Historias en Papel

29 de Julio de 2016
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México, 29 Jul (Notimex).- “La isla de los condenados”, de Stig Dagerman con traducción al castellano de Carmen Montes. El autor es uno de los escritores suecos más fascinantes y enigmáticos del siglo XX. Aunque se suicidó a la temprana edad de 31 años, dejó una cantidad considerable de obras que, ya convertidas en clásicos, acrecientan su gran valía con el paso de los años.

Escrita cuando Stig tenía sólo 23 años de edad, esta novela oscura y surrealista refleja el drama de un mundo vacío donde la fraternidad parece haberse extinguido del corazón de los hombres. El autor se erigió como rutilante estrella literaria con la publicación de esta historia protagonizada por siete náufragos, afligidos ante la idea de su inminente muerte.

Con su estilo sombrío y devastador, Dagerman escribió una fábula opresiva del fin de los tiempos y del hombre, a través de la cual asoman las ansiedades y miedos de una Europa que ha sufrido el horror de la Segunda Guerra Mundial y ha perdido la inocencia. Sólo quedan la soledad y el más radical desamparo ante el vacío y el sinsentido de la existencia, decía él.

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“El amante de Lady Chatterley”, de D. H. Lawrence ilustrado por Romana Romanyshyn y Andriy Lesiv, en su momento fue tachada de inmoral y escandalosa por tratar el deseo y la sexualidad femeninos desde un punto de vista demasiado natural y desinhibido para la época, esta obra es, con toda justicia, la más célebre y celebrada de D. H. Lawrence.

El paso del tiempo y las conquistas sociales han aligerado al libro del peso de su debate, pero no han eclipsado ni un ápice el brillo de su belleza. “Constance Chatterley”, hija de intelectuales socialistas y educada en un entorno artístico, se casa con “Clifford”, joven rico que está luchando en el frente, aprovechando unos días que éste tiene de permiso.

Al poco tiempo, “Sir Clifford”, quien ya heredó la casa y el negocio familiares, regresa parapléjico. Este hecho, que con los años no hace sino exacerbar su carácter de por sí frío y cerebral, es el detonante para que “Constance”, rompiendo con todas las barreras de clase, mantenga un idilio carnal con el guardabosque de sus tierras, “Oliver”.

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“Anotaciones para una teoría del fracaso” es un libro de Gabriel Bernal, quien usa este concepto para comprender el devenir del arte durante los siglos XIX y XX y va relacionando la imagen del naufragio con una reflexión acerca del destino para conocer el devenir de la literatura y descubrir cuándo la modernidad perdió la conjunción de la palabra y la imagen.

Sobre el fracaso pesa igual condena que sobre lo no deseado. Esa palabra produce miedo y repugnancia en igual medida. Todo el mundo teme fracasar, y en el imaginario de los artistas y escritores de los siglos XIX y XX, la idea del fracaso se tornó en una reflexión sobre el arte y los medios de producirlo frente a una sociedad totalmente indiferente.

Esa premisa es para el escritor la base de su nueva obra, una exploración sobre cómo se sitúan hoy los artistas y escritores ante una actualidad inequitativa, regida por los medios de comunicación. Este libro observa los patrones que se reiteran a lo largo de los últimos dos siglos y revela los vínculos pintura-literatura para una crítica de lo llamado cultural.

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