Lucia Lagunes.

Dos años de desgaste

03 de Septiembre de 2020
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La ausencia de las ciudadanas y sus derechos en el mensaje político presidencial de Andrés Manuel López Obrador, no es de sorprender, simplemente constata la política patriarcal que él encabeza.

Había claridad de que bajo su gobierno la política de igualdad entre mujeres y hombres no sería prioritaria; lo que no se esperaba, era una política que debilitara instituciones y programas creados para construir la igualdad de mujeres y niñas en México.

Instituciones y programas que fueron arrancados a los gobiernos por el movimiento feminista.

Dos años después del gobierno encabezado por Andrés Manuel, se ha desgastado el voto de confianza que otorgaron las ciudadanas; y la credibilidad de que las mujeres presentes en el gabinete podrían hacer la diferencia o los contrapesos necesarios.

En cambio, sale a flote el uso instrumental de la agenda de las mujeres, y por desgracia, de las propias mujeres que conforman su gabinete.

No sólo se abandonó la agenda para el adelanto de las mujeres que dieron a conocer con Olga Sánchez Cordero y que bautizaron Femsplaining. En ella, se comprometían con la igualdad de las mujeres, aseguraron que la democracia del país pasaba por la democracia de la familia, dijeron que replantearían los roles de género.

Además, se impulsaría la autonomía económica de las mujeres, la erradicación de la violencia contra ellas y de educación universal para todas, entre otros.

Agenda que se dio a conocer un mes antes de las elecciones, y ayudó a que muchas feministas dudosas inclinaran su voto por Andrés Manuel.

Se agotó
Dos años después de gobierno, ya no hay duda. La política del actual gobierno, basada en una visión conservadora del lugar que ocupan las mexicanas –como madres, hijas, cuidadoras eternas- atenta contra los avances logrados encaminados a su autonomia.

Aunado al desencanto se encuentra el desgaste de la credibilidad de las mujeres que conforman el gabinete como interlocutoras de las mujeres y sus movimientos.

De las conferencias mensuales no hay nada sorprendente ni relevante, y de las reuniones en corto tampoco. Ni un pasito se ha dado en la agenda para despenalizar el aborto, bandera de la Secretaría de Gobernación.

Dos años en que lejos de abonar al diálogo y buscar un acercamiento con los movimientos feministas se aleja cada día más.

Este desprecio no le permite ver que las mujeres somos ciudadanas, críticas conscientes de nuestros derechos, que podemos ejercer nuestra fuerza en las calles y a través del voto.

Las jóvenas
Y puede que empiezan a asomarse algunos indicios de esto. Según el catedrático de la Universidad de Guadalajara, Enrique Toussaint, existen dos poblaciones que mayoritariamente reprueban el gobierno de AMLO, las mujeres y jóvenes. Muchas de las jóvenas que votaron por primera vez en 2018.

Ellas crecieron escuchando de los desastres de los gobiernos del PRI y del PAN, quienes con sus políticas neoliberales les fueron quitando las oportunidades. Y con ello alimentaron la necesidad de un cambio.

Jóvenas que también crecieron escuchando que tienen derechos, que la desigualdad y la discriminación son males profundos para el avance de las mujeres.

Las mismas que llenan las plazas, las calles y pintan los monumentos exigiendo alto a la violencia, el derecho a decidir y un trato digno del presidente.

Si hay un movimiento en la actualidad que ha sido congruente y que ha interpelado a este gobierno es el feminista.

La invisibilidad que hace este gobierno de las mujeres y sus derechos, tiene un costo político, el incumplimiento de su compromiso va a impactar sin lugar a dudas en las próximas elecciones, tanto intermedias como presidenciales.

En 2021 sin duda se puede esperar el voto de castigo de las mujeres y en especial de las de la diamantina rosa.

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