Ara Malikian no eligió ser violinista, pero es uno de los mejores

29 de Mayo de 2019
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México, 28 May (Notimex).- La mayoría de los músicos elige el instrumento que será representativo en su carrera, el que expresará de una mejor manera sus emociones y su arte, pero ese no fue el caso de Ara Malikian, pues al virtuoso violinista no le dieron oportunidad de escoger.

“Mi padre era un enamorado del violín y cuando yo nací, él me puso un violín en la barbilla y ahí se me quedó. Nunca tomé la decisión de ser violinista o no, tampoco decidí si quería vivir del violín o no, lo hice debido a las circunstancias y porque siempre formó parte de mi vida”, reveló en entrevista con Notimex.

Aunque tiene una vasta colección de violines, incluso algunos en edad de 300 años, existe uno especial, aquel que lo acompaña durante sus conciertos importantes. Data de 1924, fue de su abuelo y se lo obsequió su padre cuando él tenía 15 años.

Es frágil y requiere de muchos cuidados especiales, aunque el músico no siempre tiene el tiempo para hacerlo. Cuando le preguntan por el tipo de madera con el que está hecho su violín, Ara lo consulta en internet y aunque promete no olvidarlo, le sucede de nuevo, “como ahorita”, dijo entre risas.

El cambio de cuerdas tiene que ser a menudo para que suenen bien, mientras que las cerdas del arco deben renovarse cada tres o cuatro conciertos.



“Mi abuelo nunca fue violinista. Él sobrevivió al genocidio armenio en el que murieron más de un millón y medio de personas. Mi abuelo perdió a toda su familia, pero pudo salvar su vida gracias a este violín.




“Se lo dio un señor mayor para que fingiera ser parte de un grupo musical, sólo así logró huir a Líbano donde tuvo a su primer hijo y formó su propia familia”.

El libanés Ara Malikian se encuentra en México porque este 30 de mayo presentará su espectáculo Royal garage world tour en uno de los recintos más importantes de la capital del país y en el que rinde homenaje al lugar donde comenzó a crear música: el garage de su casa.

“En el Líbano de los años 70, cuando empezó la guerra, la población tenía que resguardarse en lugares seguros como cocheras subterráneas, sótanos y lugares underground”, recordó el músico.

Debido a que pasaban semanas y hasta meses al interior, había que ocuparse en alguna actividad para no estar tristes, preocupados, asustados y estresados ante el caos que afuera se estaba viviendo.

Fue entonces que su padre bajó lo más valioso que tenía y eran sus instrumentos. Le pidió que tocara y cuando lo hizo, sucedió la magia.

“Me di cuenta del poder que tiene la música, de cómo ésta puede transformar a las personas, pues observé que cambió el ánimo de los vecinos al escucharme, saqué una sonrisa de sus rostros.

“Unos empezaron a bailar, otros a tocar otros instrumentos y dentro de esta situación tan dramática, empezamos a hacer una fiesta, a tener más alegría. A partir de ahí, me di cuenta de lo necesario que es la música en nuestra vida”, destacó.

Aunque el garage lucía oscuro, sucio, lleno de ratas y cucarachas, para Ara Malikian significaba un sitio de lujo, pues fue ahí donde empezó su amor por la música. Lo primero que tocó fueron temas alegres tradicionales, tanto libaneses como armenios.

“Con el tiempo me fui haciendo de una formación clásica porque mi padre amaba este tipo de música. Ya después me fui en otras direcciones, en otras culturas y estilos que abrieron mi horizonte”, indicó.

Ejecutar el violín, sentirlo, vibrarlo y vivirlo fue un aprendizaje a largo plazo para Ara Malikian, quien a sus 50 años ha ganado infinidad de concursos de prestigio a nivel mundial y es poseedor de los mejores reconocimientos en el arte musical.

“Cuando al principio subía al escenario, me ponía nervioso, me daba miedo y sentía mucha responsabilidad sobre si lo que haría estaría bien o mal, si me equivocaría, si al público le iba a gustar, a los críticos o a los promotores. En fin, son muchas cosas que he aprendido a olvidar para quedarme solo con la música y el público”.

Lo que importa ahora, dice, “es lo que sale del instrumento, del cuerpo. Se trata de crear una energía, una magia para que el momento sea inolvidable, de trance, de meditación para mí y para el público, para que la experiencia valga la pena en aquellas personas que pagaron para ir a verte, porque no van a criticarte, van a disfrutarte”.

En su espectáculo Royal garage world tour tocará temas de Bach y Chaikovski, pero también de pop y rock con exponentes como Led Zeppelin, Jimi Hendrix y Björk, al igual que sus propias composiciones y aquellas que grabó en colaboración con Andrés Calamaro, Enrique Bunbury y Serj Tankian para su más reciente disco Royal garage.

En honor a México también tiene algo preparado, pues se declara admirador de varias obras del género folclórico y de compositores como Manuel M. Ponce.

“La manera en que los mariachis hacen música con el violín, es muy enriquecedor e inspirador. Tocaré una ranchera, muy a mi estilo, porque me emociona muchísimo”.

El rockstar del violín resaltó que cada vez más personas se interesan por asistir a conciertos con este instrumento que siempre ha estado ligado a la música clásica, aunque no lo es así.



“Se ha hecho creer que para disfrutar la música clásica se debe ser un entendido de ella y no soy de esa opinión. Por difundirse así, el público joven tiene miedo de acudir a los espectáculos de violín, pues piensan que si no entienden, no podrán disfrutar”.




Subrayó que el violín es un instrumento de amplias posibilidades. Con él se puede tocar lo clásico, el jazz, lo folclórico, el rock y música de todos los estilos y culturas del mundo, incluso el reggaetón y la música urbana, como lo hizo en su más reciente álbum.

“Cuando vives en el mundo de la música clásica, te enseñan a rechazar otro tipo de géneros, pues te dicen que cualquiera siempre será menor. Sin embargo, yo he aprendido a deshacerme de estas etiquetas, para mí no hay música menor ni música mayor, es la manera en que interpretas y se lo ofreces al público”.

El reggaetón es un ritmo muy popular en la actualidad, pero también muy criticado. Ara Malikian se deshizo de todo prejuicio y apostó por él a través del tema Falafel. Lo hizo con instrumentos de cuerda y le quedó tan bien que hoy lo tiene sumamente contento.

“No hay que tener prejuicios en la música. Hay un tipo de música que te llega y otra no porque somos seres humanos, tenemos diferentes gustos. A ti te gusta un color y a él otro; tú prefieres un pintor y el de enfrente a otro. No es sano cerrarse, siempre se puede experimentar y darle una oportunidad”.

El artista que ensaya por lo menos tres horas al día, ha tocado casi de todo, pero aún le falta, sobre todo explorar más la música folclórica mexicana.

“El mundo es tan grande y rico que para tocar todo se tendrían que vivir cien vidas”, dijo mientras se alista para su espectáculo en el Auditorio Nacional y después viajará a Guadalajara, Torreón y Durango.

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