El modelo se basa en un índice de precipitaciones estandarizado que cuantifica las condiciones de déficit o exceso de lluvias en un lugar para un determinado tiempo.
La investigación combina modelos empíricos que relacionan áreas afectadas con datos previos sobre precipitaciones, y a esta información se incorporan pronósticos estacionales climáticos de la zona.
El especialista del Grupo de Análisis de Situaciones Meteorológicas Adversas de la UB, Marco Turco, explicó que los pronósticos estacionales permiten predecir anomalías climáticas. Destacó que el modelo se basa, en gran medida, en la fusión de la evolución climática observada durante los meses previos a la temporada de incendios con los pronósticos estacionales.
“Combinar observaciones con pronósticos climáticos es una característica especial del sistema que contribuye sustancialmente a aumentar la predictibilidad de los incendios, aprovechando al máximo la mejor información disponible”, comentó.
Precisó que primero desarrollaron un modelo empírico para cuantificar el área quemada en función de si el verano (por ejemplo, si se espera que sea seco o no) y, posteriormente, utilizaron los pronósticos estacionales del clima para determinar el riesgo de sequía previsto e incorporaron esa información a su modelo.
Según el estudio, publicado en la página oficial de la UB, es significativa la capacidad de predecir los incendios estacionales en gran parte del mundo: permite establecer cerca del 40 por ciento del área susceptible de arder.
El investigador expuso que las regiones donde se encuentran correlaciones significativas, incluyen áreas extratropicales, como la Europa mediterránea y las regiones del centro y el norte de Asia, cuyos sistemas dinámicos de pronóstico estacional del clima tienen, como se sabe, una capacidad de predicción limitada.
“Dicha capacidad predictiva, sobre todo en el caso de las precipitaciones, es mayor en las zonas tropicales, sobre todo por la influencia de fenómenos de escala global como El Niño. En otras zonas, nuestro modelo se beneficia de la incorporación de información climática observada para aumentar la predictibilidad del riesgo de incendios”, precisó Marco Turco.
Los estudios que evalúan la capacidad de las predicciones climáticas estacionales para pronosticar incendios, son todavía escasos y están limitados a una sola temporada o región.
Una de las claves de este modelo es su capacidad de predicción a escala global y para todas las estaciones del año. En muchas ocasiones, el desarrollo y la evolución de los grandes incendios dependen de fenómenos como sequías y olas de calor que afectan a áreas muy extensas, más allá de las fronteras nacionales, especificó el experto.
La investigación proporciona la base científica necesaria para desarrollar un sistema global de pronóstico estacional de incendios, que permita una gestión de riesgos.
Sin embargo, el desarrollo de un prototipo que sea operativo, todavía es un gran desafío debido a la falta de datos de buena calidad en regiones poco monitorizadas históricamente, como África y Sudamérica”, aclararon los expertos.