Escollos en la inclusión social de personas LGBT

15 de Octubre de 2018
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Comunidad LGBTTTI discrimina también a sus propias poblaciones
Comunidad LGBTTTI discrimina también a sus propias poblaciones
La Habana, 15 octubre (SEMlac).- Detrás de la exclusión social que viven personas homosexuales, trans y bisexuales (LGBT) superviven el estigma y la discriminación, confirma un estudio cualitativo que indagó en la percepción de estas personas.

Algunas señalan que "no creen que sea un fenómeno de la sociedad, del gobierno, sino de la cultura, porque este es un país muy machista", describe el psicólogo e investigador Alain Darcout Rodríguez, autor del estudio "Percepción de inclusión/exclusión social en personas con géneros y sexualidades no hegemónicas de la provincia Cienfuegos".

Darcout Rodríguez exploró la percepción y prácticas de afrontamiento de la inclusión/exclusión social de un grupo de personas con géneros y sexualidades no heteronormativas de ese territorio, a más de 250 kilómetros de la capital cubana.
Su indagación, realizada entre septiembre y diciembre de 2017, consideró las opiniones de 42 personas que se reconocen como gays (13), lesbianas (10), bisexuales (8) y trans (11).

Solo dos sujetos de la muestra expresaron que "aquí existe igualdad para todos y eso de sentirse excluidos tiene mucho que ver con la historia de cada cual". Ambas alegaron que siempre tuvieron aceptación familiar y buen trato como estudiantes y trabajadores.

Sin embargo, la mayoría de las personas consultadas por el estudioso identificó el estigma y la discriminación en la base de la exclusión social que han vivido, en tanto la mitad hizo alusión también a políticas y hechos concretos que han contribuido a ese proceso.

"La mitad destaca que en Cuba sí hubo políticas homofóbicas de Estado, como las UMAP, la parametración y el quinquenio gris, y que eso reforzó en el imaginario del país que ser homosexual era algo no solo desviado y patológico, sino también ideológicamente incorrecto, aunque haya sido superado después…", expone Darcout Rodríguez en su trabajo.

El autor se refiere a hechos y procesos de las pasadas décadas del sesenta y setenta, mediante los cuales fueron perseguidos y discriminados públicamente personas homosexuales y religiosas, entre otras.

Darcout Rodríguez señala en su estudio que, mientras sectores habitualmente excluidos como los negros, las mujeres y los pobres, encontraron políticas favorables de inclusión desde las primeras leyes revolucionarias, después de 1959, "esa apertura no ocurrió con las sexualidades no heteronormativas"
Por el contrario, fueron vistas como "desviaciones sociales" y "rezagos del pasado", segregadas por políticas que trataban de "corregirlas" mediante el trabajo, describe el autor del estudio, presentado durante el 8vo. Congreso Cubano de Educación, Orientación y Terapia Sexual, realizado del 27 al 29 de junio último en La Habana.

Incluso, existieron disposiciones legales que impedían a estas personas ocupar puestos de trabajos donde pudieran ser un mal ejemplo y contaminar a la juventud, fueron expulsadas de las universidades y se les describía como "lacras sociales", agrega el investigador.

También se les aplicaron sanciones por conductas descritas en el Código Penal vigente entonces, como de "ostentación publica de su condición sexual" o de "ofender la moral y las buenas costumbres".

No obstante, la mayoría las personas entrevistadas por el investigador aprecian cambios positivos progresivos en el tiempo, aunque los califican de insuficientes.

"La mayoría del grupo posee una percepción de exclusión social vivenciada como permanente, con una frecuencia de siempre o casi siempre, una magnitud de moderada a fuerte -especialmente hacia las personas trans- y en todos los ámbitos y espacios de la sociedad cubana actual", apunta el psicólogo.

Algunas de las personas entrevistadas alegan que han encontrado espacios protectores en la familia, aunque a la vez han sufrido acoso en las escuelas y han debido afrontar obstáculos en el trabajo, "lo que compromete su completa integración social", apunta el investigador.

