Nicaragua: La mujer del Cura, 13 sacerdotes impunes por violación

27 de Junio de 2017
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Managua, junio (SEMlac).- El título no trata de la película de la Sofía Loren que las generaciones analógicas vieron en el cine, a la vez que se prometían confesarse en la próxima oportunidad.

Es el comentario que le espetaban en la calle a una niña de 13 años, estudiante de un colegio privado en un departamento cercano a la capital, violada y embarazada.

Este es, apenas, uno de los 13 casos conocidos y denunciados por las organizaciones de mujeres. Todos están en la impunidad, protegidos por obispos y cardenales.

En la Investigación "Vidas robadas", realizada por la fundación Axayacatl, de Masaya, presentada este mes, en un video documental, María Eugenia Delgadillo señala que en el caso del sacerdote Alejandro Martínez Chavarría, el padre de la menor ha pasado un calvario para iniciar un juicio.

Durante la presentación pública del video, el hombre hizo un llamado a la población a tener cuidado al dejar a sus hijos con cualquier persona.

La niña participaba en el coro religioso y le pidieron permiso para que fuera a evangelizar; fue entonces que el sacerdote empezó a violarla repetidamente, hasta que la embarazó.

Compacidad de la jerarquía
El arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo Brenes, protege a Armando Rodríguez, acusado de acoso sexual en el colegio la Purísima, y también brindó refugio a Enrique Vargas Vásquez, acusado en 2004, en Costa Rica, de abusar de cuatro niños.

Además, con la complicidad de Brenes, en 2002 se favoreció el cura pederasta Zenón Corrales, por entonces ubicado en el departamento de Matagalpa y luego en San Rafael del Norte.

Corrales, después de abusar de muchos niños en los departamentos antes mencionados, fue trasladado por el cardenal Brenes, en ese entonces obispo, a México, donde fue recibido y protegido por el cardenal Norberto Rivera, conocido protector de curas abusadores sexuales en su país.

Monseñor Juan Abelardo Mata protegió a cuatro curas pederastas: Jimmy Prudencio y Francisco Bayardo Alfaro, quienes en 2007 y 2010, respectivamente, abusaron de varios monaguillos; Arnoldo Avilés, abusador de niños, y Antonio José Meza Abadía, abusador de una niña.

Mientras tanto, Federico Engels fue cobijado por monseñor Eddy Montenegro. En la lista siguen Simeón Murillo, Aristegui Torres en la zona del Caribe norte, donde la población es mayoritariamente negra, miskita o mestiza y muy pobre.

Allí, el cura Mario Alemán preñó a una profesora en 2014 y acudió al monseñor Jorge Solórzano, para huir del delito.

Lorna Norori, psicóloga especialista en abuso sexual, declaró que los abusos de esta naturaleza son cometidos por personas cercanas, que abusan de la confianza, el afecto y la autoridad para seducir, controlar y someter. A las víctimas se las culpabiliza como seductoras, mientras que el victimario les dice que son sus novias.

Adicionalmente, dijo, las autoridades eclesiásticas y jurídicas protegen a los religiosos. En Masaya, agregó, el Movimiento Axayacatl y la familia acudieron al Nuncio y a la Conferencia Episcopal.

Esta última dijo que el cura estaba en retiro espiritual. La violación y embarazo continúan en la impunidad.

El único que pisó la cárcel, en Italia, fue el sacerdote Marcos Dessi, acusado en su país por jóvenes nicaragüenses que estuvieron internos en un orfanato bajo su dirección. La justicia italiana lo encontró culpable y también le descubrieron pornografía infantil.

Este caso fue muy duro para las víctimas, porque el pederasta había fundado un coro infantil y mantenía varias obras de progreso en Chinandega, una ciudad del occidente nicaragüense. Allí las poblaciones le veneraban como si fuera un santo.

A pesar de que han pasado muchos años, una parte de la población continúa atacando a las víctimas y cuando murió, celebraron muchas misas.

Obviamente, necesitaría millones de misas por todo el mal que hizo, dijo Magaly Quintana, de Católicas por el Derecho a Decidir CDD, organización que hizo la denuncia, como parte del observatorio de violencia que lleva hace años.

Quintana hizo un llamado a las autoridades a dejar de encubrir estos delitos. "El silencio solo ayuda a que estos depravados mantengan la ventaja sobre las víctimas. El silencio solo ayuda a normalizar abusos y, para evitarlo, es necesario que las instituciones trabajen", afirmó.

En Nicaragua, solo un medio de escasa circulación en la capital, El Mercurio, ha hecho públicas estas denuncias. (Sylvia R Torres)

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