucedió el domingo pasado, con la primera luz del día, en el barrio Koura de Diffa, cuando cuatro hombres cargados de TNT se hicieron explotar y causaron 10 muertos.

“Los de Boko Haram cruzan el río y disparan a diestra y siniestra contra la gente. No les importa si hieren a mujeres o niños. Disparan y punto”, explica Gambo, el anciano jefe de la aldea Gagamari, cerca de Diffa.

Con las manos imita el gesto de llevar un rifle: “Con los de Boko Haram tienes que ser rápido: correr, correr y correr. Si acabas en sus manos... créeme, es mejor morir”.

Gagamari, igual que el pueblo vecino de Chetimari y algunos barrios de Diffa, estuvo durante varias semanas bajo el férreo control yihadista.

En los edificios y las cabañas ondeaba la bandera negra de Boko Haram, que desde hace poco se hace llamar Estado Islámico de África Occidental después de una alianza con el Estado Islámico.

“La mayor parte de los habitantes de Chetimari y yo nos escapamos a tiempo, pero algunos se quedaron porque pensaban que como eran buenos musulmanes Boko Haram los dejaría en paz. Pero se equivocaron: los hombres fueron asesinados y las mujeres esclavizadas”, rememora.

A Gambo lo interrumpen continuamente las mujeres del pueblo. Todas quieren decir su opinión. Se impone Mansura, de 24 años, madre de tres hijos.

“Violan a todas las mujeres. Da igual que sean niñas, adultas o viejas. Las violan y después para divertirse las torturan y las matan”, cuenta.

“Poco a poco. Una niña de Chetimari, de unos siete años, pasó de un Boko Haram a otro durante un día entero. Insisto, un día entero. No se sabe cómo, pero logró escaparse y llegar a un pueblo cercano. No sirvieron de nada los cuidados médicos: murió a los pocos días. Había perdido mucha sangre. Yo sé que se dejó morir”, agrega.

Unas 500 mil personas que acogen a 150 mil refugiados nigerianos. Esta es actualmente la situación de la región de Diffa. Por no hablar de los desplazados de Níger, arrojados de un pueblo a otro según las dinámicas de Boko Haram.

A pesar de la militarización de Diffa, los yihadistas cruzan el Komadugu Yobe y se camuflan entre los ciudadanos de a pie. Según la gente de Diffa, el prototipo de los integrantes de Boko Haram es un hombre nigeriano de entre 14 y 25 años con gafas de sol, ropa deportiva y chanclas.

Pero Boko Haram no es sólo esto. Está también formado por mujeres jóvenes que, sometidas a un intenso lavado de cerebro, son utilizadas exclusivamente como terroristas suicidas.

El grupo nigeriano ha introducido recientemente una novedad en su modus operandi, que choca con la versión más clásica de la yihad: En los chalecos llenos de explosivos ahora instalan un detonador que puede ser accionado a distancia, en el caso de que en el último momento el kamikaze decida dar marcha atrás.

Los teóricos de la yihad, en cambio, sostienen que el suicida debe estar realmente convencido de lo que está haciendo, que debe creer en la sacralidad de su acción.

El caso de los mototaxis completa un escenario ya dramático por sí mismo. En la región de Diffa, como en toda África Occidental, conducir mototaxis es una de las profesiones más difundidas.

Pero desde hace un mes, de acuerdo con un decreto de emergencia, está absolutamente prohibido conducir mototaxis, ya que la mayoría de los ataques son perpetrados a bordo de estos vehículos.

Esto se traduce en más de un millar de jóvenes desempleados, enojados y con hambre. Son, por lo tanto, un montón de chicos desesperados fácilmente reclutables por Boko Haram, que como todos los grupos extremistas busca apoyo y seguidores entre los segmentos más pobres de la población.

“Obviamente, conducir mototaxis no te hace rico, pero al menos te permite llevar algo de dinero a casa al final del día. ¿Necesitas cigarrillos? Llamas a un conductor de mototaxi y te los va a buscar. ¿Tienes que transportar una cabra desde el centro de la ciudad a un pueblo? Te subes detrás del conductor de mototaxi y la llevas sin problemas”, refiere Mussa, de 23 años.

“La ley de emergencia nos ha puesto en problemas, Boko Haram nos está hundiendo día a día. Conozco a chicos que, habiendo perdido su puesto de trabajo de conductor de mototaxis, se han pasado al bando de Boko Haram, porque al menos así pueden tener algo”, agrega Mussa, quien desde que no puede trabajar se pasa los días en la esquina de calle principal de Diffa ofreciendo sus brazos al mejor postor.

Los soldados nigerinos vigilan día y noche el Komadugu Yobe y de vez en cuando ven a los hombres de Boko Haram en el otro lado. Balarabe es el más hablador de su unidad, probablemente porque también es el que va más borracho.

Indirectamente, la cerveza caliente se ha convertido en uno de los principales aliados de Boko Haram. “Si esos perros cruzan el río los exterminaremos a golpe de Kalashnikov. Sólo tienen que intentarlo”, dice, seguro de sí mismo, Balarabe, mientras sus compañeros se burlan de él encaramados en la parte trasera de un jeep.

El líder de Boko Haram, Abubakar Shekau, es originario de aquí y, por tanto, conoce perfectamente el territorio. Probablemente es suya la idea de esconder armas y rifles que terminarán en Diffa en los camiones que transportan pimienta, cuyo cultivo es uno de los pilares de la economía local.

O, mejor dicho, era. Siempre de acuerdo con el decreto de emergencia, los cultivos de pimiento están prohibidos: entre los granos de pimienta es muy fácil ocultar armas y explosivos. Todo esto, una vez más, se traduce en nuevos desempleados y en posibles nuevos adeptos de Boko Haram.

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