En cuanto a la aceptación familiar, el estudio arrojó que casi siempre ocurre por parte de la madre y otros familiares femeninos, pero no sucede del mismo modo para las personas LGBTI: resultan más aceptados los hombres gays, seguidos por las personas trans y, por último, las lesbianas.

Aunque en sus historias adunda la referencia a obstáculos frecuentes para lograr incluirse totalmente en todos los ámbitos, en el familiar se identifican como "la oveja negra" y viven grandes exigencias o limitaciones para la convivencia.

"Aquí no puedes traer a nadie, que la casa hay que respetarla" es una de las frases que citan como ejemplo.

Entre otros escollos, el estudio identifica la falta de políticas que promuevan el respeto a las diferencias en los distintos ámbitos de vida, la necesidad de mostrar un rendimiento extraordinario para obtener algún ascenso laboral o profesional respecto a sus colegas heterosexuales y la situación de vivir como ciudadanos de segunda, por no tener reconocidos todos los derechos que se derivan del reconocimiento de la unión entre personas del mismo sexo.

En el avance de los procesos educativos y las políticas públicas, las personas entrevistadas destacan los esfuerzos promovidos desde el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

La mayoría vivencia el proceso de exclusión social en una magnitud de moderada a fuerte, en tanto la mitad refiere además el despliegue de considerables esfuerzos adaptativos --con periodos de disforia, malestares e incluso alguna sintomatología de salud metal-- para poder llegar a graduarse de
la universidad, tener un trabajo digno o una posición acorde a sus capacidades.

Algunas de estas personas refieren daños a la salud como consecuencia de episodios muy difíciles y pocos hacen públicos sus intentos de suicidio o de personas conocidas.

En el caso específico de las personas trans, estas identifican que viven una exclusión muy fuerte --"totalmente"--, incluso de la atención de salud, con consecuencias personales y sociales permanentes y nefastas para su desarrollo, como la necesidad de prostituirse para sobrevivir.

La mayoría de las personas participantes en el estudio se ubica en la etapa del proceso relacionada con la vulnerabilidad y unánimemente identifica el espacio de la ciudadanía como el más afectado, por la falta de garantía de derechos sociales y mecanismos de restitución de las vulneraciones.

Pese a los mecanismos políticos, sociales y legales establecidos de manera general para toda la población, refieren que aún no se les reconocen algunos derechos, como los patrimoniales, la legitimidad de sus relaciones, a formar familia o a cambiar de identidad.

Ejercer otros derechos de alto reconocimiento en la sociedad cubana, como el acceso universal a la salud y la educación, todavía implica para muchas de estas personas grandes cuotas de sufrimiento por el rechazo y la discriminación, apunta el autor del estudio y especialista del Cenesex.

Ante la sistemática violencia homofóbica en todos los espacios de la sociedad, la mayoría señala como principales fuentes de apoyo social, e incluso material, a la pareja y las amistades.

No obstante, la mitad reconoce que, en general, las relaciones entre iguales están marcadas por la educación sexista de estos bio-hombres en la erotización de la vida social, la reafirmación personal por vía sexual, la competitividad como forma habitual de relación, la violencia como forma de relacionar los conflictos, la homofobia interiorizada y la falta de modelos a seguir, apunta el estudio.

Todas las personas entrevistadas coinciden en que la escuela es el área donde se producen las primeras salidas de los sistemas oficiales de inclusión, que no posee una estrategia sistematizada ni está preparada para brindar una educación de equidad y respeto a las diferencias.

En tanto, el ámbito laboral aporta los principales malestares en la etapa adulta, con otra significativa cuota de exclusión: sentirse escrutados, subvalorados, sobrexigidos y en riesgo de perder el puesto de forma permanente conlleva a veces a la inestabilidad o el abandono del vínculo laboral para unirse a redes privadas, informales o ilegales de subsistencia, con repercusión en su salud física y mental, desde tempranas edades, con mayor gravedad entre personas trans.

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