Fototeca Nacional, un modelo en Iberoamérica: Valdez Marín

18 de Mayo de 2014
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Pachuca, Hgo., 18 May. (Notimex).- La Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) es un espacio único a nivel iberoamericano por su modernidad, lo cual le permite resguardar un millón de fotografías, que cubren 172 años de historia, realizadas por más de dos mil autores, aseguró Juan Carlos Valdez Marín.

El director general del Sistema Nacional de Fototecas añadió que esa institución, con sede en el antiguo Exconvento de San Francisco de esta airosa ciudad de la Huasteca hidalguense, realiza no sólo tareas de resguardo y conservación de los acervos, sino de catalogación, digitalización, difusión y divulgación de la riqueza visual que resguarda.

Durante una entrevista con Notimex, en la que se tuvo acceso a las diversas áreas que integran la Fototeca Nacional, Valdez Marín dijo que son 45 colecciones que ahí se cobijan, entre las que destacan el Archivo Casasola, Tina Modotti, Guillermo Kahlo, Nacho López, Hugo Brehme y Semo, entre otros más.

Explicó que en este sitio se encuentra la historia visual de México, y más aún, la rica historia familiar de miles de personas que se pueden llegar a identificar con alguna de las fotografías que datan de 1842 a la fecha. “Visitantes, del país y extranjeros, han hallado a través del recorrido por nuestras instalaciones puntos de referencia familiar”, comentó.

Referencia, abundó el entrevistado, de su infancia, de su visión familiar, recuerdos o momentos que sus antecesores tuvieron en este país, “porque entre las paredes de este inmueble se encuentra la memoria visual colectiva que por fortuna está a buen resguardo, y bajo salvaguarda para futuras investigaciones y nuevas generaciones”.

En el convento del siglo XVIII que fue restaurado en los años 70 del siglo pasado, a raíz de la adquisición por parte del gobierno federal del Archivo Casasola, Valdez Marín citó que ese espacio ha tenido diferentes usos. “Sucesivamente, a lo largo de su historia ha sido convento, cárcel, cuartel, hospital, manicomio y actualmente fototeca”.

Luego de que el inmueble fue acondicionado para resguardar y preservar el Archivo Casasola, paulatinamente se ha ido enriqueciendo con otras colecciones que el INAH ha generado a través de sus diferentes coordinaciones, a la par de donaciones que ha hecho el público en general, así como algunos de los grandes maestros de la lente.

Los archivos se clasifican de acuerdo con el fondo o colección. “Lo que más se respeta es el origen y procedencia, posteriormente se hace una identificación, tanto del autor como de los temas, lo que nos lleva a ver que es un campo de acción bastante amplio porque se resguarda un millón de imágenes; no es muy voluminoso, pero sí especial”, subrayó.

Añadió que allí se puede encontrar el devenir de la fotografía, desde los primeros daguerrotipos hasta la fotografía digital, de 1842 a la fecha. “Contamos con daguerrotipos, ambrotipos, ferrotipos, placas de vidrio, transparencias en color y archivos digitales, toda una riqueza, muy amplia, sobre la evolución de la fotografía”, abundó.

Esa amplitud técnica y temática de la Fototeca Nacional hace posible revisar los más significativos episodios históricos de México, así como las formas de vida cotidiana, la evolución del paisaje, el desarrollo urbano y la lánguida transformación de la identidad de sus habitantes. Por eso, es difícil hallar la “pieza más valiosa” dentro de la fototeca.

El entrevistado ejemplificó lo anterior: “Esa valoración la hace quien viene a estudiar y a consultar tanto los archivos como las exposiciones. Hay fotografías de arqueología que para la mayoría de los mortales no son significativas, pero para los especialistas en esa disciplina, ver un basamento o una escultura es como hallar por fin el Santo Grial”.

En cambio, para quien se encarga de los procesos técnicos, descubrir un daguerrotipo en perfecto estado, ésa sería la pieza más valiosa, sin importar mucho la imagen que ha sido perpetuada en ese dispositivo. Mientras, para quienes atienden el estudio de la estética, una fotografía hecha con todo rigor académico puede ser la más importante.

Para un historiador, cuyo campo de estudio es la historia reciente de México, las más importantes podrían ser las del Fondo Casasola, porque registra una parte del periodo revolucionario y mucho de la vida cotidiana de principios del siglo XX, destacó el director del Sistema Nacional de Fototecas, cuya oficina está en la propia Fototeca Nacional.

En 1993 inició el proyecto de digitalización del acervo y la creación de un sistema de consulta automatizado que permite a los usuarios realizar con rapidez búsquedas en el catálogo electrónico que, a la fecha, cuenta con cerca de 600 mil imágenes. Desde 1996, la Fototeca Nacional es el centro operativo del Sistema Nacional de Fototecas.

Ese sistema, llamado coloquialmente como Sinafo, por sus iniciales, es una institución sin precedentes en toda América Latina porque norma y coordina la conservación, catalogación, digitalización y reproducción de archivos y fototecas en todo el país, además de brindar asesorías a diversas instituciones, en México y el extranjero.

Parte atractiva es su Museo de la Fotografía, abierto en 1984. Es ahí donde se cristaliza parte de la labor fundamental que realiza la Fototeca Nacional: La difusión de su vasto acervo fotográfico.

Durante 2007 se llevó a cabo la reestructuración del mismo, bajo un concepto que genera nuevos acercamientos y reflexiones en torno a las colecciones.

En 1986 se funda la Sala Pedro Arrieta, que en 1988 cambió su nombre por Sala Nacho López, en honor a este maestro de la fotografía. Este espacio destaca por ser uno de los 10 sitios en el país en el que se pueden apreciar exposiciones temporales de fotografía contemporánea de artistas nacionales y extranjeros, informo luego Valdez Marín.

Desde sus inicios, se ha expuesto el trabajo de algunos de los grandes maestros de la fotografía mexicana como Mariana Yampolsky, Gerardo Suter, Rodrigo Moya, Marco Antonio Cruz, David Maawad y Francisco Mata Rosas, así como de jóvenes fotógrafos como Gerardo Montiel Klint, Cannon Bernáldez, Laura Barrón y Ximena Berecochea.

La Fototeca Nacional es referencia obligada para numerosas instituciones en Estados Unidos, Europa y América Latina en la promoción del valor de la imagen como patrimonio cultural, pero sobre todo por su propuesta de organización interna y las técnicas de conservación aplicadas, así como por su vocación de servicio al público.

Su amplitud histórica y temática toca tanto a las etapas de la técnica y arte fotográfico, como a un extenso horizonte de disciplinas que tienen en la fotografía una herramienta básica de trabajo, como la arqueología, la antropología, la arquitectura, el urbanismo, la sociología, la economía, la ecología, la salud, la astronomía, y desde luego, la historia.

La Fototeca Nacional de México es la primera en importancia en Iberoamérica y la quinta a nivel mundial. Y no es sólo para especialistas, pues el público en general le tiene aprecio. “Cada año recibimos alrededor de tres mil solicitudes de reproducciones de fotografías que aquí resguardamos. A todos nos gustan las fotos”, concluyó Valdez.

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