Museo del Templo Mayor acoge muestra sobre la sexualidad en Occidente

09 de Julio de 2014
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TEMPLO MAYOR
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México, 9 Julio 14 (Notimex).- Un total de 180 piezas prehispánicas que dan cuenta de la concepción mesoamericana en torno al hombre y la mujer, integra la exposición “Semillas de vida. La sexualidad en Occidente”, que puede ser visitada en el Museo del Templo Mayor, en esta ciudad.

La muestra, compuesta por acervos de los museos regionales de Guadalajara, Colima y Michoacano, así como del Soumaya, da cuenta del pensamiento de los artistas mesoamericanos, a través de figuras de barro, piedra y concha.

Al inaugurar la exhibición, Teresa Franco, directora general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), destacó que, como sociedades agrícolas, las culturas de Mesoamérica, y en particular las de esta región, vivían en un mundo donde lo natural y lo sobrenatural se entrelazaban.

Nuestros antepasados plasmaron el cuerpo humano de una manera habitual, aunque cargada de un profundo simbolismo, y la sexualidad es un elemento preponderante en estas representaciones plásticas, expuso.

Las piezas reflejan sus roles como elementos sociales, al definir y diferenciar las relaciones entre lo femenino y lo masculino, refirió Franco, ante la presencia de José Enrique Ortiz Lanz, coordinador nacional de Museos y Exposiciones del instituto, y Carlos Javier González, director del Templo Mayor.

Por otro lado, el arqueólogo Daniel Ruiz Cancino, curador de la exposición, señaló que la dualidad es el punto de partida de la cosmovisión mesoamericana, donde los contrarios se complementan y se necesitan para existir.

En ese sentido, mencionó que “el hombre se vinculaba con la vida, el calor y la luz, mientras la mujer se asociaba con la muerte, el frío y la oscuridad”.

De acuerdo con Ruiz Cancino, las representaciones de parejas en el Occidente son constantes y muy pocas demuestran actos sexuales explícitos.

Las representaciones de mujeres se da frecuentemente con vientres y pechos prominentes, en ocasiones decorados; acuclilladas para dar a luz o amamantando.

En el caso de figuras masculinas, algunas presentan ausencia intencional del falo, ya que fueron encontradas por personas que se los destruían por considerarlo obsceno.

Otras son una metáfora de la penetración de la tierra. La masturbación buscaba ofrendar el flujo vital: el semen; tal acto y la punición del pene para sangrarse eran actos rituales que simbolizaban la fecundación.

Carlos Javier González, director del Templo Mayor, enfatizó que “Semillas de vida. La sexualidad en Occidente”, que podrá ser visitada hasta el 28 de septiembre de 2014, es un acercamiento al orden cíclico y dual que permitió a sus creadores recrear un universo sexuado.

En su recorrido, el visitante podrá apreciar representaciones hechas por las primeras sociedades del Occidente prehispánico, como las de “El Opeño” y “Chupícuaro”, siguiendo con las piezas de la Tradición de Tumbas de Tiro, realizadas entre 200 a.C. y 400 a 600 de nuestra era, época en que las imágenes se caracterizaron por mostrar el cuerpo de manera natural.

En las últimas secciones de la muestra se presentan piezas de la etapa que precedió a la llegada de los españoles, con una representación de la figura humana más abstracta.

En opinión de Carlos Javier González, la producción del Occidente mesoamericano hace referencia a una realidad cargada de sensualidad, exaltación fálica y usos y costumbres que no se reducían a la simple función reproductora o a la preservación de la especie, sino que tenían por objeto valorar el placer en el ser humano, así como evocar las relaciones afectivas y los roles de género.

Para Ruiz Cancino, quien dará una conferencia sobre la sexualidad en Occidente, el próximo 12 de julio en el Museo del Templo Mayor, algunas de las piezas en exhibición fueron obtenidas de excavaciones controladas, lo que ha permitido conocer más acerca de la cosmovisión de los antiguos habitantes de esta región cultural.

Un rasgo importante, detalló, es que las osamentas fueron orientadas con el cráneo hacia el tiro o pozo de la tumba, de tal modo que la bóveda simboliza el útero y el tiro el ducto uterino.

Además, como ofrenda se depositaron materiales con connotaciones rituales: representaciones de animales asociados con la tierra, como tortugas, ranas, cocodrilos y serpientes que simbolizaban la parte femenina, mientras las aves aludían a lo masculino.

La piedra verde simbolizaba la vegetación, la concha se relacionaba con la fertilidad y con la sexualidad femenina, y las vasijas cerámicas aluden a representaciones relacionadas al universo y sus cuatro rumbos, refirió el arqueólogo.

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